Teatros de la Ciudad de México están cumpliendo más de 160 días de haber entrado en suspensión de actividades. Las razones están por demás claras y sin entrar en los detalles que todos conocemos, basta resaltar el hecho de que cómo administradores de espacios culturales nos hemos sumado desde el inicio al objetivo colectivo de preservar la salud y el bienestar de la ciudadanía, y así lo seguiremos haciendo, siempre respetuosos de las instrucciones de nuestras autoridades, y siempre pensando en el público, a quienes nos debemos.
Los integrantes de RECIO (Red de Espacios Culturales Independientes y Organizados de la Ciudad de México) fuimos los primeros en proponer una serie de recomendaciones para atenuar los embates de lo que hace 160 días, ya se veía venir como un fuerte embate económico a todo el sector. Nos apuramos a generar el diálogo con otras instancias de la sociedad civil y con representantes de los diferentes ámbitos de gobierno.
Por instrucciones de las mismas autoridades, convocamos, junto con el Colegio de Productores, a un llamado urgente de unidad gremial nacional, lo que dio origen a ALARTE, la Alianza por las Artes Escénicas: un esfuerzo ciudadano con representatividad de artistas y hacedores escénicos de todo el país, que en tres meses ha conseguido una articulación y organización que no había sido posible en décadas, todo con un único propósito: diseñar, junto con gobierno, estrategias y medidas económicas que ayuden al rescate de un sector que está en peligro de muerte, y del cual depende el ingreso económico y la subsistencia de miles de familias mexicanas.
En el diálogo con autoridades hemos encontrado escucha y simpatía, sin duda. Al final del día entendemos que las personas al frente de las diferentes áreas de gobierno son también seres humanos, rebasados por la realidad, ejecutando dentro de los límites que les han sido instruidos y haciendo lo mejor que pueden con los pocos recursos que tienen. Somos también empáticos y solidarios con ellos. Pero la realidad es que al día de hoy, 160 días después de anunciada la crónica de una catástrofe económica, no se ha logrado concretar nada de manera tangible. Y el agua nos llegó al cuello.
Eso no significa que hayamos dejado de trabajar y de esforzarnos en encontrar economías alternativas. Todos hemos reinventado nuestros modelos de negocio para adecuarse al mundo virtual, hemos creado proyectos escénicos a distancia, transmisiones digitales de funciones sin espectadores, hemos dado talleres, hemos generado contenido gratuito, hemos salido a buscar apoyos y patrocinios, hemos hecho ventas de garaje, de comida, de productos y servicios. Todo esto mientras asumimos nuestro rol y nuestro liderazgo en la comunidad, y nos encontramos tiempo y espacio para estructurarnos como un gremio unido y organizado. Simplemente no hemos parado. Pero no es suficiente. No está siendo suficiente. No es un asunto de falta de creatividad, ni de pereza, ni de falta de voluntad. Es un asunto de economía. Irónico es que hoy estemos trabajando más que nunca y teniendo los ingresos más bajos de nuestras carreras profesionales. La realidad del país y del mundo, es avasalladora.
Tres de los espacios que integran esta Red cerrarán sus puertas de manera definitiva este mes. Porque simplemente ya no está siendo posible sostener su existencia. Y el resto de los espacios de esta Red tienen igualmente los días contados. Y la perdida será invaluable. Pero cuando un espacio cierra, familias enteras se quedan a la deriva. Técnicos, cocineros, meseros, taquilleros, acomodadores, ellos son el primer circulo. Actores, directores, productores, escenógrafos, vestuaristas, iluminadores, coreógrafos, diseñadores sonoros, maquillistas, bailarines, cantantes, ellos son el segundo circulo, y ellos pierden espacios dónde crear, y por ende, fuentes de ingreso. Ellos son el segundo circulo. Y luego están las empresas conexas y las muchas otras personas que también dependen de nuestra existencia para subsistir: diseñadores gráficos, programadores de páginas web, community managers, contadores, publirrelacionistas, periódicos, revistas, cadenas de radio y televisión que nos tienen por clientes. Y finalmente el público, que también pierde la vasta oferta cultural que año con año gestionamos desde nuestros espacios, una pérdida irreparable. Y pierde la ciudad, que difícilmente podrá ostentarse como la Capital Cultural de América, cuando deja morir así a sus espacios culturales.
