En las fotografías satelitales de Google Earth, la refinería “Lázaro Cárdenas” de Pemex, es como una península árida ubicada en el sureste de Minatitlán, Veracruz, rodeada por un lienzo verde, bordeada por el río Coatzacoalcos, que parece retorcerse para alejarse de ella en su camino al mar.
Durante décadas, ha sido fuente de riqueza y motor de desarrollo en el sur del estado, pero también foco de contaminación, enfermedad y muerte.
Desde el punto de vista medioambiental, es un ecosistema de tubos y estructuras metálicas, bajo nubes de desechos de petróleo, en una superficie de 825 hectáreas, donde el bosque alto de bejucos, caobas, abates y plantas epífitas que permanecen siempre verdes, dieron paso a un enjambre de plantas de destilación, catalíticas, reformadoras y de hidrodesulfuradoras, entre calderas, turbogeneradores, unidades desmineralizadoras y torres de enfriamiento.
En sus inmediaciones está el testimonio de sus descargas: mojarritas blancas inertes, flotando de perfil, entre pequeñas islas de espuma con ese matiz brillante del petróleo, junto a colonias de lirio, bordeadas por oleadas de partículas, de aquellas que al meter la mano se pegan a la piel como salitre.
Y en el aire el característico olor de esas chimeneas por donde salen a montones toneladas y toneladas de los, pomposamente llamados, gases de efecto invernadero, que se han vuelto la monserga para los habitantes de esa región del país.
Antonina Alonso Facundo, presidenta de la Federación de Sociedades Cooperativas Pesqueras de la Cuenca Media y Baja de Minatitlán, denunció que los derrames de combustóleo y los depósitos de coque en el suelo y mantos de agua vecinos de las instalaciones petroleras, se han convertido en peligrosas fuentes de contaminación para el ecosistema local, lo mismo que las descargas de gases al aire, lo cual genera enfermedades a la población, la cual ignora la magnitud, pero resiente las consecuencias en el deterioro de la salud.
Es como un impuesto por tener de vecina a la que en muchas ocasiones se oye decir es una de las principales refinerías de América Latina y donde algunos han encontrado la forma de superación económica.
Dijo que a consecuencia de la contaminación del río Coatzacoalcos y sus ramales, paulatinamente a través de los años, han bajado considerablemente los volúmenes de pesca. Además, la población, rechaza lo poco que se logra sacar, ante el miedo a que lo pescado esté contaminado. Informó que alrededor de 4,000 familias de la región dependen de la pesca y constantemente están siendo afectados por la contaminación que genera la refinería.
Por su parte, Gabriel Schultz Gordillo, dirigente agrario en la zona, denunció que en los últimos ocho años se han registrado varias descargas de petrolíferos de la refinería al arroyo San Francisco, que es un brazo tributario del río Coatzacoalcos, que viene desde Oaxaca y desemboca en el mar.
Indicó que se han hecho varios estudios en las zonas contaminadas, los cuales han documentado que las descargas no solo son de petrolíferos ligeros, sino pesados, que son los que se alojan y permanecen en el fondo de esos cuerpos de agua y mata todo lo que ahí se encuentra.
Ambos pescadores traen en su celular decenas de fotografías y videos que muestran como evidencia de la contaminación de la refinería. Y eso es solo una parte de un problema que apesta.
La refinería “General Lázaro Cárdenas” se localiza en el municipio de Minatitlán, en el sur de Veracruz.
Inició operaciones en 1956 y en 2011 concluyó su reconfiguración para introducir procesos de conversión profunda. Abastece a la región sur-sureste del país.
Cuenta con 32 plantas, seis calderas, tres turbogeneradores, dos unidades desmineralizadoras y 10 torres de enfriamiento.
Al igual que las refinerías de Cadereyta y Ciudad Madero, tiene instalaciones de proceso de coquización con capacidad de 55,800 barriles diarios.
Cuenta con una capacidad de refinación de 285,000 barriles diarios. Sin embargo, en los últimos años había venido reduciendo sus niveles de ocupación. En 2013 operaba a 64% de su capacidad; en 2016 a 39% y, al cierre de 2018, a 12 por ciento. A junio de 2020 procesaba 88,157 barriles diarios, es decir, 30.95% de su capacidad.
