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Pobreza y falta de acceso a tecnología obstaculizan aprendizaje en nuevo ciclo

Publicado por
Aletia Molina

Este 24 de agosto, los hijos de Rafael no iniciaron el nuevo ciclo escolar a distancia con clases por televisión. Los dos adolescentes de 12 y 14 años seguirán haciendo lo mismo que todos los lunes desde que se suspendió la ida a la escuela, en marzo, a causa de la epidemia de COVID-19: le ayudarán a su padre en la milpa, sembrando maíz y frijol para el autoconsumo.

Rafael, sus hijos y su esposa, pertenecen al pueblo indígena ódami. Viven en Baborigame en el municipio de Guadalupe y Calvo, en Chihuahua, en pleno triángulo dorado, donde los grupos del narcotráfico reinan con la siembra y el trasiego de amapola.

Los adolescentes que deberían iniciar el segundo y tercer grado de secundaria no tienen en su casa televisión. Hace unas semanas cayó un rayo cerca de su hogar y se las descompuso.

Contar con el aparato tampoco les aseguraba seguir las lecciones, donde viven no llega la señal de TV abierta. Aquí las familias que cuentan con televisión solo la usan para ver DVD’s. A algunos, pocos, les alcanza para el servicio de paga.

De acuerdo a la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2019 (Endutih) del Inegi, 92.5% de las familias en México cuenta al menos con un televisor; pero solo 76.5% de ellas cuentan con al menos uno de tipo digital.

De estos, 96% reciben la señal de manera digital, por televisión de paga o con un decodificador.

La radio, el otro medio masivo por el que se transmitirán las clases, de acuerdo a lo planeado por la Secretaría de Educación Pública (SEP), tampoco es una opción en esta zona. La mayoría de las familias o no tienen el aparato o estos no captan muchas de las estaciones.

Los hijos de Rafael tampoco tienen computadora ni acceso a internet. La familia solo cuenta con un celular básico que usa el padre para recibir llamadas y mensajes de texto y no sirve para WhatsApp.

Así que desde marzo pasado, los adolescentes no han tenido contacto con sus maestros. Algunos de sus compañeros y compañeras sí tuvieron comunicación con ellos, vía Whatsapp, y pudieron recoger juegos de copias o cuadernillos para seguir con los deberes escolares. El padre ni siquiera ha podido recoger las calificaciones de sus hijos del ciclo escolar pasado.

La Endutih señala que en México, 86.5 millones de personas son usuarias de telefonía celular, 9 de cada 10 tienen un teléfono inteligente que se conecta a internet. Rafael es de los casi 8 millones de personas que no tienen un equipo así.

Rafael no tiene nunca un trabajo fijo, consigue por semanas o meses como jornalero, en la construcción o en lo que se pueda. La semana pasada consiguió que lo emplearan por ocho días acarreando leña.

Apenas el miércoles pasado pudo pedir permiso para ir a la escuela, a una hora caminando desde su casa, a ver si le daban calificaciones de sus hijos e instrucciones para el siguiente ciclo, pero la encontró cerrada. Así que no tiene idea de si los dos adolescentes podrán ingresar para el nuevo curso ni cómo le harán para seguir las clases.

Como ellos, otros niños de zonas marginadas del país no podrán seguir las lecciones.

Animal Político realizó alrededor de 20 entrevistas con padres de familia y profesores de comunidades indígenas y marginadas de los estados de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Chihuahua, Morelos y Michoacán, y constató que los niños de zonas vulnerables de esos estados no tienen acceso a la tecnología que les permita seguir las clases.

Nereo Cruz de la comunidad de Santa Lucía Mecaltepec, en el municipio de San Carlos Yautepec, perteneciente al pueblo chontal en la sierra sur del estado de Oaxaca, a ocho horas de la capital del estado, cuenta que ahí los niños sólo podrán seguir en sus deberes escolares por medio de cuadernillos de trabajo.

