Coronavirus México

Pese a riesgo, la CEDA opera desafiando al Covid-19

Publicado por
Aletia Molina

Pese al riesgo de contraer coronavirus, cientos de miles de personas siguen confluyendo día y noche en uno de los mercados más grandes del mundo, desafiando el avance de la epidemia en un foco rojo de la populosa Ciudad de México.

Asentada en la alcaldía con el mayor número de casos de coronavirus en el país, la Central de Abasto (CEDA), que abarca un área equivalente a 327 campos de fútbol, representa un terreno fértil para la propagación del virus y ha llevado a las autoridades a una disyuntiva: ¿cómo mantenerla abierta y evitar los contagios?

La respuesta no pareciera nada fácil en el asentamiento en Iztapalapa, al oriente de la capital, que atraía a medio millón de personas al día antes del coronavirus, atestando los pasillos por donde transitan además casi 100 mil personas que ahí laboran, según cifras del propio mercado.

Por el momento, se han redoblado las medidas de protección, pero apenas han testado un mínimo porcentaje de sus trabajadores, por lo que muchos temen que un brote pueda llegar en cualquier momento.

«Después de ver tantos videos, tantas cosas (sobre el coronavirus), a uno le entra pánico. Pero yo sé que estoy en manos de Dios (…) si Dios dice ‘te va a llegar el coronavirus’, me llegará, pero trato de cuidarme», se lamentó Fernando Torres, uno de los miles de carretilleros que laboran en la CEDA.

«El gobierno dice que nos quedemos en cuarentena, ¿y cómo vamos a comer?», agregó, con una mascarilla de tela sobre la boca, mientras descansaba sentado sobre sacos de legumbres.

Asegurando que la curva de contagios se ha venido achatando en el país de 126 millones de habitantes, el Gobierno se prepara para levantar algunas de las restricciones impuestas tras decretar una «emergencia sanitaria» con el fin de contener el coronavirus que, hasta el sábado, había dejado más de 5 mil fallecidos en el país.

Por la contingencia sanitaria, el mercado opera ahora a un 85 por ciento de su capacidad. Aun así, cada día sigue recibiendo toneladas de productos de todo el país en miles de vehículos de carga para proveer alimentos a unas 25 millones de personas que habitan la capital mexicana y sus alrededores.

«La Central de Abasto no se puede cerrar, se cerraría el abasto de la zona centro del país», confesó días atrás la alcaldesa de Ciudad de México, Claudia Sheinbaum. «Estamos tomando medidas muy estrictas para que vaya el menor número de gente posible».

Si bien las autoridades no han ofrecido detalles sobre cuántos visitantes recibe la Central de Abasto durante la cuarentena, la administración del mercado dijo que el aforo de vehículos disminuyó un 30 por ciento en los últimos días.

A principios de mayo, el gobierno capitalino incluyó al complejo comercial en un listado de 89 zonas de «alto riesgo de contagio» como parte de los esfuerzos para prevenir un brote de Covid-19, la enfermedad provocada por el nuevo coronavirus.

La decisión de endurecer la vigilancia llegó justo después de que las autoridades del mercado reconocieron el contagio de unas 25 personas y dos decesos relacionados con el virus en la instalación, que mueve unos 9 mil millones de dólares cada año.

Como parte de las medidas, se prohibió el ingreso a niños y embarazadas, personal de salud comenzó a realizar pruebas de detección de Covid-19 y cientos de funcionarios y agentes policiales fueron apostados para medir la temperatura de los visitantes.

«Lo que estamos tratando (de hacer) es cortar la cadena de transmisión», dijo Javier Serna, encargado de sanidad en la alcaldía Iztapalapa, donde se encuentra el mercado.

Sin embargo, Serna explicó que la semana pasada fueron detectados 34 casos adicionales de coronavirus tras practicar 450 pruebas entre el personal del mercado, que se cuenta en decenas de miles.

Con 2 mil 618 casos confirmados y 228 decesos, Iztapalapa representa una quinta parte del total de contagios y defunciones relacionadas con el virus en Ciudad de México, el epicentro de la pandemia en el país.

Expertos atribuyen la rápida propagación en la alcaldía, la más poblada de la capital, a la fuerte movilización que origina su situación geográfica, pues conecta el centro de la gran urbe con los sobrepoblados suburbios del vecino Estado de México.

Por si fuera poco, una persistente falta de servicios públicos, como el agua potable, aqueja a gran parte de su territorio, donde más de una tercera parte de la población vive en pobreza, de acuerdo con cifras del gobierno.

Según datos oficiales, dos de los cuatro hospitales públicos que atienden a pacientes con Covid-19 en Iztapalapa estaban saturados. Las funerarias y crematorios en la alcaldía también han dicho que en las últimas semanas han experimentado una vertiginosa demanda de servicios.

Reuters hizo repetidas solicitudes de entrevista con la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, para conocer su postura sobre el avance de la enfermedad en la zona, pero la funcionaria no estuvo disponible antes de la publicación de este artículo.

A pesar de las señales de alerta, algunos barrios de la demarcación muestran gran movimiento, con decenas de comercios abiertos, transeúntes deambulando, muchos de ellos sin mascarillas, y aglomeraciones en cruces vehiculares, una imagen que contrasta con el desolado paisaje en el resto de la ciudad.

«Tengo miedo de un contagio o de llevar una infección a mi casa, pero tenemos que trabajar», confesó Ángeles Medina, de 33 años, quien perdió su trabajo en una fábrica de plásticos tras la emergencia por coronavirus y ahora vende tacos y café afuera de una estación del Metro, a 10 minutos de la Central de Abasto.

Fuente: Excélsior

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Aletia Molina