“Si lo pienso con el entendimiento y la razón creo que no hay esperanza, pero si lo pienso con el corazón, tengo mucha fe en la humanidad”, dijo hacia el final de su vida el Capitán Jacques Yves Cousteau. Como consecuencia del confinamiento de la pandemia de Covid-19, este pasado miércoles, en el 50 aniversarios del Día de la Tierra establecido para cuidar la biodiversidad y resolver las preocupaciones medio ambientales, personajes como Jean Michel Cousteau, Sylvia Earle, Jane Goodall y David Atenborough, a quienes llamamos los adultos mayores de la conservación. Hicieron en vivo declaraciones por diversas plataformas sobre la relación entre la pandemia y la pérdida del capital de vida que nuestra forma de vivir está produciendo.
Hemos visto imágenes en redes sociales, ahora que los humanos nos hemos confinado, de ciudades en China, ciudades como la CdMx y otras, usualmente con el aire muy contaminado, con un cielo azul y limpio. Incluso los satélites de la NASA han registrado en poco tiempo, 40 días, grandes disminuciones de gases contaminantes en la atmósfera. De igual manera sucede con el océano, un ejemplo es Venecia en Italia. Animales que ante la ausencia de embarcaciones, de automóviles y de seres humanos se acercan a las costas, a las ciudades y aparecen por todos lados en la naturaleza. Mucha gente lo ha tomado como un símbolo de esperanza. Es recurrente leer en redes sociales: debemos de reflexionar y cambiar los hábitos de consumo, de pensar y valorar lo que es verdaderamente valioso. El pasar tiempo con la familia, el abrazo y el cálido contacto humano. Pero hay otro mundo, que es la mayoría, que vive al día y no puede darse el lujo de detenerse y reflexionar porque moriría de hambre. La mitad de la población del planeta se encuentra en situación de pobreza y carece de las más elementales condiciones para vivir.
Jean Michel Cousteau el hijo del famoso Capitán quien tiene 84 años, nos recordó la dependencia que tenemos del océano como soporte de vida. Hay mucho quehacer, dijo el cineasta y ambientalista francés. Mi padre hace 40 años nos hablaba de la
degradación ambiental y cómo nos acostumbramos a ella como si fuera algo normal, natural en detrimento de nuestra calidad de vida, ahora de nuestra salud. Dijo sentirse apenado por quienes han perdido a sus seres queridos durante esta pandemia.
Ahora que nos hemos encerrado por semanas, el agua y el aire son más claros y limpios. Esto deja perfectamente en evidencia nuestro fuerte impacto en el medio ambiente. Mi padre decía, la gente protege lo que ama y nosotros hemos añadido, la gente ama lo que conoce. Es por ello que la educación ambiental es básica en especial en los niños que son los tomadores de decisiones del futuro.
La oceanóloga Sylvia Earle de 85 años, ex directora científica de la NOAA por más de 30 años, dijo que la ignorancia es nuestro mayor problema. Todo lo que hemos hecho al planeta ahora es más evidente, se vuelve en nuestra contra. Hay un enorme trabajo por delante, porque es evidente que un mundo sin océanos es un mundo sin nosotros.
La primatóloga Jane Goodall a sus 84 años es una incansable defensora de la conservación ambiental, dijo que el mayor problema de los seres humanos es la codicia. La gente quiere más y más. La brecha entre los que más tienen y los que menos tienen se está agrandando más y más. Me di cuenta que la población de los chimpancés en África está disminuyendo por la pérdida del hábitat. Incluso hicimos nosotros en ellos un efecto de zoonosis, a mediados de los años 60 les contagiamos de Polio y casi terminamos con ellos. Tenemos que construir un mundo más justo y ayudar a los que menos tienen a satisfacer sus necesidades más elementales.
Sir David Atemborough de 94 años, naturalista e incansable difusor de la ciencia, quien a decir de la Universidad College de Londres, creó una cultura original de la televisión sobre la naturaleza. Incluso siendo ejecutivo de BBC encargó al grupo Monty Phyton la serie Flying Circus, un grupo de humoristas famosos en Gran Bretaña, una crítica social con argumentos que rodaban en lo absurdo. Incluida entre los cien mejores programas de TV de todos los tiempos.
El también ganador del premio Príncipe de Asturias en 2009 dijo, los humanos somos una plaga sobre la Tierra y a las poblaciones, especialmente a las plagas, las controlan los virus y las bacterias. Soy muy pesimista sobre el futuro de nuestro planeta. La presencia masiva de humanos hace que no haya suficientes recursos para todos, especialmente por nuestra forma de vivir. Es inhumano no decirlo en voz alta.
