La 4T ha sido muy exitosa en su comunicación, hace pasar los fracasos como éxitos y nadie parece poder cuestionar lo contrario. Por ejemplo, el tema de la seguridad. A finales de 2018, no se vislumbraba algo peor… Estábamos equivocados.
Alfonso Durazo Montaño, funcionario público de carrera, tomó las riendas de la seguridad pública federal, el 1º de diciembre de 2018, después de que se creara la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana. Con diagnósticos, errados, puso en marcha una estrategia que no tenía ni pies ni cabeza.
No sólo no iban a mejorar la situación, sino que, además, la iban a empeorar. Y así fue. Durazo se convirtió en el verdugo de cualquier aspiración de que la seguridad pública nacional permaneciera en manos de civiles. Por darle gusto a su jefe, destruyó todo y no construyó nada, vamos, no deja ni medio cimiento.
Al principio de su gestión, Alfonso Durazo dijo que iba a tener resultados en seis meses. Después, que se lograrían “niveles razonables de tranquilidad en tres años”. Hoy, la violencia no se ha reducido, pero si aumentado. Su único resultado tangible fue materializar el desmantelamiento de la Policía Federal.
Aunque nos quieran vender “espejitos”, por donde se vea, su paso por gobierno federal resulta muy desafortunado. En cifras oficiales, los homicidios son mayores que cuando empezó el sexenio. El segundo fin de semana de octubre de 2020 se convirtió en el más violento de la historia de nuestro país, con 273 personas asesinadas. Y mientras, nuestras autoridades dicen, que estamos en un punto de inflexión.
El miércoles pasado hizo pública su renuncia para así poder contender por la gubernatura de Sonora, sin gota de vergüenza, dijo que “se equivoca quien pretende que el problema de la inseguridad se va a resolver de un día para otro”.
…¡¡¡Pero señor!!! ¡Usted lo dijo! ¡Lo prometió!
Durazo ahora pretende ser gobernador… Pero, ¿vamos a premiar a los políticos que no dan resultados? Ahí está la responsabilidad de los sonorenses.
Aletia Molina
@AletiaMolina