En un sorprendente cambio de política, el gobierno de Donald Trump abandonó el martes un plan que habría obligado a dejar el país a decenas de miles de estudiantesextranjeros, tras críticas generalizadas y la presión de universidades y grandes empresas.
Las autoridades estadounidenses habían anunciado la semana pasada que los estudiantes internacionales de las universidades que se habían cambiado a clases sólo en línea debido a la pandemia del coronavirus tendrían que abandonar el país si no podían tener al menos algo de instrucción en persona.
Sin embargo, el gobierno dijo hoy que abandonaría el plan en medio de un reto judicial presentado por las universidades.
No obstente, un funcionario de alto rango del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) dijo que la administración todavía tiene la intención de emitir un reglamento en las próximas semanas que establezca si los estudiantes extranjeros pueden permaneceren el país si sus clases son en línea.
Hay más de un millón de estudiantes extranjeros en las universidades de Estados Unidos y muchas escuelas dependen de esos ingresos, porque a menudo pagan la matrícula completa.
La medida tomada por el gobierno el 6 de julio sorprendió a muchas universidades y colegios universitarios que todavía estaban haciendo planes para el semestre de otoño, tratando de equilibrar las preocupaciones sobre el aumento de los casos de coronavirus en muchos estados de Estados Unidos y el deseo de volver a las clases.
Se presentaron una serie de demandas que impugnaban la norma, entre ellas una de la Universidad de Harvard y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y otra por una coalición de gobiernos estatales. Docenas de grandes empresas y universidades presentaron escritos de «amigos de la corte» oponiéndose a la regla.
Harvard planea tener todas sus clases en línea para el próximo año académico.
El presidente, que está presionando a las escuelas de todo el país para que vuelvan a abrir en otoño, dijo que pensaba que el plan de Harvard de no tener clases en persona era ridículo.
Fuente: La Razón