El Dr. Edward O. Wilson especialista en insectos y animales sociales y la relación entre el hombre y la naturaleza, ahora jubilado de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard, quien modernizó y reescribió la sociobiología, dijo que había que encontrar una imagen más poderosa porque la gente no entendía o no quería entender la importancia de la perdida de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos significaba para la sobrevivencia de nuestra especie. Ahora la pandemia de Covid 19 nos la ha dado. La pérdida o amenaza de la salud que es resultado directo de esta pérdida de ecosistemas, esto la gente si lo entiende.
El Dr. Eric Chivian, estudia los efectos de perturbación de ecosistemas y su relación con la salud humana. Escribió el libro, Ecosistemas y bienestar humano. Los servicios ambientales de los ecosistemas son indispensables para mantener la vida en la Tierra, para el bienestar y salud de la gente en todo el mundo. Son sistemas complejos de interacción de todos los organismos, plantas y animales; y son los microorganismos como bacterias y virus quienes controlan estas poblaciones y su relación con el medio ambiente.
El Dr, Sarukhan comisionado de CONABIO dijo, el proceso de evolución que nos ha traído hasta aquí, se ha llevado a cabo en estos ecosistemas. El resultado es esta enorme riqueza de especies en la historia del planeta y en México somos uno de los cinco países megadiversos del planeta, tenemos el 12% de la biodiversidad. No hemos sabido aquilatar esto, hasta ahora que estamos perdiendo la salud.
Los mares, sistemas arrecifales, manglares, tulares, bosques, dunas costeras, planicies, tundras, etc. son vitales para la salud humana y todas las formas de vida en el planeta. De ellos obtenemos: alimentos, agua, oxígeno que respiramos, estabilidad en el clima, tan solo por mencionar algunos. Parte de estos
servicios son: las cuencas hidrológicas estables, diversidad genética, sumideros de carbono; polinizadores y dispersores de semillas para los cultivos, entre ellos los vilipendiados murciélagos y las abejas, (algodón, maíz, agave, etc.); fotosíntesis, etc. La actividad humana ha producido la pérdida del 50% de la biodiversidad, y el 70% de la biodiversidad terrestre debido a actividades relacionadas con la agricultura en los últimos 50 años. Son en general sistemas muy estables cuando funcionan naturalmente sin la influencia de los seres humanos.
Los servicios ambientales se clasifican según CONABIO en Servicios de abastecimiento (alimentos, agua, combustibles); Servicios de Regulación (clima, erosión, enfermedades, purificación del aire y agua); Servicios de Soporte Ecológico (reciclaje de nutrientes, formación de suelo, productividad primaria: cambio de energía solar en química y obteniendo como subproducto el oxígeno que respiramos) y Servicios Culturales (educativos, espirituales, escénicos y recreativos). Estos últimos son los que más valoramos los seres humanos. Estar en una playa intocada, en un arrecife coralino, en un bosque prístino. El placer espiritual y la emoción estética que esto nos produce, incluso la satisfacción intelectual de aprender sobre estos ecosistemas y sus habitantes. Somos producto de esta naturaleza. La religión nace del impacto y comunión espiritual con esta naturaleza.
De todos estos servicios salvo los cultivos, la ganadería, la producción de fibras naturales, la acuacultura, van al alza. Todos los demás: agua dulce, calidad del aire, micro y macroclimas, polinizadores, plagas, enfermedades, material genético (por extinción de especies) etc. van a la baja. Dependemos absolutamente de los ecosistemas. Se realizó un estudio Millenium Ecosistem Assessment donde se encontraron estos resultados.
El Dr. Gerardo Ceballos el científico más reconocido en el mundo sobre extinciones escribió, “la causa de que varios coronavirus hayan brincado desde animales silvestres al ser humano en dos décadas se debe básicamente a la destrucción de ecosistemas y al tráfico y consumo de animales de vida silvestre” El comercio de vida silvestre y la pérdida del hábitat han llevado al borde de la extinción a muchas especies. Pero también son la causa fundamental de las enfermedades infecciosas emergentes.
“Las absurdas teorías de la conspiración que aducen que el SARS-CoV-2 fue creado en laboratorio, tienen la intención de distraer a la opinión pública. Pretenden crear confusión y evitar la gigantesca responsabilidad de un comercio ilegal de mil millones de dólares. Miles de especies de vida silvestre o sus productos de comercializan anualmente”.
¿Estaremos también a punto de perder nuestras libertades? Solo con ciencia y empatía hacia los demás seres vivos, que incluye a los más vulnerables saldremos adelante.