La crisis económica desatada por la covid-19 va mostrando tintes cada vez más dolorosos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recortado este miércoles sus previsiones sobre el desempeño de la economía española en 2020: de un ya importante -8% que estimó en abril, ahora prevé un mordisco del 12,8%, la mayor caída en casi un siglo, desde la Guerra Civil, e incluso superior al retroceso acumulado en los seis años posteriores a la crisis financiera. El pronóstico sería quizás más fácil de tragar si la revisión a la baja en las previsiones del organismo con sede en Washington fuera generalizado. Se trata del recorte más severo respecto a las previsiones de hace dos meses entre los países desarrollados, solo superado por el de Francia, cuya actividad se derrumbará un 12,5% este año frente al 7,2% proyectado hace tan solo dos meses.
En el Viejo Continente, solo Italia encajará un golpe de igual magnitud entre los países analizados por el FMI en sus previsiones actualizadas de junio, publicadas este miércoles. Las economías alemana y británica retrocederán, por su parte, un 10,2%. La nota positiva es que también el rebote previsto para 2021 será más generoso que el estimado en abril: la economía española avanzará un 6,3%, 2,3 puntos más que la cifra proyectada en los pronósticos anteriores del Fondo. El Gobierno español estimaba para este año una caída más moderada, del 9,2%, y un rebote más generoso, del 6,8%, para el que viene.
Las razones del recorte en las previsiones del FMI para la economía española hay que buscarlas en varios factores. En particular, unas medidas de confinamiento más severas ―aunque más tardías que países como Italia, cuyo PIB en 2021 experimentará un repunte igual al español―, y la composición de su economía. En España, el sector turístico, una de las ramas de la actividad que más está sufriendo el cerrojo total antes, y las restricciones ahora impuestas para evitar rebrotes, acapara más del 10% del PIB.
Según los datos que ayer martes adelantaba el Banco de España, la caída del PIB español en el segundo trimestre del año oscilará entre el 16% y el 21,8%, frente al retroceso del 5,2% estimado por el Instituto Nacional de Estadística entre enero y marzo, que solo recoge el efecto de las primeras dos semanas de confinamiento. El supervisor había estimado inicialmente un hundimiento de la actividad de entre el 6,6% y el 13,6% para 2020, pronóstico que después revisó: redujo la horquilla entre el 9% y el 11,6% e introdujo un escenario más severo, en el cual el PIB retrocedería hasta el 15,1%.
El desplome del PIB irá acompañado de un aumento desbocado del déficit, que se situará en el 13,9% este año para descender al 8,3% en 2021, según el FMI. En ambos casos, el pronóstico del Fondo empeora con respecto al de hace dos meses, en 4,4 y 1,6 puntos porcentuales, respectivamente. También supera con creces las previsiones que el Ejecutivo mandó a Bruselas a finales de abril. En la actualización del Plan de Estabilidad, el Gobierno estimó un aumento de los números rojos del conjunto de las Administraciones Públicas del 10,3% en 2020, pero no mandó previsiones para el año que viene ante la gran incertidumbre que rodea esta crisis. Entre las grandes economías desarrolladas, solo Estados Unidos registrará un mayor boquete en las finanzas públicas, con un desfase del 23,8% este año.
De la misma manera, la deuda alcanzará cotas nunca vistas desde finales de 1800 y superará el techo del 123,6% tocado en 1902. De acuerdo con las previsiones publicadas este miércoles por el FMI, el volumen de pasivo alcanzará el 123,8% este año y se elevará al 124,1% en 2021. En abril, el Fondo había previsto que la deuda escalara hasta el 113,4% en 2020 y se situara en el 114,6%.
Fuente: El País