Joe Biden se dirigió este martes a los estadounidenses como la alternativa a Donald Trump ante la virulenta crisis social desatada en el país a raíz de la indignación por la brutalidad policial contra los afroamericanos. Biden, candidato in pectore de los demócratas para las elecciones de noviembre, condenó la derivada violenta de las manifestaciones pero atacó con dureza al presidente, que el lunes había ordenado disolver una concentración pacífica para poder retratarse ante Saint John, una famosa iglesia frente a la Casa Blanca que había sido atacada la noche anterior.
“Cuando se dispersa a manifestantes pacíficos por orden del presidente desde el umbral de la casa del pueblo, la Casa Blanca, usando gas lacrimógeno y granadas de detonación, con el fin de escenificar una foto en una iglesia noble, perdonará que pensemos que el presidente está más interesado en el poder que en los principios”, afirmó el exvicepresidente de la era Obama en un discurso desde el Ayuntamiento de Filadelfia, una ciudad que ha vivido duros altercados en los últimos días, con una fila de banderas estadounidenses a la espalda. “La presidencia es un trabajo enorme”, añadió, “nadie hará todo correctamente, y yo tampoco, pero sí les prometo esto: yo no propagaré temor y división. No avivaré las llamas del odio”.
Con el mismo aire presidencial que ha querido imprimir a su campaña de primarias, usó un tono solemne, de mandatario que se dirige a la nación, aunque, al tiempo, fue muy duro contra el republicano. “Donald Trump ha convertido este país en una batalla desgarrada por viejos resentimientos y nuevo miedos. ¿Es esto lo que queremos ser? ¿Es esto lo que queremos dejar a nuestros hijos y nuestros nietos? ¿El miedo, el enfado, los dedos apuntando a otros, en lugar de la búsqueda de la felicidad?”, dijo. La presidencia, recalcó, “es el deber de cuidar, no solo a los que nos han votado, sino a todos, no solo a nuestros donantes, sino a todos”.
Biden, que no es un orador de altura, gana enteros en las distancias cortas y es especialmente bueno en transmitir calidez en momentos de duelo, tras una vida marcada por tragedias personales, como el fallecimiento de su primera esposa y una hija en un accidente de tráfico. Este martes hubo también una muestra de ello. Comenzó su discurso citando las últimas palabras de George Floyd, el afroamericano que murió en un arresto brutal en Minneapolis (Minnesota) el pasado lunes, encendiendo una mecha que ha provocado una oleada de movilizaciones a nivel nacional y que ha traspasado ya fronteras, con actos de protestas en otros países. “No puedo respirar”, decía Floyd, inmovilizado en el suelo, mientras un agente le presionaba el cuello con la rodilla. El mundo entero pudo verlo a través de vídeos grabados por viandantes.
El demócrata, de 77 años, vio su campaña congelada por la irrupción del coronavirus en Estados Unidos y ha pasado los dos últimos meses prácticamente recluido en su casa de Delaware, desde donde ha tratado de hacer un hueco en la atención mediática con discursos a través de redes sociales e intervenciones en programas televisivos. Desde hace unos días, ha empezado a salir. Presentó respetos a los caídos por el Memorial Day, el pasado 25 de mayo, día de homenaje a los muertos en batalla, y ha vuelto a hacerlo a raíz de esta ola de protestas. El lunes se reunió con líderes afroamericanos en la iglesia de Delaware en medio de las protestas y rezó junto a ellos, en una imagen que no tardó nada en tener la réplica de Trump con el ya famoso episodio de la Iglesia de Saint John.
El éxito entre los votantes afroamericanos ha sido uno de los elementos que han dado la victoria en las primarias, aunque hace unos días tropezó al afirmar en una entrevista que una persona negra que dudaba entre él y entre Trump “no era negro”. Ante el alud de críticas, se disculpó.
Fuente: El País