Ana Paula Ordorica
¿Cuántas mujeres salieron a la calle el domingo? ¿Cuántas marcharon? El gobierno da una cifra a la baja, mostrando una vez más que no entiende. Pero dejemos de lado cuántas marcharon. Si queremos hablar de número es mejor voltear a ver otros datos. En México, de los 123.5 millones de habitantes, 65 millones somos mujeres. Aline Ross estuvo en mi podcast Broojula en una edición especial sobre el Día Internacional de la Mujer hablando de unos números, datos del INEGI, que dejan en claro lo que está ocurriendo en México en materia de violencia hacia la mujer.
Casos de violencia intrafamiliar: 76% de las víctimas son mujeres; 82% de los imputados son hombres. Abuso sexual: el 75% de las víctimas son mujeres; el 93% de los imputados son hombres. Hostigamiento sexual: el 80% de las víctimas son mujeres; el 95% de los imputados son hombres. Violación sexual: 80% de las víctimas son mujeres; 90% de los imputados son hombres. Rapto: 92% de las víctimas son mujeres; 86% de los imputados son hombres. Acoso: 90% de las víctimas son mujeres; 88% de los imputados son hombres. Y homicidio: 74% de las víctimas son hombres; 90% de las imputadas son hombres.
Esto deja en claro, con datos duros, que los hombres en México nos están violentando; abusando; hostigando; violando; raptando y acosando a las mujeres. En México, la anatomía es destino. ¿Qué queremos entonces? ¿Por qué se marchó el domingo y se hizo un paro el lunes? Porque se quiere poner estos datos en la mesa, en la agenda, para que sociedad y gobierno logremos un cambio.
La exigencia en la marcha del domingo y en el paro de #UnDíaSinNosotras no es para pedir que ocupemos el lugar que tienen los hombres. Las mujeres no queremos imitar a los hombres. La marcha y el paro es para exigir algo distinto. Es para exigir más igualdad, que no significa desplazar ni imitar al género masculino. Sin duda hemos avanzado en todos los ámbitos – laboral; doméstico y de derechos políticos – pero dentro de un sistema que no se ha reformado; que se rige por las reglas masculinas. Hay todavía un largo camino por recorrer para hacer que el sistema sea horizontal.
Exigimos más porque queremos un sistema económico basado en el mérito y no en el género. Eso implica no solo acceso a espacios de trabajo, sino un sueldo parejo. Un piso parejo. Ganar el mismo sueldo por el mismo trabajo que un hombre. Actualmente el salario de la mujer es 1.5 veces menor que el de los hombres. No se pide un régimen especial. Se quiere igualdad. Y, evidentemente, se quiere seguridad. Fin a la impunidad por las muertes y la violencia hacia las mujeres por parte de los hombres. No más feminicidios.
La activista Gloria Steinem escribió un ensayo en la revista TIME en 1970 señalando el mundo ideal al que aspiraría para Estados Unidos. Un mundo que hoy ha logrado avances, sin duda, pero tremendos retrocesos, como lo muestra tener a un presidente misógino al mando: Donald Trump. Retomando su aspiración, yo pienso en el México utópico en el cual la anatomía no sea el destino de hombres y mujeres. En donde no ocurra que 63 de cada 100 mujeres reporte haber padecido algún incidente de violencia.
El movimiento busca un cambio cultural, que va mucho más allá de leyes que a la fecha no se aplican. Y es que en México, como escribió la periodista Laura Woldenberg hace unos días, “el hombre abusa de la mujer porque puede hacerlo y porque así le enseñaron. Tenemos un Estado que no da garantías, el cual además, entre omisiones y negligencias, no es capaz de erradicar estos crímenes. Ni sanciona ni investiga ni garantiza justicia.”
#NiUnaMas es, para mi, eso: un grito desesperado para visibilizar lo que no se ha querido ver. La anatomía no debe ser destino. Solamente viendo en donde estamos parados podremos comenzar a pensar en un mundo parejo, en el que la convivencia será mejor tanto para mujeres, como para hombres.
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