Borrar 2020 del calendario, esa es la propuesta que el senador Ricardo Monreal hace en su blog, en un texto en el que señala que las afectaciones que ha provocado la pandemia de COVID-19 han sido devastadoras en términos económicos y financieros.
Tras detallar que las proyecciones para este año eran de bienestar y prosperidad y que sólo en la ciencia ficción se podría haber imaginado el escenario actual, plantea que 2020 es un año marcado por la muerte, la enfermedad y la depresión en todas sus expresiones.
También explica que el mundo está hecho de convenciones y acuerdos: acuerdos: «Se mueve conforme a un orden que no es sobrenatural ni eterno, sino convencional y consensuado. El tiempo es humano, no divino» y después nos recuerda que el calendario actual fue acordado en 1582 por el papa Gregorio XIII y el Concilio de Trento.
Pone otro ejemplo: en la mayor parte del planeta, existe el Horario de verano, mediante el cual los relojes son adelantados y después atrasados una hora dos veces al año.
Bajo esa lógica, señala que «borrar el 2020 no significaría tirarlo a la basura o inducir la amnesia colectiva por razones de una experiencia traumática. Hay dimensiones y aportaciones de este año (especialmente las científicas, sanitarias y médicas) que deben fundar el próximo».
Para que la propuesta opere, el senador plantea que la vacuna contra el COVID-19 debería estar producida a finales de este año y, una vez lista, congelar y cortar los estados contables, fiscales, laborales, financieros, presupuestales y de planeación estratégica al 31 de diciembre de 2019.
“Confinar y declarar formalmente perdido el año 2020, y reiniciar toda la contabilidad privada, pública, social, nacional e internacional el 1 de enero de 2021 del calendario gregoriano, que bien podría convertirse en el 1de enero del 2020 en un calendario pospandémico”, señaló Ricardo Monreal.
«También implicaría que cada quien asumiera un costo proporcional a su posición en el sistema de producción económica: los banqueros no cobrarían los intereses de un año; las haciendas no obtendrían los impuestos de 12 meses; las escuelas repetirían el ciclo escolar sin reprobar a nadie; las deudas públicas de este año se condonarían; los contratos civiles, mercantiles, administrativos, comerciales o financieros suscritos este año pasarían en automático al próximo; incluso, los nacimientos y decesos del 2020 pasarían a ser registrados formalmente en el próximo».
Fuente: La Razón