Medio Ambiente

Nuestro país yermo II: Rodrigo Navarro

Publicado por
José Cárdenas

Rodrigo Navarro

La entrega anterior abrimos con el poema La tierra yerma de T.S. Eliott que es en lo que hemos convertido este país. E irremediablemente para allá vamos, según un estudio publicado hace dos días por la Revista Nature, La deforestación y la sostenibilidad de la población mundial. Los autores Mauro Bologna y Gerardo Aquino de la Universidad chilena de Tarapacá, analistas numéricos, adaptando un modelo estadístico combinando determinismo y estocástica, concluyen que hay menos del 10% de probabilidad que nuestra civilización no colapse en un lapso de 20 a 40 años.

A esta misma conclusión llegaron el Dr. Gerardo Ceballos, especialista en extinción y sus colaboradores. “Espero que al despertar de esta pesadilla hallamos aprendido de esta dolorosísima lección y encaminemos nuestra humanidad por un sendero social y ambientalmente más justo. Lo que hoy se encuentra en juego es el futuro de todos los seres vivos y el futuro mismo de la humanidad”

De 2005 a 2009 recibí cinco becas por el Fondo para la Comunicación y Educación Ambiental, FCEA filial del FMCN para cursos sobre Periodismo Ambiental (UIA), Biodiversidad (CONABIO), Cambio Climático (Centro de Estudios de la Atmosfera UNAM), Reforestación (Sierra Gorda) y Agua (UIA). Todos ellos con ponentes de primera como Lorenzo Rosenzweig, Dr. Carlos Gay García, Paul Iredale, la maestra Julia Carabias, la Dra. Cecilia Conde, Paty Ruiz Corso, el Dr. Jorge López Portillo Guzmán, entre muchos otros científico coordinados la mayoría por Javier Cruz Mena, en ese entonces director de Difusión de la Ciencia en la UNAM. El primero lo dirigió mi querido amigo Paul Iredale, en ese entonces instructor estrella de REUTERS.

En el taller de Cambio Climático, los ponentes entre ellos la Dra. Conde, advertían escenarios catastróficos para el planeta y nuestro país al alcanzar ciertos valores (índices) en la concentración de CO2 en la atmosfera, el aumento de la temperatura y el deshielo de los polos que ya comenzó a pasos acelerados. Valores que ya rebasamos con creces en este 2020, en tal solo 13 años.

En ese escenario, pronosticaban para nuestro país, de continuar con esas tendencias en los océanos, nuestros bosques (aunado a los índices de deforestación) y demás ecosistemas, colapsarán. Todo el país será el equivalente a un mezquital, es decir una tierra yerma, árida, desolada con vegetación escasa de matorral, un ecosistema muy empobrecido. Igual de empobrecidos nuestros océanos sin arrecifes, plancton, ni escuelas de peces. Yermos de vida, llenos de plásticos y aguas negras.

Y en un mezquital sucede Pedro Páramo. Es una historia común y repetida. Un hijo que crece sin padre al que, al morir la madre, le pide que lo vaya a ver y le cobre el olvido en que los ha tenido. En el camino encuentra a Abundio Martínez, es quien abre la novela y quien la cierra. Los arrieros comunican, son hombres del camino. En Rulfo el traslado siempre es muy importante.

Recrea de tal manera el habla de los campesinos en nuestro país, que convierte a sus personajes en seres muy genuinos, más que en la realidad. Esa es una cualidad de la literatura y en especial con Juan Rulfo.

Nuestro tiempo histórico es un tiempo lineal. En Pedro Páramo el uso del tiempo es un tiempo mítico, es un tiempo circular. Es un pasado siempre actual, las cosas ocurrieron, pero siguen ocurriendo. Los hechos de repiten. Comienza con la búsqueda del origen.

Comala es un universo, lo que está afuera de Comala es un mundo al que no se puede acceder. Es el mundo de la historia, de los sucesos y de los hechos. En Comala estamos fuera de eso, todo se repite. Lo que sucede en Comala llega de manera desordenada a retazos. Es una especie de tiempo virtual. Hay un presente actual en esta virtualidad, como sucede en las redes sociales donde las noticias se refritean y parecen actuales después de años. El tiempo siempre da la vuelta, no hay orden en los sucesos.

