La Comisión Europea tiene previsto aprobar este miércoles los criterios que deberían guiar una desescalada en tres fases de la situación de emergencia provocada por la pandemia de la covid-19. El plan llega acompañado de una batería de directrices —para el levantamiento de controles fronterizos, el transporte, el turismo y la protección del consumidor— que pretenden garantizar una salida ordenada y evitar la estampida de medidas nacionales que se produjo con el brote de la mortífera enfermedad.
El documento de la Comisión, al que ha tenido acceso EL PAÍS, establece la hoja de ruta para avanzar desde la situación actual de medidas excepcionales de restricción generalizada del movimiento, calificada como fase 0, hasta un levantamiento general de las limitaciones y de los controles fronterizos dentro de la UE, bautizado como fase 2.
Entre ambos extremos, los países deberán pasar, cada uno a su ritmo, por la llamada fase 1, tal vez la más anhelada por los ciudadanos que han sido sometidos a confinamiento local o nacional, pero probablemente también la más delicada, por el riesgo de un repunte en el número de contagios. Esa fase, según el plan de la Comisión, sería la que permitiría salvar, al menos en parte, la temporada turística de verano que se acerca.
“Las restricciones a los viajes y los controles fronterizos se deben retirar gradualmente en toda la UE si la evolución epidemiológica mantiene su tendencia actual positiva”, señala el documento de la Comisión en su apartado sobre la fase 1. Para entrar en esta fase será clave, según Bruselas, “que se alcance un nivel suficiente bajo de contagios”.
El paso de una fase a otra dependerá de la propia evaluación de cada país. Pero el texto, una Comunicación sobre la restauración gradual y coordinada de la libertad de movimiento, pide que se “incremente la coordinación” durante el proceso de desescalada para evitar, entre otras cosas, generar desconcierto entre los ciudadanos y alimentar su desconfianza.
La movilidad entre los Estados que se encuentren en la misma fase, según la Comisión, debería ser prácticamente ilimitada, siempre y cuando se apliquen efectivamente los protocolos de seguridad en medios de transporte, coches de alquiler, embarcaciones de recreo, alojamientos de cualquier tipo, atracciones, exposiciones, etc.
La segunda condición sine qua non, según Bruselas, es que se puedan garantizar las medidas de contención, incluido el distanciamiento físico, en todo el trayecto del viaje, desde origen a destino, incluido el cruce la frontera”. Esa condición puede poner en dificultades, entre otros, al sector aéreo, que se resiste a limitar el número de pasajeros por miedo a ver mermada su ya diezmada rentabilidad.
Bruselas cree que en la fase 1, hacia la que avanzan casi todos los Estados, debe facilitar como mínimo todos los viajes por motivo profesionales e, incluso, personales, cuando los miembros de una misma unidad familiar se encuentren repartidos en varios Estados. Pero el objetivo esencial es “que a medida que los Estados miembros logren reducir la circulación del virus, se sustituyan las restricciones generalizadas por otras medidas más precisas”.
Los criterios para pasar de una fase a otra y levantar gradualmente o definitivamente los controles fronterizos incluyen la evaluación de la situación epidemiológica en cada Estado miembro; la necesidad de aplicar medidas de contención, incluido el distanciamiento físico; y la proporcionalidad, “es decir”, precisa el texto, “la comparación entre los beneficios de mantener una restricción generalizada y las consideraciones sociales y económicas [de esa medida], incluido el impacto en la movilidad laboral transfronteriza y el comercio”.
Bruselas advierte que, en todo caso, “continuará la necesidad de mantener algunas medidas, incluidas las de distanciamiento físico y distanciamiento organizativo [laboral]”. La Comisión recomienda que “empodere” a los ciudadanos para que refuercen su protección. Y que se les facilite información clara y coherente sobre el distanciamiento físico que se aplica en cada Estado miembro al que lleguen, unos datos que, según Bruselas, se le podrían enviar por SMS cada vez que el usuario de un teléfono móvil cruce una frontera.
Salvar el veraneo
“Con una gestión correcta, segura y coordinada, los meses que vienen podrían permitir que los europeos disfruten de un necesitado descanso, de relajación y aire fresco, y del reencuentro con sus amigos y familiares, sea en su propio país o a atravesando fronteras”, señala la Comisión en una segunda Comunicación, centrada en este caso en el turismo y el transporte. Pero el objetivo, reconoce el organismo, no es solo facilitar el veraneo sino también salvar una industria en peligro.
La Comunicación y las directrices que le acompañan, intenta establecer “un marco coordinado que permita a Europa beneficiarse del descanso y, sobre todo, salvar la sesión turística”, señala el documento. Bruselas recuerda que la caída de la actividad en el sector a nivel mundial podría superar el billón de euros, según datos de la Organización Mundial de Turismo. Europa, uno de los grandes mercados, estaría entre los grandes afectados. “Y los próximos meses son cruciales: los ciudadanos de la UE hacen una media de 385 millones de viajes de turismo en la temporada de verano (junio-agosto) y gastan 190.000 millones de euros”, detalla la Comisión.
El organismo comunitario se muestra convencido de que el sector turístico podrá salvar parte de su temporada alta. Y recomienda que los Estados permitan la entrada y salida de viajeros procedentes o con destino a países que se encuentran en una misma fase epidemiológica. “El levantamiento de los controles no debe limitarse a la proximidad geográfica de los Estados vecinos”, subraya la Comisión. Bruselas aboga por restablecer las conexiones aéreas entre países sin frontera física siempre que se encuentren en la misma fase de desescalada.
Fuente: El País