Hoy arranca la Temporada N° 101 en la historia de la NFL, y decir que entramos a una nueva era de la liga podría parecer una frase trillada y poco imaginativa. Solo basta con mirar en el espejo retrovisor para percatarnos de todo lo que ha acontecido desde que los Kansas City Chiefs levantaran el Vince Lombardi Trophy en el Hard Rock Stadium de Miami el pasado 2 de febrero para entender que no es ninguna exageración.
Echamos un vistazo a los acontecimientos más importantes de los últimos meses, para entender cómo han preparado el escenario hacia una temporada regular de NFL que será, de muchas maneras, inolvidable.
A diferencia del contrato colectivo de trabajo previo, cuya negociación involucró un cierre patronal por parte de los propietarios de la NFL, las negociaciones en esta ocasión resultaron sorpresivamente dóciles y expeditas. La liga acordó con el sindicato de jugadores un nuevo acuerdo laboral un año antes de que expirara el anterior, y aunque no lo sabíamos en ese momento, ese hecho sirvió para preparar un marco de trabajo entre la NFL y la NFLPA que fue crucial en la creación de protocolos sanitarios en los meses futuros.
Hubo varios cambios importantes acordados en estas reuniones, notablemente la ampliación de plantillas de días de juego, ampliación de las escuadras de prácticas, ampliación de los playoffs, de 12 a 14 equipos, la eliminación de las sanciones a los jugadores por violaciones a la política de abuso de sustancias, y una nueva repartición en los ingresos y nuevos beneficios para los jugadores.
Nada sacudió más al mundo que la pandemia de coronavirus. La enfermedad se propagó por todos los continentes y, en el ámbito deportivo, perjudicó a todos, desde el balompié, automovilismo, baloncesto, béisbol, hasta los Olímpicos. La NFL gozó de un lujo que no todos tuvieron: tiempo. La liga se vio obligada a suspender todas las actividades de temporada baja, y llevó el draft de forma virtual.
La temporada que está por comenzar lucirá muy diferente a las usuales. Un número importante de estadios estarán vacíos, y en aquellos donde haya fanáticos, lo será en números. La liga también impuso una serie de normas respecto a los viajes de los equipos, y ahora, hasta intercambiar jerseys estará prohibido.
Un número potencialmente pequeño de jugadores intentará jugar con una mica especial desarrollada por la marca Oakley, con el objetivo de cubrir la parte de la boca, pero la mayoría de jugadores, especialmente los veteranos, la ha rechazado.
Además, la NFL ofreció a los jugadores –como debe de ser– la posibilidad de declinar participación en la campaña, por preocupaciones en torno al virus. Ningún equipo se verá más afectado por las ausencias con este motivo que los New England Patriots, quienes estarán sin el linebacker Dont’a Hightower, el safety Patrick Chung y el tackle ofensivo Marcus Cannon, entre otros.
Después de la pandemia, el mundo no volverá a ser el mismo. Algunos de los cambios respecto a las normas de sanidad y limpieza que instauró la NFL han llegado para quedarse, por más que en el emparrillado se siga tratando de un deporte contacto.
Hablado de los Pats será extraño ver bajo centro a un quarterback que no portará el N° 12. Este año, Cam Newton se mudó a New England para sumir el rol titular, y cubrir el hueco que, meses antes, dejó Tom Brady con su partida a los Tampa Bay Buccaneers. Rob Gronkowski salió del retiro para unirse con Brady en Tampa. Philip Rivers también cambió de aires, dejando a Los Angeles Chargers para unirse a los Indianapolis Colts.
Otros nombres de jugadores a los que podríamos tardar en acostumbrarnos con colores nuevos son DeAndre Hopkins con los Arizona Cardinals, Stefon Diggs con los Buffalo Bills. DeForest Buckner con los Colts, Jamal Adams con los Seattle Seahawks, y Everson Griffen con los Dallas Cowboys.
