Armenia acusó a Azerbaiyán de haber llevado a cabo bombardeos en la principal ciudad de Nagorno Karabaj, Stepanakert, en el sexto día de violentos combates en esta región separatista que no ceden, pese a que las autoridades de Ereván se dijeron dispuestas el viernes a trabajar por un alto el fuego con los países mediadores.
Paralelamente, Turquía está recibiendo críticas internacionales según las cuales envió «yihadistas» en apoyo a Azerbaiyán, lo cual podría significar un peligroso giro en este conflicto.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH), al menos 28 combatientes proturcos, de 850 enviados a ayudar a las tropas azerbaiyanas, murieron desde el inicio de las hostilidades.
El presidente ruso Vladimir Putin, sin acusar directamente a Turquía, expresó por primera vez su «seria preocupación» sobre su supuesta presencia en Karabaj, durante una reunión con el primer ministro armenio, Niko Pashinyan.
El viernes por la noche, Stepanakert, la principal ciudad del enclave separatista de unos 50.000 habitantes, fue atacada de nuevo, lo que obligó a los habitantes a guarecerse en sótanos o refugios, según un corresponsal de la AFP.
Estos bombardeos causaron «muchos» heridos, según un alto representante de Nagorno Karabaj, Artak Beglarian, que indicó que barrios residenciales fueron alcanzados.
Este viernes el gobierno armenio se dijo dispuesto a trabajar con el grupo de mediación copresidido por Rusia, Estados Unidos y Francia, para instaurar un alto el fuego. Sin embargo, para Azerbaiyán la solución del conflicto exige la retirada armenia de este enclave situado en su territorio.
Si Armenia quiere terminar con esta escalada (…) debe poner fin a la ocupación», dijo a la prensa Hikmet Hajiyev, consejero del presidente azerbaiyano.
A ambos lados de la línea de frente, los habitantes se decían determinados este viernes. «No tenemos miedo, sino orgullo (…) La guerra es la guerra. Las negociaciones son una tontería, tienen que rendirse», dijo Arkadi, de 66 años, residente en Stepanakert.
En el distrito de Fizuli, del lado de Azerbaiyán, los niños fueron evacuados de zonas cercanas a los enfrentamientos, pudo comprobar un fotógrafo de AFP. Muchos hombres se presentaron voluntarios para luchar.
No tenemos miedo», dijo Anvar Aliyev, un taxista azerbaiyano, instando a «recuperar las tierras».
Ambos bandos denunciaron bombardeos sobre zonas civiles. Los separatistas acusaron igualmente a Azerbaiyán de haber destruido un puente que une Armenia con Karabaj.
El Comité Internacional de la Cruz Roja emitió un comunicado expresando su preocupación por los civiles, «atrapados entre dos fuegos», y señaló que numerosas familias «incluido bebés y niños, pasan días y noches refugiados en los sótanos sin calefacción».
También dio cuenta de «cientos de casas e infraestructuras civiles, como escuelas y hospitales, destruidos por la artillería pesada».
El portavoz de la diplomacia armenia afirmó de nuevo el viernes que «el ejército turco combate junto al de Azerbaiyán», algo que niegan las partes interesadas.
Una intervención directa de Turquía marcaría un punto y aparte, porque abriría la puerta a una internacionalización del conflicto en esta región del sur del Cáucaso, donde muchas potencias como Rusia, Turquía o Irán, tienen intereses.
Ambas partes ignoraron los llamados que desde el domingo hace la comunidad internacional a cesar los combates. El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lo reiteró el viernes y reclamó «un fin inmediato de las hostilidades».
Rusia mantiene relaciones cordiales con los beligerantes, dos ex repúblicas soviéticas, pero se posiciona más cerca de Armenia. El Kremlin también mantiene una relación complicada pero pragmática con Ankara.
El jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov y su homólogo iraní Mohamad Javad Zarif mantuvieron una conversación telefónica el viernes por la noche en la que compartieron su «preocupación» por la llegada de combatientes de Siria o Libia.
Nagorno Karabaj es un territorio azerbaiyano poblado mayoritariamente por armenios que proclamó su independencia en 1991, lo cual provocó una cruenta guerra que se saldó con 30.000 muertos. La línea de frente está casi congelada desde entonces, pese a enfrentamientos habituales, pues no se ha firmado ningún tratado de paz.
Los dos bandos se acusan mutuamente de ataques y reivindican haber causado dolorosas pérdidas en el adversario desde que el domingo comenzaron estos combates.
El viernes, Ereván aseguró que el ejército azerbaiyano «había fracasado en su intento de quebrar la defensa armenia». Mientras que Bakú dijo que sus fuerzas habían tomado posiciones en el norte y había forzado a los armenios a retirarse hacia el sur.
Los balances oficiales hablan de al menos 190 muertos: 158 soldados separatistas, 13 civiles armenios y 19 civiles azerbaiyanos. Bakú no han comunicado aún pérdidas militares.
Armenia dice que sus fuerzas han matado a 2.650 soldados azerbaiyanos y Bakú asegura que fallecieron 2.300 militares enemigos.
Fuente: Excèlsior