La mayoría de la gente se contagia inhalando el coronavirus que circula en partículas suspendidas en el aire. Esta es la gran novedad que acaban de introducir en sus guías los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), el gran organismo estadounidense para la vigilancia de epidemias. Este factor es de gran importancia a la hora de incidir en la ventilación exhaustiva de los espacios interiores y en la recomendación de trasladar las actividades al exterior en la medida de lo posible. La transmisión por contacto con superficies, a la que se dedican muchos recursos en limpieza y guantes, sería en cambio poco habitual.
Esta actualización del centro epidemiológico de EE UU explica que el contagio se produce “a través de gotitas respiratorias o pequeñas partículas, como las de los aerosoles, que se producen cuando una persona infectada tose, estornuda, canta, habla o respira”. Y añade: “Estas partículas pueden inhalarse por la nariz, la boca, las vías respiratorias y los pulmones y causar una infección. Se cree que esta es la forma principal de propagación del virus”. Es posible, explica la CDC, que la covid-19 se propague a través de las gotitas y las partículas en el aire que se forman cuando una persona infectada “tose, estornuda, canta, habla o respira”. “Existe una creciente evidencia de que las gotas y las partículas en el aire pueden permanecer suspendidas y ser inhaladas por otros, y viajar distancias más allá de los dos metros (por ejemplo, durante el ensayo de un coro, en restaurantes o en clases de gimnasia)». Y advierte: «En general, los ambientes interiores sin una buena ventilación aumentan este riesgo”.
Además, este organismo médico añade que esta enfermedad se propaga “fácilmente” de una persona a otra, un matiz que aparece por primera vez en esta actualización. No obstante, advierten los especialistas, que se contagie por el aire no lo convierte en algo tan contagioso como el sarampión, otra enfermedad que se propaga por el aire, pero con una capacidad de infectar muchísimo mayor y que permanece horas en una habitación.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció en julio la existencia de esta vía aérea de contagio, que hasta entonces despreciaba, aunque solo como una posibilidad que necesitaba más evidencias. Pocas semanas después llegó la “pistola humeante” que buscaban: un estudio mostraba partículas del virus capaces de contagiar a cinco metros de distancia. Desde el comienzo de la pandemia se consideraba que el modo de contagio más habitual eran las gotitas despedidas por un enfermo al toser o hablar que acababan en las mucosas de otra persona, como boca, ojos o nariz. Esta vía sigue vigente, por lo que la distancia de seguridad de dos metros y la necesidad del uso de mascarillas no cambia nada en este sentido.
“En general, los ambientes interiores sin una buena ventilación aumentan este riesgo”, asegura la CDC, «por ejemplo, durante el ensayo de un coro, en restaurantes o en clases de gimnasia”
Pero las palabras de la CDC recalcan que la “principal vía” es la inhalación de partículas microscópicas contagiosas, los llamados aerosoles, que permanecen suspendidos en el aire después de salir de la boca o la nariz del contagiado. El tiempo que estas partículas permanecen flotando, en riesgo de acumularse y contagiar a alguien, depende sobre todo de la ventilación. Por este motivo, los especialistas insisten en la necesidad de trasladar al exterior todas las actividades que sea posible, donde se ha observado que el contagio es casi 20 veces menos probable, precisamente porque las partículas contagiosas se diluyen de inmediato con el aire. “En interiores, la ventilación debe ser permanente, ventanas abiertas siempre, no puedes dejar que se acumule. Pero lo más eficaz es hacerlo todo afuera”, recuerda el científico José Luis Jiménez, de la Universidad de Colorado, en constante discusión con la OMS para conseguir que acepten la importancia de los aerosoles.
Muchos de los grandes eventos supercontagiadores, en los que se dan buena parte de los brotes, suceden en circunstancias en las que los aerosoles han podido ser un factor determinante. Es lo que sucedió en uno de los hitos de la pandemia: el ensayo del coro de Skagit, en Washington, celebrado el 10 de marzo. “Las personas que asistieron se adhirieron a las recomendaciones para evitar la transmisión por contacto cercano”, resaltaba la especialista Lidia Morawska. No se saludaron con la mano ni hubo besos o abrazos, y usaron desinfectante de manos, procurando no toquetear objetos. Lógicamente, pudo haber algún fallo en sus precauciones. Del mismo modo, un restaurante chino en el que se contagiaron los comensales de las mesas contiguas, algunos a más de cuatro metros, mostraba que la falta de ventilación con el exterior fue el único motivo de contagio. “El mayor riesgo se da en los espacios cerrados y abarrotados, salvo si la ventilación es eficiente”, zanjó Morawska, autora principal de la carta que ha doblegado a la OMS.
Fuente: El País