No sé ustedes, pero nunca se me ha quitado la sensación de extrañeza cuando veo fotos de Emmitt Smith con el uniforme de los Cardinals, Johnny Unitas con el jersey de San Diego, o Johnny Unitas vistiendo los colores de Los Angeles Rams.
Dos majestuosos inmuebles harán su debut como casa de la NFL. El SoFi Stadium que compartirán los Rams y Chargers en Inglewood, California, verá su primera acción en el domingo por la noche de la Semana 1, cuando los Cowboys visiten a los Rams.
En Las Vegas, el vistoso y ya emblemático Allegiant Stadium de los Las Vegas Raiders celebrará su primer partido de fútbol americano profesional en la Semana 2, con la visita de los New Orleans Saints.
A diferencia de los equipos angelinos –que ya se habían establecido en la ciudad, utilizando otros estadios como casas temporales–, los Raiders sí disputarán su primera temporada lejos de su antiguo hogar, Oakland. En ambos casos, se trata de un debut que estará lejos de lo que se había imaginado cuando dieron la patada inicial a ambos proyectos, y con una presencia mínima de personas.
El asesinato de George Floyd a manos de policías en Minneapolis prendió una chispa de movimientos sociales alrededor de los Estados Unidos e, incluso, en otras ciudades del mundo. Los jugadores no se mantuvieron al margen.
Varios equipos salieron a marchar pacíficamente a las calles, unidos, y un sinnúmero de jugadores anunciaron iniciativas de justicia social a una magnitud que nunca se había visto. Bajo la presión de los jugadores, la NFL –y el comisionado Roger Goodell– se vieron obligados a doblar las manos, y elegir un lado de la discusión. Por primera vez en la historia, Goodell respaldó públicamente a los jugadores y al movimiento de ‘Black Lives Matter’, un avance crucial. Más tarde, Goodell admitió públicamente que se la NFL se equivocó con el ex quarterback de los San Francisco 49ers, Colin Kapernick, cuando, hace años, la liga le cerró las puertas después de que él llamara la atención hacia los problemas de injusticia racial y desigualdad social en los Estados Unidos hincándose durante la ceremonia del himno en los partidos.
Hoy Kaepernick regresa a la NFL, aunque solo de forma virtual. El pasador fue incluido en la versión más reciente del videojuego «Madden», como agente libre.
En otro hecho inédito, la NFL permitirá a los jugadores portar calcomanías en sus cascos alusivos a mensajes de justicia social.
Derivado de las protestas contra el racismo sistémico, se volvió a encender una exigencia que se había hecho desde hace años contra la franquicia de Washington: dejar de usar el nombre racista que identificaba al club.
Movido por las protestas, la presión mediática, y algunas amenazas de sus patrocinadores, el propietario de la franquicia, Daniel Snyder, finalmente cedió y dio marcha atrás, años después de aseverar que jamás le cambiaría el nombre a la organización.
Eventualmente, llegará un nuevo nombre y un nuevo logo, pero, mientras tanto, Washington portará los uniformes más elegantes en la liga para la temporada.
Desde que se fijó por primera vez, en 1994, y se fija a partir de un porcentaje de los ingresos de la liga en el año previo, de modo anual. Desde su incepción, el tope salarial se ha inflado desmesuradamente hasta alcanzar los 198.2 millones de dólares por club para el 2020. Sin embargo, esa tendencia al alza podría desaparecer el año que viene.
Una de las secuelas de la pandemia será una caída en los ingresos de la NFL. A partir de allí, algunos especialistas han proyectado que el tope salarial del 2021 podría mantenerse plano, o quizás, disminuir. Otros analistas creen que la liga puede «pedir prestado» de topes futuros para evitar dicha caída. Con contratos televisivos próximos a renegociarse, la NFL espera una inyección importante de dinero en el 2022, aunque las negociaciones se van intensificando desde ahora.
