Con la entrada de la Fase 3 de contingencia por la pandemia de coronavirus (COVID-19), el pasado 21 de abril las autoridades sanitarias ampliaron las medidas preventivas como el aislamiento social, para evitar un ascenso rápido de contagios y un colapso en el acéfalo sistema de salud.
Sin embargo, el COVID-19 no sólo ha afectado la salud de miles de mexicanos. El cierre de negocios, la pérdida de empleos y la ausencia de un plan eficiente por parte del Gobierno Federal ha provocado un duro golpe en la economía.
Esta emergencia sanitaria complica la recaudación tributaria y pone al sector empresarial en un serio riesgo de entrar en una crisis profunda y rápida.
El corazón de esta crisis económica, fue detonada por el coronavirus, y su alma es la incertidumbre; la falta de conocimiento sobre cuánto durará no permite a los actores económicos, ya sean empresarios, empleados o trabajadores informales, hacer planes o saber cuándo contarán con su próximo ingreso.
Resguardar los ingresos de las familias es, por lo tanto, una de las claves que definirán si la economía se reactiva de manera rápida o no.
Una de las señales fue el último anuncio de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STyPS) en el que reportó que del 13 de marzo al 6 de abril se habían perdido 346,800 empleos… Pero, la cifra actual se acerca a los 600.000, como asegura la Concamin.
Según la organización, cada día se pierden cerca de 20 mil puestos de trabajo. Y eso solo se refiere a los empleos de los 20,5 millones registrados en la seguridad social, pues la economía informal en México ronda el 56%, por lo que no es posible saber con certeza el total de los trabajadores que han perdido su fuente de ingresos.
Las empresas están tomando el pulso del funcionamiento, en un sentido más estricto, demuestran el debilitamiento rápido y acelerado de la economía nacional.
Uno de los sectores más profundamente golpeados, es el turístico. La cancelación de vuelos en todo el mundo, así como las medidas sanitarias para prevenir el contagio llevaron al desplome en la ocupación hotelera.
En cadena, el otro sector lastimado es el restaurantero, que aunque muchos cambiaron su modelo de negocio y ofrecen alimentos para llevar, un tercio de los restaurantes del país han cerrado por la pandemia al ver caer sus ventas hasta un 90%.
Por su parte la Cámara Mexicana de la Industria de la Construcción estima que están en riesgo de desaparecer medio millón de empleos, pues más de seis mil compañías carecen de efectivo para pagar a sus empleados.
Según una estimación del Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el país sufrirá una pérdida aproximada de 2,1 billones de pesos, solo en la caída del consumo en general entre abril y mayo, lo cual impactará en la recaudación de impuestos.
Ante este panorama, López Obrador, sólo atinó a anunciar que aplicará la Ley de Austeridad Republicana de manera rigurosa. Ordenó cerrar diez subsecretarías y reducir el sueldo de los funcionarios públicos de más alto rango… ajá…
Estas decisiones reflejan un intento por proteger la economía y mantener la austeridad… Pero a estas alturas ¡Ya no es suficiente! El porcentaje de mexicanos que opina que la crisis del coronavirus ha perjudicado mucho a la economía nacional se encuentra en 81%. El Presidente quiere cazar rinocerontes con una resortera, no sabe a dónde tirar, desvirtúa la información y convierte su rescate económico en un peligroso camino hacia su más grande miedo: un “sexenio perdido”.
Aletia Molina
@AletiaMolina