Él es el agente municipal segundo de la comunidad y tiene un hijo en preescolar. En Santa Lucía unas pocas familias tienen televisión, pero no llega la señal de los canales en los que van a pasar las clases. Además, la luz se va mucho en la zona y el servicio tarda en restablecerse, a veces días y hasta semanas.

Por eso en esta comunidad desde que se suspendieron las clases, a principios de abril, los estudiantes de preescolar, primaria y secundaria solo recibieron cuadernillos para seguir con las actividades escolares. En la mayoría de los casos, los profesores no pudieron regresar a recogerlos. “Así terminaron el ciclo escolar pasado. No hay clases y prácticamente no hay estudios”, dijo Nereo.

Los alumnos no pudieron comunicarse con los maestros para resolver dudas. En la comunidad solo se puede acceder a internet a través de fichas que se compran por 10 pesos la hora. “Los padres no tenemos presupuesto para eso y luego hay que estar en un lugar específico para que no se nos pierda la señal”, narró el agente municipal.

De acuerdo a datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en México solo 27% de los estudiantes en áreas rurales tiene acceso a internet en el hogar; contra el 73% de Brasil y el 86% de Chile

Mientras que de los estudiantes de hogares más vulnerables solo 19% tiene acceso a internet, en Panamá ese porcentaje alcanza el 24% y en Colombia el 25%.

El mismo Marcos Bucio, subsecretario de Educación Básica de SEP, reconoció, en la conferencia vespertina del viernes 14 de agosto, que solo 80% de los maestros y maestras estuvieron en contacto con los estudiantes a través de medios electrónicos como el teléfono o el WhatsApp. “Y muchos (no precisó cuántos) en las comunidades más alejadas de manera directa, llevando cuadernos de trabajo”.

El subsecretario también dijo que solo 85% de los estudiantes siguió el programa Aprende en Casa.

Cuauhtémoc Sánchez Osío, director del Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe) – que imparte educación básica en 32 mil escuelas, en comunidades de alta y muy alta marginación– precisó -en otra conferencia- que 46% de los hogares que atiende este sistema no tienen acceso a televisión abierta.

Desde el inicio de la pandemia, aseguró Sánchez Osío, para poder atender a las comunidades más marginadas del país a las que no llega televisión, a las que escasamente llega el radio, “a nuestros 300 mil alumnos de educación básica, que están dispersos en 22 mil localidades de alta y muy alta marginación, les distribuimos cerca de 700 mil cuadernillos, que día tras día le iban indicando a las niñas y niños lo que deberían de hacer en casa”.

Los padres y profesores creen que esos cuadernillos tanto de Conafe como de educación regular no son suficientes.

En Santa Lucía, como en la mayoría de las comunidades de la sierra chontal de Oaxaca, los padres dan por perdidos los últimos meses del ciclo escolar pasado. “Hay certificados, pero sin estudios; hay paso de grados, pero sin tanto aprendizaje”, afirmó Nereo.

Artemio Aranda, coordinador de la zona escolar 023 de educación indígena, que abarca varias comunidades de la sierra chontal de Oaxaca, entre ellas Mecaltepec, confirmó que durante el ciclo pasado solo se pudo tener comunicación con 10 o 15% de los alumnos, de los alrededor de 500 que hay en las escuelas a su cargo.

“Allá muy pocos tienen internet o teléfono para WhatsApp. Señal de televisión no hay tampoco. Y las asambleas comunitarias decidieron no permitir el acceso de gente externa para resguardar a la población del COVID, así que no podíamos ir a buscar a los alumnos. Para calificarlos y que pasaran de año, porque no los podemos reprobar, se promedió con lo de los primeros meses del ciclo y se consideraron otros elementos: el cuadernillo con los que se pudo, registro de actividades en la comunidad”.

Lo peor es que nada cambiará ahora. La SEP y Conafe han dicho que la estrategia para llegar este ciclo a los estudiantes que no tienen acceso a tecnología seguirá siendo la entrega de cuadernillos y los libros de texto. Algo que, al parecer, no se les ha comunicado ni a padres ni a maestros.

