Desde que asumió la presidencia de México, el 1 de diciembre de 2018, Andrés Manuel López Obrador anunció una estrategia de seguridad que aseguraba ser diferente a la de gobiernos anteriores. En adelante para combatir la violencia se utilizarían sobre todo, programas sociales y la promoción de empleos. “Abrazos y no balazos”, dijo López Obrador.
Sin embargo, 16 meses después la realidad parece obligarlo a cambiar de planes.
El presidente ordenó el despliegue de miles de soldados y marinos en las ciudades del país, para ayudar en tareas de seguridad pública. Una estrategia que dijo que no usaría y que además criticó ampliamente.
La realidad es que la vida lo alcanzó: la inseguridad en varias partes del país sigue en aumento a pesar de la cuarentena nacional por la pandemia de coronavirus. En abril, por ejemplo, se registraron 2,492 asesinatos. Las operaciones de seguridad no han logrado contener la violencia.
Implícitamente es un reconocimiento de que su estrategia no está dando resultados. Así, es necesario retomar el despliegue de militares en las zonas más conflictivas del país. No es tanto una claudicación pero sí un reconocimiento de que no hay resultados.
Además de la creciente inseguridad, y que la corporación creada para sustituir a los militares en labores policiales, la Guardia Nacional (GN), todavía no completa su integración. Casi un año después de su nacimiento el cuerpo policíaco no ha logrado estar presente en todos los sitios considerados como de mayor riesgo.
Los militares permanecerán en las calles hasta marzo de 2024, es decir, prácticamente lo que resta del gobierno de López Obrador.
En ese tiempo se espera que la GN reclute los 140,000 elementos que deben integrarla según la estrategia de seguridad.
La corporación se creó para sustituir a los militares que desde hace varios años realizan labores policiales. ¡Pero hasta ahora no ha sido posible!
El plan es similar a las estrategias de seguridad en los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, cosa que no se cansó de tachar el Presidente.
Cuando se creó la GN, en junio de 2019, muchos advirtieron que en el fondo era la misma estrategia que había fallado… y así fue.
La orden presidencial para desplegar militares en varias ciudades provocó duras críticas en ese sentido por parte de organizaciones civiles y expertos. Uno de ellos fue Javier Sicilia, fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. El poeta consideró que, en los hechos, la nueva estrategia implica militarizar al país.
La Fuerzas Armadas participarán “de manera extraordinaria, regulada, fiscalizada, subordinada y complementaria” con esa corporación, establece el decreto.
En medio de la polémica, el secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, remarcó en Twitter que el decreto pretende ordenar las funciones de las Fuerzas Armadas en su tarea de seguridad pública. “Así de simple. Tal apoyo estará siempre subordinado a la Guardia Nacional”, con lo que quiso zanjar la discusión.
¿Qué pasó? Insultaba y llamaba asesinos a Felipe Calderón por poner al Ejército y a la Marina a combatir a los cárteles criminales, y a Peña Nieto por mantenerlos en esa función.
¿Y dónde están los morenistas que se rasgaban las vestiduras contra las Fuerzas Armadas y hasta hace unos días difundían el lema “Calderón, traidor a la patria”?
Este señor que pusieron como presidente, es una persona inestable e incompletamente congruente, se dice y se desdice con la misma casualidad con que cambia de calcetines, y quizá es normal, es una persona común y corriente, más corriente que común, pero cuando las de decisiones que tomes depende un país… hay que ser dos pesos más congruentes.
Aletia Molina
@AletiaMolina