¿Dónde estaban Marcelo, Ebrard Martha Bárcena y Juan Ramón de la Fuente el martes durante la 75 Asamblea de las Naciones Unidas?
Andrés Manuel López Obrador presentó una de las más pobres exposiciones de que se tenga memoria en un foro que al país le ha sido favorable, salvo episodios para olvidar como el de Muñoz Ledo.
Como pocas veces la representación mexicana fue vacía, ajena al concierto internacional, lejos de los problemas mundiales como el Covid-19 que ha hecho de la muerte una estadística cotidiana.
Los compromisos del Milenio, el Acuerdo de París y la erosión de los ecosistemas, los regímenes autoritarios, el flagelo del narcotráfico, la discriminación de género, la violencia contra las mujeres y la persecución de los migrantes; entre otros fueron los temas de los mandatarios que sabían dónde y porqué estaban ahí.
La de México es una cultura conocida ampliamente en el mundo, el avión presidencial es una vulgar nave frente a las que transportan a los líderes árabes, a Donald Trump, Ángela Merkel o Vladimir Putin; ellos y otros hasta hace unos años negociaban a la par del jefe del Estado Mexicano, sin complejos, a la altura de la undécima economía del mundo.
¿No lo saben el Canciller, la Embajadora en Washington y el Embajador ante las Naciones Unidas?
El discurso de AMLO fue de las fantasías a las mentiras: las inversiones nacional y extranjera se están alejando todos los días, la caída del empleo es dramática, se han perdido millones de empleos que no se van a recuperar. Los especialistas señalan a México como el país del continente que registrará la más alta debacle de la economía, como no se ha sufrido en 100 años.
Todos los días en los medios hispanos de Estados Unidos se da cuenta de la persecución de ICE contra los mexicanos indocumentados, sobre todo contra mujeres y niños, y todavía su presidente presume las remesas como si fuera un logro y no dinero manchado de sangre.
Las cosas están mal. El presidente está solo con sus limitaciones, que son muchas. No lo ayudan y parece que tampoco se deja ayudar.
Con el discurso ante Naciones Unidas solo se confirmó que la política exterior es inexistente, pero lo mismo pasa con el resto de las áreas del gabinete, los titulares prefieren guarecerse en el anonimato con tal de no sufrir el escarnio de palacio.
Hacienda hace presupuestos y proyecciones con pánico de recibir una reprimenda mañanera, Herrera lo ha sufrido en carne propia y lo acaba de sentir Yorio con el tema del endeudamiento. Ya veremos si se confirman las versiones de otro cambio de secretario.
El resto del área económica ya cayó en la resignación por la ausencia de inversión, el crecimiento del desempleo, el cierre de empresas, la pobreza y la crisis de la que de plano no salen el turismo o la industria de la construcción.
La inseguridad ya escaló de tal manera que los muertos de López Obrador el año pasado fueron 36,476, se calcula que este año serán más de 40 mil, lo que se traduce en el fracaso de las corporaciones.
En las Fuerzas Armadas el presidente ha encomendado mucho más de lo que pueden y saben hacer, lamentablemente tanto el General como el Almirante han preferido complacer al jefe que asumir el rol histórico que la vida les ofrece, por cierto no se trata de alzamientos o insurrecciones, no, solamente que, como sus antecesores hagan la parte que saben y les corresponde y declinen aquello que está fuera de sus capacidades y responsabilidades.
En materia de Educación y, sobre todo, Salud basta con recurrir al clásico, el ciclo escolar y la pandemia están más allá de la CATÁSROFE.