A diferencia de los países europeos, donde el COVID-19 ha cobrado la vida principalmente de adultos mayores, en México predomina la mortalidad en adultos de la mediana edad. De acuerdo con las autoridades sanitarias, este panorama se debe a la elevada prevalencia de enfermedades como obesidad, diabetes e hipertensión.
Estos padecimientos están estréchamente vinculados con la alimentación y tienen dimensiones alarmantes en el país: tres cuartas partes de la población tiene sobrepeso u obesidad, 18.4% padece hipertensión, 19.5% tiene colesterol y triglicéridos altos y una de cada 10 personas es diabética. De hecho, la diabetes es —junto con las enfermedades del corazón y el cáncer— una de las tres primeras causas de muerte en el país (Ensanut, 2018).
Ante la necesidad de contar con alimentos saludables, hoy se revaloran dietas como las surgidas desde la milpa (agrosistema basado en el policultivo que —además de la triada maíz-frijol-calabaza— puede incluir chiles, tomates, quelites, cactáceas, hongos, etc.). Sin embargo, la situación por la que actualmente atraviesa la milpa en México es compleja y muchas de las familias que la trabajan no tienen excedentes para comercializar: en numerosas ocasiones, los rendimientos son tan bajos que con dificultades cubren el consumo familiar.
La degradación de los suelos, las prácticas agrícolas inadecuadas, los flujos migratorios, el abandono del campo, las dinámicas del mercado ―75% del suministro mundial de alimentos proviene de solo 12 plantas y cinco animales (WWF, 2020)― y la transición nutricional derivada de la urbanización ―que favorece dietas con más grasas y azúcares, pero con menos fibra y carbohidratos benéficos―, entre otros fenómenos, han contribuido a que en muchas regiones la milpa pierda su riqueza biocultural y que incluso se pierda la tradición de trabajarla.
En este contexto, en que paradójicamente la obesidad y el sobrepeso coexisten con la escasez de alimentos y la insuficiencia de nutrientes en amplios sectores de la población ―cerca de 20% de los hogares urbanos y 30% de los rurales padece inseguridad alimentaria moderada o severa (Ensanut, 2018)―, el sistema milpa es clave para que México tenga las dietas balanceadas y nutritivas que se requieren para que su población alcance mejores estados de salud y logre su seguridad alimentaria.
El Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT), junto con diversos colaboradores, busca generar dietas más sanas y nutritivas, así como mejores condiciones de vida para las poblaciones rurales a través de un mejor uso de la biodiversidad agrícola: con el proyecto Milpa Sustentable en la Península de Yucatán ―impulsado junto con la Fundación Haciendas del Mundo Maya y Fomento Social Banamex― se promueve la conservación y reinserción de semillas nativas para revitalizar la milpa, hecho relevante si se considera que alrededor de 75% de la diversidad de cultivos del mundo ha desaparecido en los últimos 100 años (ONU, 2020). Con prácticas sustentables en 16,000 hectáreas, las productoras y los productores han generado ―algunos por primera vez― excedentes para comercializar.
Mediante la acción conjunta con Walmart Foundation se promueve la diversificación de cultivos en Oaxaca, Chiapas y Campeche. En esos estados se han puesto a disposición de los productores semillas de nuevos cultivos adecuados para cada región (como girasol, lenteja, chícharo, cacahuate y muchos otros tipos de leguminosas y oleaginosas). Con prácticas sustentables y fortalecimiento del acceso a mercados, los pequeños productores de estas entidades incluso generan fuentes de empleo locales.
A escala nacional, con la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y el INIFAP se desarrollan diversas acciones para asegurar dietas sanas y nutritivas: con Frijol para México se fomenta la producción y el consumo de esta leguminosa ―su ingesta ha disminuido y hoy solo 43% de la población la consume cotidianamente (Ensanut, 2018)―, que es una importante fuente de proteínas y puede ayudar a diminuir el riesgo de enfermedades del corazón y diabetes.
Además, mediante el programa MasAgro se han establecido 158 ensayos y viveros de maíz nativo y de cultivos de la milpa ―incluyendo maíz azul que tiene un menor índice glucémico y propiedades antioxidantes, antineurodegenerativas y anticancerígenas (Udlap, 2011)― y se ha promovido la diversificación de cultivos y la introducción de frutales en la milpa. Finalmente, a través de Maíz para México ―estrategia con bases científicas sin precedentes en el país― se construyen las bases para preservar la milpa, su biodiversidad y su herencia de cultivo en favor de dietas nutritivas que permitan a la sociedad gozar de buena salud y hacer frente a cualquier pandemia. (https://idp.cimmyt.org/)