Los pescados y mariscos son una importante fuente de ácidos grasos Omega-3, minerales y vitaminas, esenciales para mantener una dieta sana y equilibrada, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) aconseja consumirlos tres veces por semana. Esta recomendación cobra mayor importancia en estos momentos, dado que también refuerzan el sistema inmunológico, lo que ayuda a evitar contagios.
En nuestro país existe una gran variedad de pescados y mariscos, entre los que podemos destacar la sardina enlatada, un producto accesible, no perecedero y que forma parte de la canasta básica. Actualmente en México se producen alrededor de 84 millones de latas de sardina de 425 grs., de las cuales el 95% de la producción se destina al mercado nacional.
La sardina está catalogada como un pescado azul, que son aquellos que contienen entre un 18 y un 20 por ciento de proteínas de alto valor biológico y más del 5 por ciento de grasas abundantes en ácidos grasos poliinsaturados, lo que aumenta considerablemente sus propiedades. Además, en su presentación en salsa de tomate sólo contiene alrededor de 120 calorías cada 100 gramos.
Un aliado durante el confinamiento
La luz solar activa nuestra vitamina D, que, entre otros beneficios, ayuda a fijar el calcio en los huesos mejorando nuestra salud ósea. Para esta época en la que las medidas de contención impiden salir de casa, la sardina es ideal para sustituir la aportación del nutriente, ya que también es rico en vitamina D.
Ricas en Omega-3
Los ácidos grasos Omega-3 también cumplen una función antioxidante, y son necesarios para reforzar nuestras defensas y mantenernos sanos. El sistema inmunológico es la defensa de nuestro organismo contra las infecciones, produciendo anticuerpos que bloquean y expulsan a estos potenciales causantes de enfermedades. Así, consumiendo sardinas ayudaremos a nuestro cuerpo a combatir contra los virus externos y evitar contagiarnos.
Previene enfermedades cardiovasculares
El pescado azul, como la sardina, contiene en su mayoría grasas poliinsaturadas, lo provoca que se incrementen los niveles de colesterol HDL (conocido como colesterol bueno) y disminuyen los del colesterol LDL (colesterol malo). En consecuencia, se reducen los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, arritmias o infartos.
Refuerzan el sistema inmunológico
Los ácidos grasos Omega-3 también cumplen una función antioxidante, y son necesarios para reforzar nuestras defensas y mantenernos sanos. El sistema inmunológico es la defensa de nuestro organismo contra las infecciones, produciendo anticuerpos que bloquean y expulsan a estos potenciales causantes de enfermedades. Así, consumiendo sardinas ayudaremos a nuestro cuerpo a combatir contra los virus externos y evitar contagiarnos.
Favorece el crecimiento y el desarrollo de los niños
La sardina tiene gran cantidad de aminoácidos entre los que se encuentra la lisina, que incide en el correcto crecimiento y el desarrollo de los más pequeños. Este aminoácido es muy común en el pescado azul, pero escasean en otros tipos de alimentos como los cereales o los vegetales.
Sardina durante el embarazo y lactancia
El consumo sardina aporta grandes beneficios para el desarrollo cerebral del bebé, debido a su alto contenido grasas DHA. Además que la combinación de vitaminas, minerales y proteínas que aporta al organismo disminuye las posibilidades de padecer depresión postparto, y permite conseguir que la leche materna no solo se produzca de la forma adecuada sino también en la mayor calidad posible. Y cabe mencionar, que también aporta una gran cantidad de calcio, lo que favorece el crecimiento del bebé dentro del vientre materno y mantiene a la mamá en un estado saludable, para esa etapa en la que requiere de mayores nutrientes.
México produce pescados y mariscos de la mejor calidad, además de ser un sector productivo que genera trabajo e impulsa el desarrollo económico y social de comunidades pesqueras. Al consumir sardinas no sólo mantenemos nuestro cuerpo sano, también apoyamos a una industria que genera más de 50,000 mil empleos en nuestro país.