Si el tope salarial no aumenta gran cosa, o disminuye, será interesante ver cómo lidian los clubes con esa limitación financiera cuando traten de firmar contratos en el próximo receso de temporada.
Hablando de contratos, el presente receso de campaña vio números astronómicos en varios convenios importantes. El más notorio fue el del quarterback Patrick Mahomes, quien firmó una inusual extensión de contrato –para la NFL– de 10 temporadas y con un valor máximo de 503 millones de dólares que supone ser el más grande para cualquier liga deportiva estadounidense. Aunado a los dos años que le restaban en su acuerdo de novato, incluyendo la opción al quinto año de ese convenio de novato, Mahomes queda vinculado con los Chiefs por 12 temporadas.
Mahomes no fue el único que vio engrosar su cartera de modo significativo. El quarterback Deshaun Watson recientemente finalizó un acuerdo por cuatro años y un máximo de 160 millones de dólares que, de hecho, le entregará más dinero a lo largo de los siguientes cinco años que el pacto de Mahomes, gracias al modo en que está estructurado este último.
Fuera de esas posiciones, también hubo una buena repartición de billetes. El safety Budda Baker de los Cardinals, el centro Ryan Kelly de los Colts, el esquinero Jalen Ramsey de los Rams, el ala cerrada George Kittle de los 49ers, el corredor Christian McCaffrey de los Carolina Panthers, el tackle ofensivo Laremy Tunsil de los Houston Texans, el ala defensiva Joey Bosa de los Chargers y el tackle nariz Kenny Clark de los Green Bay Packers firmaron, todos ellos, contratos récord para sus respectivas posiciones.
Por años, los propietarios de la NFL han querido expandir la temporada regular, y una de las propuestas más lógicas para servir como contrapeso, y una que los jugadores podrían aceptar, es la reducción, o incluso desaparición de la pretemporada.
Hace algún tiempo, los jugadores titulares participaban en los partidos de exhibición una cantidad significativa de jugadas: era un medio para ponerse a punto para la campaña regular. Recientemente, sin embargo, se ha convertido en la arena donde se deciden las batallas por plazas en la plantilla.
Entre las cosas que borró la pandemia, estuvo la pretemporada del 2020, un hecho que, sin querer, servirá de termómetro a cómo puede lucir una temporada regular sin los juegos de exhibición. Algunos creen que nos espera una temporada con un nivel menor al que estamos acostumbrados, al menos en las primeras semanas, en lo que los jugadores agarran ritmo. Es enteramente posible, entendiendo que si en el futuro desaparece la pretemporada –lo que parece inevitable– no desaparecerá junto con el resto de las actividades de temporada baja que, en este año, van a influir en la campaña regular.
Los Patriots nos han malacostumbrado en el último par de décadas, haciéndonos creer que mantener a un equipo competitivo a lo largo de los años, y seguir ganando Super Bowls, es sencillo. No lo es.
Se necesitan un conjunto de factores que deben combinarse en el momento adecuado. La continuidad es uno de ellos. Kansas City viene de un campeonato de donde, sorpresivamente, sale sin bajas importantes. Típicamente, los equipos campeones pierden a un montón de jugadores en la agencia libre y a coaches asistentes. El núcleo campeón de los Chiefs vuelve intacto.
Si en los últimos años, hemos visto a un equipo con buenas posibilidades para prolongar su reinado –aparte de los Patriots– es el actual campeón. El primer paso hacia ese objetivo hay que darlo ante, en casa, ante los Texans, en este jueves por la noche. No hay mejor platillo para iniciar una temporada que, por momentos, parecía estar en riesgo, que ver el choque entre dos potencias de la AFC.
Sea que los Chiefs logran hilar una segunda victoria de Super Bowl o no –no hemos tenido al mismo campeón en años consecutivos desde que New England lo hiciera al término de las temporadas del 2203-2204–, o que otro equipo les arranque la corona, nos aguarda una temporada que será imposible de olvidar.
Fuente: ESPN