A tres meses del inicio de la pandemia en Chile, con 1.353 fallecidos y 118.292 contagiados confirmados, el presidente Sebastián Piñera ha decidido ajustar su Gabinete. Lo hace justamente cuando su Gobierno negocia con la oposición en el Congreso un plan de emergencia para superar la pandemia, enfocado en la protección social, la reactivación económica y una estrategia fiscal. Junto con mantener en su cargo al ministro de Salud, Jaime Mañalich, criticado por algunos sectores por el manejo de la covid-19 en Chile –parte de la oposición pidió su salida en el primer encuentro de las tratativas–, la principal novedad del ajuste es la llegada de Claudio Alvarado al ministerio encargado de la relación con el Parlamento, la Secretaría General de la Presidencia.
Actualmente subsecretario de desarrollo regional, dependiente del ministerio del Interior, Alvarado milita en la Unión Demócrata Independiente (UDI), tiene 16 años de experiencia como parlamentario y, junto con conocer perfectamente el Estado, es probablemente el mejor negociador de la derecha. Un político a la antigua que sabe encontrar votos en el Poder Legislativo, donde el oficialismo tiene minoría en ambas cámaras. Siempre en las sombras, es la primera vez que Piñera lo instala en la primera línea, en un momento especialmente complicado para el Gobierno, debilitado luego de las revueltas sociales de octubre y los números de la pandemia. Alvarado reemplaza en su cargo a Felipe Ward, de su mismo partido, la UDI, que pasa al ministerio de Vivienda, una cartera de relevancia, dado los problemas habitacionales que ha desvelado la crisis sanitaria.
Cristián Monckeberg, que era el ministro de Vivienda, pasa a la cartera de Desarrollo Social, central en el despliegue de las políticas públicas del Ejecutivo enfocadas en los sectores vulnerables. Es un ministerio que forma parte del comité político del presidente, es decir, el pequeño grupo con el que los mandatarios chilenos toman las decisiones cruciales. Con la llegada de Monckeberg, Piñera resuelve un asunto de especial relevancia en su conglomerado, Chile Vamos: desde el último cambio de Gabinete en octubre pasado, en medio del estallido, el partido Renovación Nacional (RN) no tenía representación en el comité político, lo que complejizaba la relación del Gobierno con una colectividad importante de la derecha. Su presidente, el diputado Mario Desbordes, en ocasiones ha sido especialmente crítico del Gobierno, pese a formar parte del oficialismo. En medio de las recientes tratativas con la oposición, por ejemplo, propuso una medida que se le hace difícil de ejecutar a Hacienda: condonar la deuda de los profesionales que estudiaron con el Crédito con Aval del Estado (CAE).
Es el cuarto cambio de Gabinete que realiza Piñera desde que regresó a La Moneda en marzo de 2018. En noviembre pasado, en las semanas conflictivas de las revueltas, cambió a sus principales ministros: Interior, Hacienda, vocería y Secretaría de la Presidencia, entre otros. Antes del inicio del año escolar en marzo, renunció la que era su ministra de Educación, Marcela Cubillos, una figura fuerte de la derecha doctrinaria cuya salida, se pensaba, haría apurar un cambio en el equipo de Gobierno. Pero Piñera no realizó ningún movimiento de piezas y, luego, se desató la crisis sanitaria. En este caso, se trata solamente de un ajuste que, sobre todo, intenta resolver problemas internos en el conglomerado oficialista. Es, en paralelo, un fuerte espaldarazo a su hombre de confianza, el ministro de Salud, Jaime Mañalich, y a la estrategia del Gobierno frente a la pandemia.
Los números de la covid-19 no son los que habría querido el Ejecutivo de Piñera, que a fines de abril se preparaba para un regreso a “la nueva normalidad” y al “retorno seguro” a las actividades productivas. Fue el propio Mañalich que, ante el aumento de las cifras de contagios y de muertos –sobre todo en Santiago– reconoció la semana pasada que las fórmulas de proyección y los ejercicios epidemiológicos con los que trabajaban las autoridades del Ejecutivo desde enero pasado “se han derrumbado como castillo de naipes”. La autoridad sanitaria realizó un reconocimiento la semana pasada que le causó una lluvia de críticas: «Hay un nivel de pobreza y hacinamiento del cual yo no tenía conciencia de la magnitud que tenía”, indicó sobre un sector de la capital.
Piñera también realizó cambios en el Banco Estado, que ahora pasará a liderar Sebastián Sichel, un abogado sin partido que hasta hoy se desempeñaba como ministro de Desarrollo Social. De acuerdo a las encuestas, era el mejor valorado del Gabinete.
Fuente: El País