La República Democrática del Congo (RDC) declaró este jueves el fin del segundo peor brote de ébola de la historia, el cual ha asolado el noreste del país durante casi dos años y causado al menos dos mil 280 muertos y tres mil 463 casos.
«Hoy es un día de alegría. Con placer anuncio el fin de la epidemia de ébola en el noreste del Congo», subrayó el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, en una rueda de prensa virtual junto al ministro de Salud congoleño, Eteni Longondo, y el virólogo Jean-Jacques Muyembe.
Según las autoridades congoleñas, hoy se cumplen 42 días -dos veces el tiempo de incubación de este virus- sin que se haya detectado un nuevo contagio en las provincias nororientales de Kivu del Norte, Kivu del Sur e Ituri, el requisito que permitió dar por finalizado el décimo brote de ébola que sufre el país.
Esta epidemia constituye la peor de la historia de la RDC y la segunda más grave en todo el mundo, después de la que arrasó África occidental de 2014 a 2016, en la que murieron 11 mil 300 personas y hubo más de 28 mil 500 casos, aunque la OMS ha admitido que estas cifras pueden ser conservadoras.
«Hoy declaramos la victoria sobre una epidemia duradera en tiempo y espacio y que ha provocado grandes estragos entre la población», afirmó Muyembe, el director general del Instituto Nacional de Investigación Biomédica de la RCD y uno de los investigadores que descubrió en 1976 esta enfermedad vírica de carácter endémico.
El brote del noreste, declarado el 1 de agosto de 2018, aumentó la inestabilidad y vulnerabilidad que desde hace décadas existe en las provincias de Kivu del Norte e Ituri y cuya contención se vio, además, dificultada por la presencia de grupos armados y el rechazo de la población local hacia los equipos de respuesta.
«Sin duda, lo más difícil fue ganarse la confianza y el respeto de la población local a la que queríamos servir», confirmó desde Ituri el coordinador general de Médicos Sin Fronteras Suiza, Alex Wade, quien relató cómo enfermos con síntomas preferían esconderse en sus casas antes que ser tratados por «extraños».
Una población marginada por las autoridades de Kinshasa, atemorizada desde hace décadas tanto por las ofensivas del Ejército como de decenas de milicias y grupos armados, y recelosa de una cooperación internacional que, frente al ébola, ignoraba otras enfermedades más mortales como el cólera, la malaria o el sarampión.
Esta situación de tensión desembocó a los pocos meses en ataques armados contra diversos Centros de Tratamiento de Ébola y contra el personal sanitario, con al menos once de ellos asesinados desde agosto de 2018 en más de 400 ataques diferentes.
En este contexto, el Comité Independiente de Supervisión y Asesoría de la OMS, que supervisaba la respuesta, alertó en un comunicado en mayo de 2019 de la necesidad urgente de «restablecer la respuesta» y realizar «acciones correctivas» en numerosas áreas.
Fuente: Crònica