Más de 1,300 personas conectadas en línea —desde los cuatro puntos cardinales de México— compartieron perspectivas e inquietudes y encontraron afinidades para trabajar en dos granos unidos a la identidad, la economía y el futuro del país: maíz y frijol. Bajo la premisa de que la agricultura sigue, las iniciativas Maíz para México (MpMx) y Frijol para México (FpMx) tampoco se detienen: la primera se encuentra en etapa de implementación, mientras que la segunda está en la fase de coconstrucción, ambas teniendo al productor como eje central, protagonista, dinamizador y articulando diferentes esfuerzos.
Las Reuniones Virtuales de Comités Operativos de Maíz para México contribuyen de manera significativa a coconstruir las condiciones de certidumbre que en este momento —en medio de la crisis sanitaria del COVID-19— requieren los productores del país, para garantizar la siembra y cosecha sustentable de alimentos nutritivos para todos. Hoy —más que nunca— la participación y decisión del productor es clave para asegurar que, por ejemplo, haya suficiente grano para las tortillas que se espera estén disponibles para su venta y compra en septiembre, cuando ya se haya cosechado lo cultivado en el ciclo primavera-verano 2020.
Maíz para México —una iniciativa que cuenta con la colaboración entre los sectores público, privado y social de México para fomentar la integración de la demanda y oferta de maíz y la adopción de prácticas agrícolas sustentables, para el fortalecimiento de la cadena de valor— demuestra que es posible reducir las importaciones de este grano impulsando el crecimiento económico en toda la cadena de valor mediante su implementación; la integración de los pequeños y medianos productores al mercado; el aumento de la productividad con el uso de tecnología, prácticas agrícolas sustentables que contribuyen a reducir costos; y la identificación de zonas focales donde todos los eslabones de la cadena ganan.
En las sesiones virtuales, resulta clave contar con la voz activa de productores comprometidos, como Gabriel Pérez, quien rompió el protocolo e inició el encuentro en Bajío norte, donde participaron actores de la cadena del maíz de los estados de Aguascalientes, Jalisco y San Luis Potosí. Ahí, como en los demás comités, el propósito es establecer grupos regionales de coordinación que fomenten un diálogo interinstitucional para coordinar e implementar acciones que integren demanda y oferta de maíz y adoptar prácticas agrícolas sustentables que fortalezcan la cadena de valor con miras a desarrollar iniciativas específicas que potencien la productividad de este grano.
Tan importante como la participación de los productores es la de las instituciones del sector público federal y estatal, empezando con la presencia virtual de Miguel García Winder, subsecretario de Agricultura de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER), quien resaltó que “Maíz para México es un esfuerzo que articula todos los sectores para lograr autosuficiencia y soberanía alimentaria de manera innovadora y única, resaltando el valor sociocultural del maíz para México”. También mostró afinidad con esta afirmación Omar Musalem, director de la Subsecretaría de Alimentación y Competitividad de la SADER, quien en este encuentro representó a Víctor Suárez, subsecretario de Autosuficiencia Alimentaria de dicha secretaría.
Cada una de estas reuniones virtuales de comités operativos buscan la implementación de acciones en Maíz para México, con la participación activa de empresas del sector privado comprometidas con el abastecimiento local de granos y el bienestar de los productores en cadenas de valor local; el sector público, poniendo al servicio de los productores la infraestructura y capacidad instalada; el sector financiero, ofertando la movilización de recursos necesarios para poner en marcha esta iniciativa; el sector gremial para incentivar la asociatividad de los productores y las comunidades a las que pertenecen; y el sector científico para brindar el acompañamiento y respaldo técnico y de investigación. Todos y cada uno de ellos cuentan con un espacio en dichas reuniones virtuales para exponer su propuesta de valor, es decir, los beneficios y las ventajas que ponen a consideración de los productores para coconstruir condiciones de certidumbre —en tiempos tan atípicos como los actuales— para el campo nacional, para garantizar la siembra y cosecha sustentable de alimentos nutritivos para todos. Es así como en los siguientes meses se estará trabajando en la formulación de los proyectos específicos y detallados para cada región.
