Sin referentes históricos inmediatos, en mitad de una incertidumbre enorme, ante la perspectiva de un cierre económico calamitoso, los estados europeos han adoptado estrategias muy dispares frente al coronavirus. Desde las clausuras paulatinas y totales de España e Italia, fruto de la extraordinaria gravedad de su crisis, hasta las posiciones más laxas y laissez-faire de Reino Unido o Países Bajos.
A corto plazo, unas parecen más efectivas que otras.
El caso sueco. Suecia ofrece un buen ejemplo. Su gobierno descartó desde un principio cierres a gran escala de la actividad económica. Impuso algunas restricciones, como un límite de quinientas personas a las reuniones públicas, y adoptó una estrategia contemplativa, centrada en esfuerzos puntuales. No habría cuarentenas masivas. No se han cerrado escuelas. Los comercios siguen operando.
Los enfermos deben pasar el virus en casa y regresar a la vida social después, ya inmunizados.
Resultados. ¿Qué tal está funcionando? Una buena forma de averiguarlo es comparando su situación con la de dos países vecinos de similares características y políticas antagónicas, como Dinamarca y Noruega. Sus gobiernos impusieron restricciones severas desde el inicio de la epidemia. A corto plazo, ambos han logrado controlar la curva de contagios y muertes. La tendencia sueca es mucho más preocupante.
Suecia suma 146 fallecimientos, frente a los 77 de Dinamarca y los 32 de Noruega. Varias consideraciones. La más importante, la demografía. Hay más de diez millones de suecos, por cinco millones de noruegos y daneses. Desde este punto de vista, Suecia lo está haciendo mal respecto a Noruega, pero igual de bien que Dinamarca. Las cifras suecas también son similares a las austriacas, de medidas más estrictas.
Pero, pero. La diferencia estriba en la tendencia. Dinamarca adoptó medidas de calado hace más de una semana. La ralentización de su curva puede obedecer al impacto de las restricciones. Sus tiempos coinciden con los de España e Italia. Sabemos que las cuarentenas contribuyen a reducir la tasa de contagio. Suecia afronta el pico de su epidemia sin medidas estrictas de distanciamiento social.
La consecuencia. ¿Cómo puede terminar? Dos países, Reino Unido y Países Bajos, pueden ofrecerle alguna pista. Ambos optaron por una política laxa durante los primeros días, en busca de una «inmunidad de grupo» que protegiera al grueso de la población no vulnerable frente a futuros rebrotes. A ambos les está yendo mal. Países Bajos suma 864 muertos y ya es el cuarto país con más fallecimientos por millón de habitantes.
Reino Unido experimentó un crecimiento inmediato de contagios y decesos y reculó a los pocos días. Su tendencia, a día de hoy, 1.400 muertos después, calca a la de Italia hace quince días.
Corto vs. largo. Sobre el papel, la «inmunidad de grupo» contribuiría a aplacar la enfermedad en el largo plazo, generando una distorsión menor en la economía. Si Suecia se adhiere a su estrategia, podríamos tener un grupo de control dentro de Europa y descubrir si, dentro de medio año o más, su decisión fue la más acertada o no.
Sucede que a corto plazo el coste puede ser muy elevado, tanto a nivel sanitario como político. Tan elevado que neutralice los beneficios a largo plazo. Reino Unido bien lo sabe.
Fuente: https://magnet.xataka.com/