No obstante, se espera que incremente sus volúmenes de refinación, debido a la decisión del gobierno federal de que el Sistema Nacional de Refinación (SNR) en su conjunto logre que el país alcance la autosuficiencia en el abasto de combustibles. Para ello, se emprendió un programa de rehabilitación de las seis refinerías que hay en México y, a diciembre de 2019, la de Minatitlán, llevaba un avance de 52 por ciento.
De acuerdo con el director general de Pemex, Octavio Romero Oropeza, a mayo pasado, ya se había logrado aumentar la capacidad de procesamiento de crudo del SNR en su conjunto, en 14% y la producción de combustibles en 18%, respecto de diciembre de 2018, logros, dijo, cimentados gracias a los mejores resultados brindados por las refinerías de Cadereyta, Minatitlán y Salamanca, después de que varias de sus plantas recibieron mantenimientos preventivos y correctivos.
Emisión de contaminantes
Minatitlán, junto con Coatzacoalcos y Acayucan, forman parte de la cuenca atmosférica de Coatzacoalcos, la cual ocupa un área de 5,928 kilómetros cuadrados en la que viven más de 350,000 personas, quienes son los que padecen las consecuencias de la expulsión de contaminantes de esta refinería y las demás fuentes de emisión en esa área.
De acuerdo con el Programa de gestión, para mejorar la calidad del aire en el estado de Veracruz de Ignacio de la Llave (ProAire 2018), elaborado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y el Gobierno del estado, en la cuenca Coatzacoalcos, Minatitlán y Acayucan, la fabricación de productos derivados del petróleo y del carbón genera al año 849 toneladas de partículas con diámetro aerodinámico inferior a 10 micras (PM10); 679 de partículas con diámetro aerodinámico inferior a 2.5 micras (PM2.5); 13,400 de bióxido de Azufre; 2,731 de monóxido de carbono; 4,215 de óxidos de nitrógeno; 194 de compuestos orgánicos volátiles y 10 millones 319,299 de bióxido de azufre.
A escala estatal, la fabricación de productos derivados del petróleo y del carbón genera al año 854 toneladas de partículas MP10; 684 de PM2.5; 13,401 de dióxido de azufre; 2,789 de monóxido de carbono; 4,285 de óxidos de nitrógeno; 198 de compuestos orgánicos volátiles; y 10 millones 486,837 de dióxido de carbono.
Se estima que al cierre de 2020 se hayan generado en el año 918 toneladas de partículas PM10; 735 de PM2.5; 14,402 de bióxido de Azufre; 2,998 de monóxido de carbono; 4,606 de óxidos de nitrógeno y 11 millones 270,818 de dióxido de carbono.
Según el informe anual 2019 de Pemex, a diciembre del año pasado, el índice de emisiones de gases de efecto invernadero obtenidos en los procesos que realiza Pemex, “sufrió un aumento” respecto de lo reportado en el mismo periodo del año anterior para el proceso de crudo en las refinerías, derivado de mayor volumen de gas enviado a quemadores en las refinerías de Salamanca, Tula y Minatitlán, se incrementó 14 por ciento.
En todo el SNR, el índice de emisiones de gases de efecto invernadero en el proceso de crudo en las refinerías, las toneladas de dióxido de carbono equivalente sobre miles de barriles (tCO2e/Mb) se incrementó 5.67 puntos al pasar de 59.67, en 2018 a 55.53, cuando la meta para 2019 era de 48.44.
Impacto en la calidad del aire
La contaminación del aire en la zona no es un asunto nuevo. De acuerdo con el Informe nacional de la calidad del aire 2018 del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, en 2014, en Minatitlán, el número de días con concentraciones de contaminantes del aire por arriba de los límites permitidos por las normas en la materia fue de 11; para 2015 se incrementó a 22; en 2016 a 37 y para 2017 bajó a seis y en 2018 fue de tres.
En tanto, los resultados de un análisis de la calidad del aire, consignado en ProAire Veracruz 2018, en cuanto a monóxido de carbono y bióxido de azufre, en Minatitlán se cumple con la norma oficial mexicana en la materia, pero no en la de ozono, dióxido de nitrógeno y partículas (PM10 y PM2.5).
Al comparar la magnitud de los casos que no cumplen con las guías de calidad del aire (GCA), se identifica que bióxido de azufre está a más de seis veces el valor recomendado, el ozono a 1.5 veces el valor referido y los valores de las partículas oscila entre 2 y 3.5 veces el valor de la guía.