Empresas multinacionales como el Grupo Bimbo, Nestlé y la Compañía Kellogg, entre otras, participan como aliados en experiencias de comercialización directa con los productores. Ahí, las condiciones de seguimiento y acompañamiento técnico fomentan la adopción y adaptación de prácticas agrícolas sustentables y manejo poscosecha para asegurar la calidad e inocuidad del grano que genera las condiciones óptimas para su comercialización. Desarrollar un mayor número de experiencias similares es la intención de Maíz para México, traduciendo los esfuerzos en mejores ingresos y condiciones de vida para los productores participantes, en quienes las empresas reconocen un factor humano de éxito, pues son ellos los que abastecen de granos que responden a sus estándares, haciendo manifiesto que sí se puede poner en consonancia la actividad empresarial con los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
“Es con la integración de la cadena de valor como podemos contribuir con la seguridad alimentaria de México y el fortalecimiento de sus sistemas agroalimentarios, y desde aquí, al resto de la región y el mundo, manteniendo firme —y con acciones— el compromiso de evitar una crisis alimentaria que agrave aún más la situación actual de cara al COVID-19”, ha indicado en estos encuentros Bram Govaerts, director global del Programa de Desarrollo Estratégico del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
Los comités operativos marcan la punta de lanza de esta iniciativa. Los siguientes pasos incluyen la determinación de los proyectos específicos para cada una de las zonas focales identificadas, logrando una implementación estratégica y de beneficio para los productores, sus familias y la economía del país.
En seguimiento al Taller de Escenarios 2030: Frijol para México, más de 200 personas participaron el 5 de mayo de 2020 en el Taller Virtual de Escenarios 2030: Frijol para México, un encuentro de los sectores público y privado, centros de investigación y productores, en el que se discutieron objetivos, metas y acciones necesarias para lograr un futuro deseable para este cultivo. El encuentro contó con un presídium virtual integrado por Miguel García Winder, subsecretario de Agricultura de la SADER; Luis Ángel Rodríguez del Bosque, director general del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP); y Bram Govaerts, director global del Programa de Desarrollo Estratégico del CIMMYT.
En este encuentro virtual, algunas de las acciones propuestas en discusiones previas fueron validadas por más de 130 participantes mediante una votación en línea, mostrando —por ejemplo— que para los cuatro motores de cambio los objetivos son adecuados, pero pueden ser modificados y detallados. Es a partir de estos resultados, y de la necesidad de dar cabida a una discusión más nutrida, que se agendaron cuatro talleres regionales virtuales, en los que se encontró que la diversidad de las regiones es también un campo lleno de afinidades para construir un mejor futuro para esta leguminosa, teniendo como fundamento motores o estrategias que en su conjunto lleven a un futuro deseable: adopción de semilla mejorada, certificada y biofortificada; sistemas resilientes al cambio climático; extensionismo; y redes de innovación y vinculación de productores al mercado.
A continuación, se muestran —a grandes rasgos— algunos de los puntos de convergencia entre regiones:
Adopción de semilla mejorada, certificada y biofortificada
Fomentar el uso de semillas mejoradas y biofortificadas para aumentar la productividad y contribuir a resolver la problemática de malnutrición y hambre, especialmente marcada en el sur del país.
Aumentar la adopción de semilla mejorada y certificada para hacer frente a retos como la resistencia a plagas y enfermedades, que se espera sean exacerbados como efecto del cambio climático.
Crear una red de mejoramiento genético integrada por diferentes instituciones públicas y privadas.
Cambio climático
Desarrollo de modelos, como herramientas con enfoque sistémico, para responder a problemáticas compartidas como la cada vez más prolongada duración de las sequías.
Adopción de tecnologías para realizar una agricultura climáticamente inteligente a fin de enfrentar plagas, enfermedades y deficiencia de nitrógeno en el suelo y hacer un manejo más oportuno de otro recurso vital: el agua.
Extensionismo y redes de innovación
Generar un nuevo diseño de sistema de extensionismo y redes de innovación desde un enfoque sistémico, dotado de continuidad y construido participativamente a partir de la caracterización de los productores, las regiones agroecológicas que habitan y cultivan y las prácticas y tecnologías para identificar las más acordes y de la conciencia de hacer del productor el protagonista y de apreciar y retribuir el rol del extensionista como el canal que hace posible llevar la innovación y la investigación a los productores.
Vinculación de productores al mercado
Incentivar y normar la calidad del frijol y ordenar la producción (variedades y volúmenes) con base en las necesidades del mercado.
Reconocer la importancia de comenzar a ver el frijol más allá del monocultivo, para así sembrarlo en asociación con —por ejemplo— tuna, maíz y girasol, esto con miras a contribuir a la seguridad alimentaria y la generación de ingresos de los productores.
Las acciones estratégicas a corto, mediano y largo plazo se están decantando, al tiempo que los actores de la cadena y las instituciones comprometidas se muestran dispuestas a la pronta implementación de las primeras acciones. En todas ellas, el relevo generacional de productores e investigadores es clave. Hay que dar razones para quedarse a trabajar la tierra y para seguir investigando en cómo hacer de la agricultura parte esencial de las soluciones que lleven a lograr lo propuesto en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En las siguientes semanas se validarán los resultados de los objetivos, los impactos esperados y las acciones definidas en los encuentros virtuales, para concluir con el ejercicio de planeación estratégica y continuar con las acciones necesarias para implementar dicha iniciativa. (https://idp.cimmyt.org/)