Todo empezó aquí, en la dehesa, con una raza bovina que el hombre nunca logró domesticar por completo. La familia de Fernando Guzmán ha criado toros de lidia desde hace 100 años:
«El toro de lidia es una raza que siempre ha sido semisalvaje. Provienen de los primeros toros que hubo en España, y que fueron capturados por los hombres. Y lo que les define, es su bravura.»
A tan solo una hora de Madrid, Fernando posee cien de los únicos 100.000 ejemplares de esta raza en todo el mundo. La misma población que el amenazado gorila africano. Criado en semilibertad, juegan un importante papel a nivel ecológico.
«Donde hay una dehesa de toro de lidia, es como si hubiera una isla ecológica en medio de la civilización», explica Fernando Guzmán.
Estos toros estaban listos para el ruedo. Pero la crisis del Covid-19 ha cancelado todas las corridas de España, un negocio que mueve 4.500 millones de euros.
El toro de lidia es una raza única. Nacido y criado para el ruedo. Pero el declive de la fiesta nacional durante los últimos años está poniendo su supervivencia en riesgo. Ahora, el Covid-19 puede ser la puntilla final de esta histórica, pero controvertida tradición.
Los criadores buscan otras vías para dar salida a su negocio del toro de lidia, como por ejemplo el turismo, aunque de momento ha quedado en suspenso. Fernando, que considera catastrófico el declive de su negocio, espera, sin embargo, que la tauromaquia regrese con fuerza tras la pandemia.
«Puede ocasionar un problema a nivel ambiental, cultural y económico», considera Guzmán.
En la plaza de toros de las Ventas, la más grande de España, hoy reina el silencio.
«Te das cuenta cuando la ves vacía y en silencio, que un dia normal esto sería un hervidero de gente. Habría gente fuera en los bares, en los restaurantes y las largas colas en las taquillas», rememora Rafael García Garrido director general de las Ventas.
La cancelación de la feria de San Isidro ha causado pérdidas de hasta 400 millones de euros en Madrid. Pronto los espectáculos al aire libre se reanudarán, pero con grandes restricciones de aforo.
«En una plaza como ésta, con capacidad para 24.000 personas, podríamos aceptar unos mil. Esto sin el público no tiene sentido. Siempre decimos que cuando volvamos, lo haremos con dignidad» concluye García Garrido, director de las Ventas.
En la dehesa, estos toros aguardan plácidamente su destino. Quizá este año no sea en el ruedo, sino en un matadero. Mientras quizá su especie pueda aún más estar amenazada… lo que es seguro es estos toros bravos pelearán hasta el final.
Fuente: https://es.euronews.com/