Dentro de un año, el domingo 6 de junio del año entrante, México realizará el proceso electoral más grande de su historia. En disputa estarán 21 mil 268 cargos de elección popular, por primera vez las 32 entidades tendrán comicios locales el mismo día. Con un padrón de más de 96 millones de ciudadanos, 6 millones más que en 2018, se renovarán 15 gubernaturas en una jornada de concurrencia electoral inédita.

De contexto, estas elecciones de la pandemia que provoca el colapso sanitario, económico y social más complejo de nuestra historia moderna, el cálculo político de los operadores del régimen enfila sus baterías de ataque hacia Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco, bastión de Movimiento Ciudadano que podría ser una de las fuerzas políticas con mayor crecimiento en las urnas ante la desgracia que viven PAN, PRI y PRD.

En política no hay casualidades, menos cuando el mandatario estatal más incómodo para el Presidente de la República despacha en Guadalajara y desde ahí ha sido el gobernante más audaz para confrontarlo.

Alfaro se juega todo para exhibir las insuficiencias y tácticas de la 4T, su apuesta es congruente con el estilo que le ha funcionado durante su carrera política. Sin embargo los costos serán considerables para Jalisco, si se toman en cuenta los recursos fiscales indispensables para una entidad tan importante en el tablero nacional.

Enrique Alfaro, ha pisado los terrenos del enfrentamiento abierto con el Presidente más polarizador de los últimos sexenios.

El homicidio de Giovanni López, causado por la brutalidad indignante de la policía municipal de Ixtlahuacán de los Membrillos el 4 de mayo, sin restarle importancia, ha sido utilizado un mes después del lamentable hecho como el hacha que busca astillar, desestabilizar al gobierno de Jalisco.

Con las tácticas ya muy conocidas protagonizadas por grupos de salvajes a sueldo, Guadalajara sufre un ataque disfrazado de manifestación con un grado violencia significativo, pero ajeno al modo de vida de los jaliscienses.

La batalla entre Alfaro y AMLO ha comenzado, en los próximos meses habrá una guerra sin tregua, encaminada hacia la elección de 2021 en la que es factible que los votos que pierda Morena en el Congreso Federal vayan a parar a Movimiento Ciudadano, que aunque no tiene fuerza nacional sostiene su estandarte en la segunda ciudad más importante del país.

Y lo más curioso es que: gana simpatías entre quienes desean darle un voto de castigo al tabasqueño.

Aletia Molina
@AletiaMolina