Hoy por hoy, la pandemia de Covid-19 y su impacto económico nos obliga a estar pendientes de la coyuntura, tal vez mucho más allá de lo que normalmente lo hacemos. No obstante lo anterior, no debemos dejar de ver aspectos de mediano y largo plazo. En este sentido, la reciente publicación de los Censos Económicos 2019 del INEGI nos ofrece una oportunidad única para voltear a ver la estructura económica más reciente de nuestro país. Estamos acostumbrados a escuchar la palabra ‘censo’, desde el punto de vista de población y vivienda, que se lleva a cabo cada diez años y que además, su levantamiento se llevó a cabo justo este año. Sin embargo, los Censos Económicos se refieren a llevar a cabo un levantamiento censal -no una muestra-, a los establecimientos en donde nace la actividad económica. En otras palabras, a las empresas.
Los Censos Económicos son una gran tradición en el INEGI, que los ha venido llevando a cabo de manera regular desde 1930 -aunque no se llamara INEGI en ese entonces-, y desde hace algunos años estos censos se levantan cada cinco años. Para tener perspectiva de la gran importancia de la información que proveen estos censos, es en donde nacen las Cuentas Nacionales, de donde se estima el Producto Interno Bruto (PIB) y sus componentes no agropecuarios, así como las ponderaciones del Índice Nacional de Precios al Productor (INPP) y los establecimientos para llevar a cabo la cotización de los precios de los genéricos para construir el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC).
En cuanto a los resultados ‘básicos’ de este último esfuerzo censal se desprenden tres muy relevantes: (1) El número de establecimientos, que creció 2.4 por ciento (promedio anual), de poco más de 5.6 millones en 2014, a cerca de 6.4 millones de establecimientos en 2019. Cabe señalar que el crecimiento de 2.4 por ciento es mayor a la tasa de1.9 por ciento en el periodo anterior, comprendido entre 2009 y 2014; (2) personas empleadas en dichos establecimientos, que registró un crecimiento de 4.0 por ciento de 2014 a 2019, de cerca de 30 millones en 2014, a poco más de 36 millones de personas en el 2019. Aquí también cabe destacar el aumento de la tasa de crecimiento con respecto al periodo quinquenal anterior de solo 1.3 por ciento anual promedio; y (3) el valor agregado, que es uno de los pasos preliminares para calcular el PIB -al restarle el consumo intermedio-, y que observó un crecimiento anual promedio de 5.9 por ciento de 2014 a 2019 vis-à-vis -0.2 por ciento de 2009 a 2014. Esta tasa negativa refleja claramente la recesión de 2009.
En el detalle del valor agregado no agropecuario se encuentra la composición por sectores. Cabe señalar que hubo cambios interesantes de los últimos censos económicos. En este sentido, la contribución de las manufacturas creció de 29 por ciento en 2014, a 32 por ciento en 2019. Asimismo, también aumentó la contribución del comercio, de 15.5 a 21.4 por ciento, ubicándose en el segundo lugar en ponderación en 2019, cuando era el cuarto en 2014. Por su parte, el porcentaje de los servicios privados no financieros en el valor agregado observó también un crecimiento de 19.6 a 20.8 por ciento, mientras que el de la minería cayó de 16.8 por ciento en 2014, a 9.5 por ciento en 2019. Esta caída en minería de debe principalmente a la caída de la producción de petróleo crudo, de 2.4 millones de barriles al día en 2014 (promedio anual), a 1.7 millones de barriles diarios, de enero a junio de 2020.
Así, por ejemplo, en los censos económicos podemos observar en qué sectores están empleadas las personas, así como los cambios estructurales de la actividad económica por región geográfica hasta nivel municipal y la composición de los negocios por tamaño. Por ejemplo, en el caso de los estados con mayor vocación automotriz, como porcentaje de su valor agregado, se encuentran: Aguascalientes, en primer lugar, con una contribución de 45.8 por ciento a su valor agregado total. San Luis Potosí, en segundo lugar, con
39.4 por ciento. Coahuila y Puebla ‘se llevan’ el tercer y cuarto lugar, con 32.9 y 29.0 por ciento, respectivamente. Por su parte, Guanajuato y Chihuahua generan 24.4 y 21.5 por ciento de su valor agregado a partir de la industria automotriz, respectivamente.
La riqueza de la información y el alcance sectorial y geográfico de los Censos Económicos es impresionante, pero no se quedan ahí nada más, sino que llevaron a cabo una serie de preguntas complementarias que nos permiten entender más a nuestro país. Un ejemplo de estas preguntas es sobre la problemática principal que enfrentan las empresas para llevar a cabo su actividad. Desafortunadamente no debe extrañarnos el resultado: La inseguridad pública. En este sentido, el 35 por ciento de las empresas contestaron que la inseguridad pública era su obstáculo principal. En el caso de las PyMEs, el porcentaje fue de 43.6 por ciento y las grandes, de 40.4 por ciento. Los invito a ver este verdadero tesoro informativo sobre México.
Twitter: @G_Casillas
* El autor es director general adjunto de Análisis Económico y Relación con Inversionistas de Grupo Financiero Banorte y presidente del Comité Nacional de Estudios Económicos del IMEF.