A 69 días de la suspensión de conciertos y eventos masivos en el País, por la pandemia de coronavirus, la industria del espectáculo musical se encuentra en una pausa que empieza, según fuentes consultadas, a pintar lo que será una catástrofe financiera.
En un conteo hecho por Gente de los eventos programados del 16 de marzo al 31 de mayo en las expendedoras de boletos Ticketmaster, SuperBoletos y eTicket en Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y otras plazas, al menos hay 520 eventos que no se han realizado.
De ese universo estimado, al menos 258 shows no tuvieron lugar en las tres grandes urbes, que cuentan con populares venues, como el Foro Sol, la Arena Monterrey y el Auditorio Telmex, respectivamente.
Mientras fueron cancelados espectáculos de estrellas internacionales como Roger Waters, Thom Yorke (líder de Radiohead, en el festival Ceremonia) y Camila Cabello, se reprograman fechas de figuras como Michael Bublé, Karol G y Alejandro Fernández con la esperanza de recuperar lo más que se pueda de su inversión inicial.
Una fuente relacionada con el show de Cabello precisó que se manejaba una cifra de 33 millones de pesos entre renta del inmueble, patrocinios, impuestos y otros servicios.
«Cada promotor gana un porcentaje del show que presenta, y liquida su nómina, pero toda cancelación o ausencia de eventos genera un efecto dominó: no hay ingresos para el inmueble que rentan, para los músicos de los artistas, para los proveedores de materiales, para los equipos de ingenieros y montaje, para los patrocinadores, para todo servicio o persona contratados en el exterior. No hay flujo de dinero y sí pérdidas», señala un ejecutivo de Ocesa, quien solicitó el anonimato.
Más allá de que la crisis sanitaria ya estableció pérdidas monetarias incuantificables, aseveran empresarios independientes y de palenques, el escenario en el que se mueven se agrava por la descapitalización.
Cada evento anunciado significó el pago de un adelanto a artistas, que, en el caso de ser internacionales o AAA, se efectúa en dólares.
De modo que con el aumento del dólar frente al peso inherente a la crisis mundial causada por el Covid-19, hace aún más difícil la rentabilidad de la agenda que se reprograme.
«Con el alza de la cotización, el espectáculo subió, porque estaba en precios equivalentes a pesos antes de la crisis. Y el artista no se baja de precio, eso lo tenemos que tener claro», apuntó un empresario de recitales.
Antes de las disposiciones de distanciamiento social, el dólar fluctuaba en 18.05 pesos en transacciones para contratar espectáculos; recientemente oscila entre 23 y 24 pesos.
Diversas fuentes señalaron que estaba previsto que este año vinieran a México The Cure, The Rolling Stones y Bon Jovi, entre otras superestrellas todavía no anunciadas.
Ahora todo es incierto, no es tan factible que se realice Lollapalooza, en Chicago (este agosto), y varias figuras de ese cartel replicarían presencia en México, en solitario o en el Corona Capital.
Iban a ser anunciados Pearl Jam, The 1975, Dua Lipa, Lana Del Rey y Chance The Rapper, indica un informante.
El Ceremonia, en Ciudad de México; el Corona Capital, en Guadalajara, y el Tecate Pa’l Norte, en Monterrey, están considerados para organizarse entre septiembre y diciembre, pero no hay, hasta hoy, alguna seguridad de que se lleven a cabo.
Esto, al final, es una lección para empresas como Live Nation, Ticketmaster, Ocesa y Zignia Live, indican empleados de éstas, pues no tenían contratados seguros de pérdidas por pandemias.
Mientras empresarios de espectáculos en vivo enfrentan en México un escenario poco optimista en términos económicos, los consumidores de conciertos están en medio de un caos informativo.
Quienes adquirieron localidades para algún show que no se haya llevado a cabo por la pandemia de Covid-19 deben esperar su posible reprogramación, o bien, que se cancele y les sea devuelto su dinero.
En shows cancelados ya se han efectuado reembolsos con descuentos de cuotas por los servicios de emisión de boletos.
Como si fuera la pirinola de la suerte, la realidad es que entre consumidores y prestadores de servicios en este giro la opción es «todos ponen».
«Nadie quiere perder, ni el artista ni el empresario. ¿Qué van a pedir? Los mismos artistas harán uso de su recurso sentimental, abogando por las familias de los trabajadores y la gente que quedará desamparada para pedir que no soliciten el reembolso y sí vayan al concierto (reprogramado). Todo quedará a criterio del comprador», dijo un broker especialista en la compraventa de entradas.
«En casos como este aplica la de ‘la casa nunca pierde’, y aunque no tienen mucho, sí es cierto que el artista no quiere perder lo que ya cobró. Por eso pedirán que continúen con los planes», especificó un empleado de una boletera en la CDMX.
En Inglaterra, los compradores de entradas se quejan en The Competition Market Authority (CMA) a través de redes sociales y en The Society of Ticket Agents and Retailers (STAR); en Estados Unidos lo hacen en el Better Business Bureau (BBB), y en México, el organismo es la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco).
En éstas, incluso en la Profeco, señalan que no hay nada claro respecto al futuro de los eventos, y mientras no estén cancelados hay que conservar el comprobante de la compra y esperar.
Todos, dicen los entrevistados, están buscando soluciones efectivas.
No obstante, también aconsejan ser precavidos, pues pese a que en días recientes las empresas de management anunciaron para los próximos meses reprogramaciones de conciertos de sus artistas, lo cierto es que la autoridad sanitaria no ha fijado una fecha posible para que se retomen los espectáculos públicos masivos.
«No podemos anunciar ningún plan de regreso sin la autorización de las autoridades de salud. Va a ser todo muy difícil tanto para el público como para artistas y empresarios.
«Habrá que apelar a la empatía y buena disposición de ambas partes, porque estamos hablando de la reactivación de una industria que da sustento a miles de familias en el País», sentenció un empresario de conciertos que ha trabajado con bandas de la talla de Soda Stereo.