“No hay dinero” y “tienen que entender” dejaron de ser argumentos aceptables. Tiene que haber dinero y son las autoridades las que tienen que entender… que dejar morir el patrimonio cultural de una sociedad es simplemente inaceptable. ¿Qué sentido tendrá el haber sobrevivido juntos a una pandemia si al final no existe el arte y la cultura para sublimar la tragedia? ¿Dónde encontraremos confort y consuelo después de la devastación?
Si estamos dispuestos a que el cierre de un teatro sea un simple daño colateral de una crisis, entonces, como sociedad tenemos que revisar nuestras prioridades.
Pero no estamos dispuestos a irnos sin dar una última batalla. Este es un llamado urgente, primero a nuestras autoridades, a que se quiten el “NO” de la boca. Necesitamos héroes.
Dentro de las áreas jurídicas, necesitamos héroes que encuentren la forma de dispersar recursos de manera urgente y legal. Desde las Secretarías de Cultura necesitamos héroes que se atrevan a evidenciar el absurdo de ir adelante con el proyecto Chapultepec, con la remodelación del Cine Cosmos y con otra serie de gastos incongruentes cuyos recursos podrían y deberían dirigirse a resolver asuntos importantes.
Necesitamos héroes en todos los ámbitos de gobierno.
Y si el gobierno insiste en no escuchar, entonces necesitaremos héroes fuera del gobierno. Le hablamos ahora a los empresarios, a las grandes marcas, a los pequeños comercios, a los ciudadanos que, cómo nosotros, crean en la importancia de las artes y de la cultura, y que estén en posibilidades económicas de salvaguardar el patrimonio cultural de los espacios culturales independientes, que son espacios de todos y para todos.
Que esto no se entienda como buscar privilegios ni mendigar ayuda. Para nada. Jamás lo hemos hecho y jamás lo haríamos. Les ofrecemos lo mismo que le ofrecimos a gobierno, que compren nuestros productos. Les ofrecemos arte, que no es poca cosa. Tenemos obras de teatro, conciertos, talleres, conferencias, de la más amplia calidad y para todo tamaño de presupuesto. Tenemos un sinfín de productos que podemos ofrecer hoy, en virtualidad. Y si no les gusta la virtualidad, cómprenos hoy los boletos que utilizarán mañana. ¿No les gustan los productos escénicos que tenemos disponibles? Armemos uno nuevo. Inventemos proyectos juntos. Si lo pueden imaginar, en tres meses lo verán sobre un escenario. Así de chingones somos. Lo sabemos, y no es un acto de soberbia. Lo decimos porque creemos, que dejarnos morir sería un grave error. Reunimos a los artistas más talentosos del país y del mundo. Somos capaces de construir universos que jamás nadie ha imaginado.
Los espacios de RECIO necesitan 16 millones de pesos para seguir existiendo y para poder seguir cumpliendo su importante rol de llevar arte y cultura a los ciudadanos y visitantes de la Ciudad de México en 2021.
Necesitamos héroes. El universo de productos y proyectos que ofrecemos en contraprestación por este rescate es enorme. Y prometemos a quien se sume a defender la importancia de las artes escénicas, la mayor campaña de reconocimiento y gratitud jamás antes vista en esta ciudad. Nos aseguraremos de que todo el público que visite nuestras salas sepa que más allá de la ficción, existen los héroes, y que gracias a ellos seguimos vivos.
Dejamos a continuación un correo de contacto por donde podremos iniciar el diálogo con nuestros futuros héroes: [email protected]