El gobierno y la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), después de la polémica por no haber permitido celebrar las misas, firmaron el protocolo para poder reiniciarlas a partir del 18 de mayo, que prevé distanciamiento entre los fieles y mascarillas y guantes para el cura durante la comunión.
Tras el anuncio del gobierno de cómo sería la primera fase de la desescalada a partir del 4 de mayo, los obispos respondieron con un duro comunicado contra el Gobierno de Giuseppe Conte denunciando que se estaba violando la “libertad de culto”.
Al día siguiente, el papa Francisco pidió “obediencia” y “prudencia” ante las disposiciones impuestas para salir de la cuarentena “de modo que la pandemia no regrese”.
Tras el pulso entre los obispos y el Gobierno, la Iglesia italiana ha conseguido que las misas puedan empezar a celebrarse a partir del 18 de mayo, cuando el país tiene previsto reabrir otras actividades, como los comercios minoristas.
“Las medidas de seguridad previstas en el texto indican las formas más adecuadas para garantizar que la reanudación de las celebraciones litúrgicas se realice de la manera más segura para la salud pública y la protección de los fieles. Agradezco a la CEI por el apoyo moral y material que está ofreciendo a la comunidad nacional en este momento difícil para el país”, explicó Conte en una nota.
En la ordenanza del Ministerio del Interior italiano se puede leer que en los templos deberá mantenerse al menos un metro de separación entre los fieles, tanto frontal como lateral.
A la entrada de la iglesia, voluntarios vigilarán que en la fila se respete la distancia y el número máximo de fieles que pueden entrar, y es obligatorio que lleven guantes.
Se invita a las parroquias a dar un mayor número de misas durante el día si fuera necesario.
A la entrada también tendrá que colocarse un dosificador de gel desinfectante y se obligará a las personas a utilizarlo.
Se obliga a desinfectar después de cada ceremonia la iglesia y todos los objetos utilizados durante la misma, como los micrófonos o atriles.
Para distribuir la comunión, el celebrante tendrá que desinfectar sus manos y usar guantes y una mascarilla, teniendo cuidado de no entrar en contacto con las manos de los fieles.
También se recomienda distinguir, cuando sea posible, las puertas de entrada y de salida, que se dejarán abiertas para no tocar los picaportes.
Un organista puede estar presente, pero no se permite un coro, así como tampoco se pueden distribuir los libretos con los salmos o canciones.
La limosna no serán recolectadas durante la celebración, sino depositadas por los fieles en contenedores especiales colocados en las entradas o en otro lugar que se considere adecuado.
Las pilas de agua permanecerán vacías y no se intercambiará el signo de la paz.
El documento también hace un llamado para facilitar, en la medida de lo posible, el acceso de las personas discapacitadas, proporcionando lugares específicos para su participación en las celebraciones.
Todas estas disposiciones también se aplicarán a celebraciones distintas o incluidas en la Eucaristía, como los bautizos, matrimonios y funerales.
Se colocará un cartel afuera de la puerta de la iglesia indicando el número máximo de participantes permitido en relación con la capacidad del edificio.
Fuente: EFE