Si se analizan los datos de 2013 y 2014, en materia de dióxido de azufre, el indicador de máximo anual de promedios de 24 horas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que es de 20 microgramos por metro cúbico (μg/m³) y en 2013 fue de 120 y en 2014 de 139.
En dióxido de nitrógeno el límite es de 200 microgramos por metro cúbico y la marca de 2013 fue de 220 y la de 2014 de 447.
En ozono, el máximo anual de promedios móviles de ocho horas, según la OMS, es de 100 microgramos por metro cúbico y en 2014 fue de 151 y en 2014 de 161.
En partículas PM10, el límite de la OMS, en promedio anual de promedios de 24 horas, es de 20 microgramos por metro cúbico y en 2013 fue de 57 y en 2014 el registro fue de 45, mientras que en PM2.5 la norma indica promedio anual de promedios de 24 horas 10 microgramos por metro cúbico y en Minatitlán en 2013 fue de 35.8 y en 2014 de 21.6 microgramos por metro cúbico.
Consecuencias en la salud
A escala mundial, la contaminación del aire es el mayor riesgo ambiental a la salud humana. De acuerdo con la OMS, en 2012 murieron 3.7 millones de personas por la contaminación del aire.
La relación entre la exposición a contaminantes atmosféricos y la aparición de efectos adversos en la salud se encuentra ampliamente documentada.
Estos efectos incluyen, entre otros, el cáncer de pulmón, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, infartos cardiovasculares y respiratorios, la exacerbación del asma, el incremento en las tasas de incidencia de la infección respiratoria aguda y la ocurrencia de mortalidades en los grupos poblacionales más sensibles, como los adultos mayores, niños menores de cinco años y población con enfermedades respiratorias preexistentes.
Estos efectos en la salud se ven reflejados también en un mayor uso de los servicios de asistencia hospitalaria (consultas, visitas a salas de emergencia y hospitalizaciones) por causas respiratorias y cardiovasculares, así como en la pérdida de productividad por incapacidades por enfermedad y días de actividad restringida.
De acuerdo con informes de la Secretaría de Salud, el estado de Veracruz presenta una tasa promedio de incidencia de infecciones respiratorias agudas de 17,318 casos por cada 100,000 habitantes. Esta tasa es menor que el promedio nacional de 22,846 casos por cada 100,000 habitantes, según las indicaciones de la Secretaría de Salud.
De manera similar, pero en menor proporción, ocurre con el asma y episodios asmáticos en los cuales el Estado tiene una tasa de incidencia de 229 casos por cada 100,000 habitantes frente al promedio nacional de 280 casos por cada 100,000 habitantes.
El análisis de la incidencia de enfermedades cardiovasculares muestra que, para el caso de las enfermedades isquémicas del corazón, el estado de Veracruz presenta una tasa de incidencia de 62.29 casos por cada 100,000 habitantes, ligeramente menor al promedio nacional de 69.89 casos.
En relación con las enfermedades cerebrovasculares, esa entidad presenta una tasa de incidencia promedio de 43.33 casos por 100,000 habitantes, superando el promedio nacional de 33.93.
Según reportes del gobierno del estado, Veracruz tiene una tasa de incidencia menor que la del promedio nacional para la mayoría de las enfermedades relacionadas con la contaminación atmosférica. Sin embargo, si se analizan los indicadores en la materia a escala municipal, es posible identificar problemáticas localizadas en algunos de los municipios.
Minatitlán es uno de los tres municipios veracruzanos donde marcadamente se supera el promedio nacional en la tasa de infección respiratoria aguda por cada 100,000 habitantes. Es también uno de los tres municipios con mayor incidencia de infecciones respiratoria agudas.
Estimaciones del gobierno estatal señalan que en Minatitlán 119 muertes al año son potencialmente atribuibles a la contaminación del aire y representan 14% de las existentes, principalmente debido a la alta concentración de partículas PM2.5.
Tan solo una muerte por esta causa sería una tragedia, pero en ese lugar son más de 100 al año, lo cual implica tomar acciones para contener la degradación ambiental generada por la refinería y las demás fuentes de contaminación en el sur veracruzano, donde la contaminación se escucha, ve, siente, huele y sabe a residuos de petróleo.
Fuente: El Economista