El número de pacientes hospitalizados en cuidados intensivos en Italia disminuyó por primera vez este sábado, lo que avivó la esperanza de poder atajar la propagación del coronavirus dentro de poco.
La cifra descendió por debajo de los 4.000 (3.994, frente a los 4.068 de la víspera). No había bajado de ahí desde finales de febrero, cuando la pandemia se disparó en el país, que sigue siendo el más castigado del mundo, según las cifras oficiales (más de 15.000 muertos).
Esta bajada inédita «es una noticia importante porque permite que nuestros hospitales puedan respirar. Es la primera vez que esta cifra está a la baja desde que gestionamos esta emergencia», declaró el jefe de la protección civil, Angelo Borrelli.
El descenso se registró sobre todo en Lombardía (norte), la región de Milán, la más afectada, cuyos hospitales son no obstante de excelente calidad, aunque están desbordados. En la actualidad, hay 1.326 pacientes en cuidados intensivos, una cincuentena menos que la víspera.
Según el balance diario, 681 personas murieron en las últimas 24 horas en Italia, una cifra que si bien sigue siendo alta, muestra un descenso, de más del 10% respecto al viernes (766).
NO BAJAR LA GUARDIA
En algunos sectores, el impresionante aumento de la mortalidad respecto a otros años muestra que los balances de las autoridades solo reflejan una parte de la tragedia.
Aún así, la cifra oficial de decesos está «en disminución constante, quiero recordar que [el 27 de marzo] alcanzamos un máximo con 1.000 muertos», recalcó Angelo Borrelli.
«Es un mensaje fuerte que no debe interpretarse, en absoluto, como una señal de que habríamos superado la fase crítica. Muestra que lo que se puso en marcha fue útil», señaló por su parte el jefe del Consejo de Seguridad de Salud, Franco Locatelli.
El responsable también se congratuló de que la pandemia no hubiera incidido más en el sur, donde las infraestructuras sanitarias son mucho más deficientes: «nada garantizaba que fuéramos a obtener este resultado».
Las señales de desaceleración constatadas desde hace una semana en Italia estuvieron acompañadas, no obstante, de reiterados llamados por parte de las autoridades a «no bajar la guardia».
MASCARILLAS, BUFANDAS Y PAÑUELOS
«Los malos comportamientos o el hecho de pensar que la batalla ya está ganada podrían arruinar todos los sacrificios hechos hasta ahora», advirtió en la RAI el ministro de Salud, Roberto Speranza. «Los investigadores hacen el máximo pero no hay ninguna vacuna disponible ni ninguna terapia certera. Y eso no llegará rápidamente», recordó.
Además, Lombardía decidió que a partir del domingo, quienes salgan de casa tendrán que cubrirse las vías respiratorias con mascarilla o, a falta de esta, con una bufanda o un pañuelo. Los supermercados deberán proveer guantes y gel hidroalcohólico a los clientes.
El gobierno advirtió a los 60 millones de italianos, que van ya por su cuarta semana de confinamiento, que las medidas restrictivas a sus libertades se irán levantando de forma progresiva, por fases. El viernes, Angelo Borrelli consideró que el 1 de mayo seguirían en vigor.
El gobierno debe anunciar el domingo o el lunes nuevas medidas de rescate para la tercera economía europea, fuertemente golpeada por la pandemia.
Vincenzo Boccia, líder de la patronal italiana (Confindustria) consideró que los imperativos de rigor presupuestario que se habían impuesto un mes antes eran ya historia. «Esta vez, el aumento de la deuda es una medida esencial», declaró.
En su opinión, hay que adoptar reflejos de «economía de guerra» pues, aunque los «fenómenos [sean] distintos, las consecuencias [son] idénticas».
Como España, otro país europeo duramente castigado, Italia reclama una mutualización de la deuda entre miembros de la Unión Europea, algo que los países del norte, con Alemania y Holanda a la cabeza, rechazan de plano.