El coronavirus aumentó la marginación que padece la población rural en situación de pobreza.
Al carecer de acceso a internet, no pueden trabajar desde casa o recibir educación a distancia, señala un estudio del Instituto Belisario Domínguez, del Senado de la República.
Además, como sólo 23.4% de los hogares rurales tiene conexión a internet, este sector tampoco accede al comercio electrónico, condición que puede disminuir los riesgos de contagio por covid-19.
El estudio destaca que, en una crisis sanitaria como la actual, la brecha digital constituye una “caja amplificadora de la desigualdad social que hay en México”.
Señala que mientras 45% de la población mexicana que está en el estrato económico “bajo” usa internet, el porcentaje contrasta con el de la población del estrato socioeconómico “alto”, que es de 92 por ciento.
A pesar de que la población usuaria de internet en el país pasó de 57.4% en 2015 a 70.1% en 2019, no se ha logrado reducir la brecha digital, advierte el estudio.
Las personas en situación de pobreza, principalmente en zonas rurales, han vivido la cuarentena en México afectadas por la brecha digital, al carecer de acceso a internet por lo que no pueden realizar ningún trabajo desde casa o continuar con la educación a distancia, lo cual ha acentuado su marginación.
Así lo apuntó un estudio del Instituto Belisario Domínguez del Senado con datos de la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares (ENDUTIH) 2019 del Inegi, en el que se da cuenta que sólo 23.4% de los hogares rurales cuentan con conexión a Internet.
Afirma que en el marco de la Jornada Nacional de Sana Distancia las personas en situación de pobreza extrema han quedado marginadas del comercio electrónico y la educación en línea.
El estudio titulado Accesibilidad y uso de Internet en México a la luz de covid-19, escrito por el investigador Itzkuauhtli Zamora Saenz, se destaca que en una crisis sanitaria como la de covid-19, la brecha digital constituye una “caja amplificadora de la desigualdad social que hay en México”.
El documento del IBD señala que, de acuerdo con datos del Inegi, mientras que prácticamente ocho de cada 10 personas de seis años o más es usuaria de Internet en asentamientos urbanos, esta proporción disminuye a cinco personas entre la población rural.
Esta brecha es más notable cuando la unidad de análisis es el hogar: mientras que 65.5% de los hogares localizados en asentamientos urbanos está conectado a internet, solamente 23.4% tiene esta conexión en los asentamientos rurales.
Se estima que 45% de la población mexicana que se encuentra en el estrato económico “bajo” es usuaria de internet. Este porcentaje contrasta con el de la población que se encuentra en el estrato socioeconómico “alto”, ya que 92% de este sector es usuario de internet.
En ese sentido, los hogares de estrato socioeconómico “bajo” que tienen una computadora, pero carecen de conexión a la red de internet, mencionan que no pueden adquirir el servicio por falta de recursos económicos (60.2% de quienes se encuentran en esta situación) y porque no hay servicio en su localidad (26.1%).
A pesar del incremento de la población usuaria de internet que ha tenido nuestro país en los últimos años (se pasó de 57.4% en 2015 a 70.1% en el año 2019), no se ha logrado reducir la brecha digital entre los asentamientos urbanos y rurales, ni entre los estratos socioeconómicos.
La investigación sostiene que la población rural y la que se encuentra en situación de pobreza presenta una condición muy adversa para complementar el aprendizaje de las personas que vieron alterada la modalidad en la que cursaban su educación formal a raíz del confinamiento.
Estos sectores de la población también enfrentan la dificultad de realizar teletrabajo o de capacitarse en línea para buscar un empleo cuando se reanude la mayoría de las actividades económicas.
Esta dificultad va en detrimento de la construcción de capacidades y habilidades de la población que de por sí ya tiene una situación económica precaria.
Ante este escenario, se considera fundamental avanzar en la consolidación de una sociedad del conocimiento que tenga políticas específicas para garantizar el acceso a internet para toda la población, concluye el investigador. (HÉCTOR FIGUEROA. EXCÉLSIOR)