Las escuelas de preescolar, primaria y secundaria en Santa Lucía Mecaltepec hicieron inscripciones y reinscripciones. “Pero para dar clases no hay rumbo. Están solicitando que los padres tengan teléfono con WhatsApp para enviar tareas y trabajos y muchas familias no tienen”.

Nereo dijo que en el caso de su hijo, en preescolar, la situación es peor. “Ni la maestra tiene teléfono con WhatsApp. Los niños van a tener que trabajar con cuadernillos. La profesora nos dijo que hasta el 28 de este mes se presentará en el aula, pero nada más para ver si hay alguna alternativa para la clases”.

Artemio dice que ante la imposibilidad de los alumnos de seguir las lecciones por televisión y por internet, “no tenemos bien definido cómo le haremos. Tenemos escuelas de tres municipios y ninguna autoridad ha comentado alguna propuesta para ver cómo hacerle. Ni el gobierno estatal ni el federal han dicho algo preciso y claro”.

Elvi Morales Morales, de 18 años, quien cursa el quinto semestre en el telebachillerato comunitario del municipio de Altamirano, en Chiapas, ya inició nuevo ciclo escolar.

A su casa no llega la señal de televisión. No tiene computadora. En México, de acuerdo a la Endutih, únicamente 44.3% de los hogares cuenta con un equipo de cómputo. Elvi solo cuenta con un teléfono sencillo.

Para conectarse a internet tiene que ir a pescar red afuera de la escuela primaria de la comunidad, a cinco minutos de su hogar. No le queda lejos, pero ahora que no va a la escuela sus padres le piden ayuda para el trabajo en el cultivo del maíz y el frijol que usan para el autoconsumo.

Aunque al menos a ella, dijo, sus padres le dejan tiempo para hacer sus deberes escolares. “Hay compañeros que no los pueden hacer, porque sus padres mejor se los llevan a trabajar al campo”.

Elvi tiene también la ventaja del teléfono, algo con lo que muchos de sus compañeros tampoco cuentan. Sus profesores de la escuela fueron a dejarles cuadernillos para que puedan avanzar en los estudios y la joven les manda por WhatsApp las tareas. También aprovecha ese canal para resolver dudas.

“Todos los días le dedico dos horas a estudiar. Leo las indicaciones y trato de hacer los ejercicios. Si no entiendo, voy a buscar señal para mandarle mis dudas a los maestros, aunque solo dos me responden pronto. También trato de resolver mis dudas buscando en internet. Lo malo es que la conexión es lenta y luego no se descargan los documentos o me cuesta mucho mandar las tareas”.

Los profesores del telebachillerato de Altmirano han optado por ir una vez al mes a dejarles material.

“En mi caso voy un día, les dejo el cuadernillo, y vuelvo al siguiente día a contestar las dudas, por los que no me pueden mandar mensajes de Whats, en realidad son pocos los que los envían, unos cinco de los 50 que tengo en total. Después ya solo regreso al mes siguiente a recoger el cuadernillo ya hecho y a dejarles otro”, narró la profesora Gladys.

Gladys cuenta que cuando ha recogido los cuadernillos se ha encontrado con que los ejercicios están mal hechos, en la mayoría de los casos. “Los veo y solo me rasco la cabeza. Me entregan otra cosa distinta a lo que debían hacer. Pero se los acepto. La Secretaría de Educación de Chiapas nos exige evidencia de que los alumnos trabajan, esté bien o mal”.

Lo que Gladys más teme es que el ciclo escolar deba seguir así hasta enero. “Si estos estudiantes ya tienen un rezago, por todas las carencias que siempre hay en la escuela y para con nosotros los profesores, ahorita nos deben tres meses de sueldo, pues ahora el rezago va a ser peor”, advirtió.

Fuente: https://www.animalpolitico.com

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Aletia Molina