Cuando AMLO empezó con esas conferencias diarias, las condiciones políticas y la realidad nacional eran completamente distintas. Entonces parecía imposible que México fuera a ser gobernado por el mismo López Obrador. Sin embargo, las condiciones políticas y la realidad nacional se transformaron, y así, hoy, López Obrador y su proyecto político están en el poder.
Y entonces, los medios de comunicación, no somos una herramienta del poder presidencial ni tampoco el enemigo jurado… Sin olvidar, claro, el argumento que le dio sentido a las mañaneras en aquel lejano 2000, para defender las mañaneras: «Solo yo informo lo que hago, porque los medios, todos, son mis enemigos»… ya desde entonces.
Pareciera que este último argumento, en realidad, antes que un problema para el presidente, fue el pretexto perfecto. Uno para estar en todas las pantallas, en todos los oídos de los radioescuchas y en todos los titulares. A todas horas. Todo el tiempo. Algo, por otro lado, a lo que solo han aspirado los regímenes totalitarios.
En los últimos años hemos vivido una renovación que ha permitido la creación de medios distintos, una renovación que incluye, además, a Internet, con todo lo que implica en tanto comunicación digital y redes sociales. Se trata de medios que informan de manera imparcial y que hacen, todos los días y a todas horas, su trabajo. No: los medios de comunicación no somos enemigos del presidente. Y, por esto, él, López Obrador, no es el único que informa sobre aquello que hace. Las conferencias mañaneras de su actual Gobierno, en este sentido, antes que ser una herramienta de comunicación, las ha convertido en una herramienta de editorialización.
Editorializar es algo que está, que debería estar siempre más allá de lo que compete a un gobierno, en un sistema realmente democrático. Sobre todo en uno en el que las funciones de las partes están claras. La noticia no decide el lugar que merece, este le debe ser otorgado por la gente.
Ahora bien, editorializar desde el poder trae dos problemas. El primero es que termina confundiendo al gobernante, es decir, que, perdido en su necesidad de imponer, quien ejerce el poder pierde de vista las prioridades. Porque no son las mismas prioridades las de aquel que detenta el poder, que las de aquel que lo narra. Y pareciera que el actual Gobierno está más preocupado por aquello que debe ser comunicado con serpentinas y fanfarrias, que por aquello que realmente importa.
Hacer conferencias para informar sobre aquello que se hace al gobernar, no es lo mismo que gobernar para hacer conferencias que permitan controlar la información. Y esto nos lleva al segundo problema. Y es que, una vez que el gobernante ha impuesto su propio pensamiento y una vez que se asume con el control de la información, es muy fácil empezar a censurar.
Porque una vez que se decide cuáles noticias importan, es muy fácil decidir también cuales noticias No importan. No solo prohibir, pero si invisivilizar, acallar y esconder. Es decir, de censurar a través de un “camuflaje”. Dice AMLO que su gobierno es respetuoso de la libertad en general y de la libertad de expresión en particular… ajá.
Aletia Molina
@AletiaMolina