Juan Preciado al llegar tiene la impresión de llegar a un lugar de tiempo suspendido. Las cosas existen y al mismo tiempo no existen. En Pedro Paramo (y en nuestro país) hay una disociación entre el tiempo interno de los personajes, la forma en que perciben la realidad, y la violencia veloz de las acciones. Las acciones suceden muy rápido y ocupan un par de frases. La

percepción de los sucesos es conflictiva y es demorada, toma mucho tiempo.

Juan Rulfo, les da una dimensión interior a los sucesos. Los personajes viven los sucesos de una manera profunda. Los personajes narran a través de sus pensamientos, el flujo de la conciencia es muy importante (influencia de Fulkner).

Un escritor es un mentiroso profesional. Nos embaucan con sus historias dice Juan Villoro.

Juan Preciado no conoce a nadie, pero a él todo el mundo lo conoce. Comala es el limbo, un umbral. Me mataron los murmullos, dice Juan Preciado al morir. Si está en ese limbo, entones él también está muerto. ¡Fallece y la novela continua! Como una historia de fantasmas. Quedan solo voces llevadas por el viento.

Rulfo logra una literatura fantástica de la pobreza. Con una escenografía sin artificios. Son fantasmas tan pobres que vienen de la realidad mexicana que es una realidad pobre. Los fantasmas de Rulfo son almas en pena. Son ánimas tratando de llegar al más allá. Todos ellos han muerto en pecado y no han obtenido el perdón, que obtendrán cuando alguien rece suficiente por ellos. Alguien tiene que salvar a estas almas en pena (¿un caudillo, el apóstol de Macuspana?)

Rulfo es muy crítico de las instituciones. La iglesia, al padre Rentería los santos lo aburren, pero no lo suficiente como para quitarle el insomnio. Es un cínico que acaba yendo a la guerra cristera. Hay una gran religiosidad pero la religión institucional no es un gran consuelo. Son creyentes profundos pero su religiosidad es inútil. Esperan el milagro de que alguien los redima. Una muerte que los salve moralmente. Para no ser almas en pena que repiten su destino una y otra vez.

La gente cree en supercherías. Si llueve y la tierra de una tumba se reblandece, se puede hablar mejor con ese muerto. Una persona que cree en San Pascual Bailón, el día de ese santo, puede resucitar. Los recién muertos pueden hablar más que los que murieron hace mucho. Un muerto que su ataúd se rompió camino al cementerio, es un alma en pena más activa.

La gente no entiende la muerte como parte de la vida. Sin embrago no morirse es también un calvario. Quisieran morirse de verdad. Es terrible. (influencia de Kafka). La fugacidad de las cosas les da un valor extraordinario. Porque las cosas van a terminar, valen la pena para nosotros. Por eso atesoramos fotografías. El instante es pasajero, quizás nunca se repita de nuevo. Los personajes están atrapados en Comala. Salir de ahí terminaría su suplicio.

Esta historia es la historia de aquellos que han sido expulsados del mundo de los hechos (la Historia). Son tan pobres que ni siquiera tienen derecho a que algo les suceda. No tienen propiedad, destino ni historia. Son los olvidados, los expulsados de la historia. Los que ni siquiera pueden tener sucesos. Es la gran parábola del despojo. Gente que se nos cruza en la calle y es como si no existiera. ¿Cuántos millones de mexicanos no pertenecen a esta condición? Antes de la crisis era la mitad de los mexicanos. Después de la pandemia el INEGI calcula la engrosaran 10 millones.

En México las víctimas se criminalizan a sí mismos. Ellos se sienten culpables de algo, pecadores en la mayoría de los casos. Somos un país culpígeno gracias a la educación religiosa. ¿Por qué no podemos salir de Comala (la situación en nuestro país)? La respuesta: Están nuestros pecados de por medio. Tenemos la culpa. Una especie de pecado original, solo que no es por nacer católicos sino por nacer mexicano de la bola. No podemos aceptar que hemos sido despojados. Pedro Páramo es la gran parábola de la exclusión.

Ningún libro en la literatura mexicana expresa mejor la tensión ante la historia de nuestro país y la imposibilidad de incorporarse a ella. ¿Quien escribe la historia? Los ganadores, los que la usufructúan. Los que se adueñaron de ella…

Seguiremos la próxima semana.

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José Cárdenas