No queremos pelear ni vivir litigando ni demandando, ni que metan a la cárcel a nadie. Deseamos que nos devuelvan lo que le corresponde a la sucesión. No nombrándole a él como responsable, sino como parte de la tarjeta de investigación. Tenemos lo necesario para poder dar con la obra y recuperarla”, asegura Pous.
El albacea de los bienes de Juan Gabriel, quien indica que el precio del cuadro oscila entre cinco y siete millones de dólares, según un avalúo informal que realizó en 2016, adelanta que presentarán a la brevedad una nueva denuncia penal para que se inicie una carpeta de investigación, pero ahora ante la Fiscalía General de la República, “aprovechando que el exgobernador ya está plenamente identificable y puede ser notificado de esta denuncia”.
Destaca que hace cuatro años interpusieron una denuncia por robo en la entonces Procuraduría de San Miguel Allende (Guanajuato), donde Juan Gabriel tenía una casa de descanso, a la que trasladó el retrato hacia el 2008, después de haberlo tenido en sus casas de Ciudad Juárez (Chihuahua), Malibú (California) y Las Vegas (Nevada).
Don Alberto no se la regaló a César Duarte ni se la dio para pagar un adeudo fiscal, como se rumora. Se la dio en resguardo, pensamos que a finales de 2015 o principios de 2016, por la estrecha amistad que tenían y porque la casa de San Miguel es un rancho que está muy apartado, la seguridad era nula, sólo estaba el personal de servicio y mantenimiento; no era el mejor lugar para dejar una pieza tan cara. Pero ahí iba a terminar temporadas de conciertos y se quedaba a descansar”, narra.
El también abogado de Iván Aguilera, hijo y heredero universal del autor de Querida, detalla que cuando hizo el inventario de la casa de San Miguel Allende se dio cuenta que la obra no estaba.
Empezamos a recabar pruebas y a obtener documentos, y todo nos llevó al exgobernador. Se tuvo una reunión con él en persona, en la que reconoció de forma expresa que él tenía ese cuadro y que su intención era devolverlo; después ya no hubo oportunidad de hablar con él, porque salió del país y dejó el cargo.
Posteriormente, tuvimos contacto con uno de sus colaboradores, empleados o socios, quien dijo que tenía conocimiento de la obra y que ésta se encontraba bajo su resguardo en México; pero se negó a devolverla y empezó a poner condiciones absurdas. Y se interrumpió la conversación con él”, agrega.
Pous añade que la procuraduría local no dio más seguimiento a la denuncia. “Entendemos que la mandó a reserva, por eso ahora lo haremos a nivel federal”.
Como prueba de amistad, María Félix le regaló a Juan Gabriel el óleo pintado por Diego Rivera, valuado en más de 5 millones de dólares.
AMOR POR LA DOÑA
El Retrato de María Félix (1949) fue producto tanto de la fascinación de Diego Rivera por la cultura popular, en especial por el cine, como del amor que el muralista sentía por la actriz sonorense, mejor conocida como La Doña (1914-2002).
Juan Coronel Rivera, nieto del pintor y estudioso de su obra, quien no quiso opinar sobre el retrato perdido, revaloró “los extraordinarios” óleos que su abuelo confeccionó para las actrices María Félix y Dolores del Río.
Una de las cuestiones en Diego que no hemos terminado de estudiar, que es una veta fundamental en su creación, es su relación e
innovación dentro de lo que después se llamó la Cultura Pop. Desde su primer mural, en 1922, puso a actrices y a cantantes de la época, y ya estaba viendo lo popular dentro del muralismo.
Cuando llega a Estados Unidos lo retoma, tanto en el campo actoral como deportivo. Por ejemplo, en 1932 puso héroes de las tiras cómicas en los murales y ahí empieza realmente el Pop Art”, explica.
El curador señala que, cuando Rivera regresa a México, introduce en su obra la estética del cine, debido a su estrecha relación con los cineastas de la época, y aquí entran las actrices.
Por otro lado, destaca que el verdadero amor de Rivera siempre fue María Félix. “Hacia 1945 o 1950, todavía estaba viva Frida Kahlo, Diego –lo contaba María– llegaba a su casa de Polanco con ramos de flores y ella no lo quería recibir. Entonces, él se tiraba al piso y hacía berrinches afuera.
Y las cartas de amor de Diego a María son realmente conmovedoras, porque habla de un amor que no sentía por ninguna otra mujer. El amor a María era el amor, amor, ese que nos hace perdernos”, añade.
El investigador dice que su abuelo originalmente quería pintar a María desnuda, pero ella se negó a posar así y le puso un vestido transparente. “Pero se le veían los pezones y el pubis. Y María confesó que un día, ya estando el cuadro en su casa de Polanco, lo retocó. Dice que le pidió a los pintores una brocha y ella de su mano le tapó el pubis y los pezones”.