El presidente Andrés Manuel López Obrador llegó a la presidencia con la firme propuesta de no endeudar al país durante su sexenio. López Obrador no quiere ser recordado como otro López presidente, José López Portillo, y el endeudamiento que le dejó a México.
Como el presidente es obstinado y necio, así se describe a sí mismo, aun en medio de la pandemia más fuerte que ha enfrentado el mundo en más de un siglo, él no cambia rumbo, va derecho y no se quita.
Con el argumento (certero) de que en el pasado se rescató a los millonarios usando el dinero de todos los mexicanos mediante el Fobaproa, ahora ha dicho que no hay plan de rescate para nadie. Como si no existiera la opción intermedia de idear un plan para que la economía no se vaya a pique, sin que signifique salvar solo a los ricos que tanto desprecia el presidente.
López Obrador parece no ver la diferencia entre lo que ocurrió en las crisis financieras del pasado con lo que está ocurriendo ahora. Esta crisis es exógena a la economía. No se ha generado por un problema de liquidez, como ocurrió en el 2008-2009. Por ello, los gobiernos en prácticamente todo el mundo, menos en México, han ideado planes para suavizar el impacto de la crisis para empresas y para individuos.
Así, un europeo o un estadounidense dueño de un restaurante, con los apoyos generados por sus gobiernos, puede cerrar durante el confinamiento sin tener que despedir a sus empleados y bajar la cortina de manera definitiva de su negocio. En el momento que se pueda reactivar la economía, ese restaurantero lo único que tendrá que hacer es ir a su local, limpiar el polvo; bajar las sillas; llamar a sus empleados para que regresen y reabrir.
En el caso de México, en donde no hay apoyos gubernamentales, el mismo restaurantero va a tener que cerrar. El poco capital con que contaba se esfuma en los primeros meses de la pandemia donde los utilizo para sobrevivir sin ingresos. Al acabarse estos, no le queda más que cerrar y despedir a sus empleados. Con esto deja a varias familias sin ingresos, incluyendo la suya. El día que se pueda reactivar la economía, este restaurantero tendría que en primer lugar conseguir recursos e ir a buscar un nuevo local; acondicionarlo y recontratar meseros; cajeros etc. Lo que sería un proceso mucho más largo y complicado.
Es el caso de ya 90 mil restaurantes en todo el país, en su mayoría micro, pequeños y medianos negocios que ha dejado sin trabajo a aproximadamente 300 mil personas. El presidente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera de Alimentos Condimentados (Canirac), Francisco Fernández Alonso, ha dicho que esperan que el cierre continúe.
La falta absoluta de respuesta financiera y fiscal hará que México sea uno de los países más afectados por la pandemia y de los que más tarde en recuperarse. Aun cuando el presidente dijo en mayo que la recuperación iniciaría en junio y después, la semana pasada, que la recuperación comenzará en agosto, ¡ósea en dos días! Quizás en agosto nos dirá que en septiembre y así nos iremos.
Los esfuerzos de política pública que hoy están dándose en otros países ayudarán a que la recuperación sea más rápida. Pero nosotros vamos en sentido contrario. Por esta falta de ayuda económica, que el presidente confunde con regalarle dinero a los ricos, es que México tardará más en recuperarse. Así, el país es hoy el contraejemplo mundial de cómo enfrentar los efectos económicos de la pandemia.
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Apostilla: El presidente, sin embargo, decide seguir adelante con el show del avión presidencial. Vaya, ni los desastres en Nuevo León y Tamaulipas por el paso de Hanna desviaron su mañanera desde el hangar presidencial. Prefirió pedirnos a los mexicanos que compremos cachitos para la rifa del avión de a $500 pesos cada uno, en lugar de ir a visitar a los afectados por la tormenta tropical.