Es indiscutible la crisis que atraviesan los partidos políticos. No sólo por los datos que arrojan diferentes casas encuestadoras sobre la percepción e identificación de los ciudadanos con ellos, sino por lo que en cualquier plática los ciudadanos comunes opinan.
Esta situación atribuible a sus élites, o como hoy le llaman «órganos de decisión» no es nueva, ni tampoco nos sorprende. A lo largo de los años, los distintos instrumentos de la democracia no han evolucionado con la misma velocidad y efecto como si lo han hecho las necesidades de la población. Por lo que hoy resulta absolutamente aplicable aquella discusión milenaria sobre la naturaleza humana entre Rousseau y Hobbes. ¿El hombre es malo o bueno?
Pero lo que en este momento político y social corresponde, sobre todo a esas elites políticas quienes tienen el poder de profundizar la crisis o resolverla es comprender no sólo el hartazgo y la crisis, sino cuales son las consecuencias de no cambiar.
El FRENA es una consecuencia de ello. Los ciudadanos al sentirse alejados y sin representación, hacen a un lado a las organizaciones políticas y comienzan a organizarse a través de otros mecanismos. En este caso, una persona que sin plataforma política, ideología clara, principios y causas determinadas con exhaustividad o forma de concebir a la democracia constitucional recurre a una serie de acciones y ocurrencias que como única causa tiene derrocar al Presidente Andrés Manuel López Obrador. Así lo ha expresado. Qué López Obrador renuncie. Sin embargo no queda claro el fundamento jurídico, el instrumento legal o la forma constitucional de hacerlo. Tampoco la justificación, y sobre todo la dinámica, el futuro y la circunstancia de las instituciones. Sólo lo siente, lo piensa un poco y actúa, hasta llegar a lo que pudimos ver este fin de semana con la toma de Av. Paseo de la Reforma, Av. Juárez y la pretensión de llegar al zócalo.
Tiendas de campaña vacías, personas simuladas, y luego el daño al país, como hace 14 años lo hizo aquel, al hoy le piden que renuncie. AMLO con su típica actitud se burla, intenta desdeñarlos, los limita y por ende los enaltece creando una cortina de humo. Cada vez más ciudadanos se sienten identificados, se empoderan y al final del día nadie sabe ni qué ofrecen, institucionalmente hablando. Claro, las salidas fáciles son eso: simples y hasta primitivas.
Pero pareciera que los partidos políticos, la oposición y el gobierno no observa ni analiza lo que ocurre en el fondo…pequeños destellos de anarquía efervescente en ascenso. Cualquier pretexto es bueno para demostrarle al gobierno que sus propuestas no los incluyen ni los representan. La oposición en el mismo sentido y bajo el mismo diagnóstico, inamovible.
La única respuesta limitada y mediocre por la importancia del momento es la que ofrece el PAN: una alianza que venza a AMLO. No importa con quién, ni cómo, ni qué. Eso es intrascendente, que sean igual de corruptos o más, que avancen con un criterio de venganza y no de construcción de instituciones, da igual. Tristemente, es lo que tenemos. Es el estado y nivel de la política en nuestro país. Para ser claros es un Estado en retroceso. Porque al final del día saldrán muchos más individuos que propongan lo mismo o peores acciones que el FRENA y/o su dirigente Gilberto Lozano. Insensatez, absurdos,
irracionalidades.
Pero ¿Realmente los actuales dirigentes de los partidos políticos Alejandro Moreno del PRI, Dante Delgado de MC, Marko Cortés del PAN, Jesús Zambrano del PRD y Alfonso Ramírez de Morena, lo comprenden? ó Esperarán hasta que la olla de presión estalle.
Es pregunta….
