El feminismo marca el paso de la política de América Latina

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Aletia Molina

La revolución será feminista o no será. Nunca como ahora, el colectivo que lucha por la igualdad entre hombres y mujeres en América Latina se había puesto tan al servicio de esta frase, que se corea en manifestaciones por todo el mundo. Las feministas están marcando el paso a los gobiernos de México, Chile, Argentina, en ocasiones con la ayuda de los propios mandatarios, cuyas torpezas han engordado en los últimos meses el enfado y el activismo. Finalmente, la presión en la calle, a las puertas mismas de sus palacios presidenciales, le están obligando a rectificar sus palabras y enderezar sus políticas.

Hace apenas unas horas que el presidente chileno, Sebastián Piñera, con un país que todavía vive entre las cenizas calientes de las pasadas revueltas ciudadanas, soltó una de sus frases más imprudentes en la peor semana: “No es solamente la voluntad de los hombres de abusar, sino también la posición de las mujeres de ser abusadas”. La ministra de la Mujer, Isabel Pla, y la mujer del presidente, Cecilia Morel, trataron de inmediato de corregir aquel desatino. Inútilmente, máxime tratándose de un presidente famoso por sus bromas machirulas. El feminismo camina con fuerza entre las reformas constitucionales más ambiciosas planteadas en décadas en este país.

Argentina enfrenta estos días una ley de interrupción del embarazo largamente reclamada por las mujeres. Alrededor de medio centenar de embarazadas mueren cada año en este país debido a abortos clandestinos, unas cifras escalofriantes que el Gobierno dejó de publicar en 2016. Cerca de 50.000 son hospitalizadas cada año por complicaciones al tratar de interrumpir su embarazo. 2.350 niñas menores de 14 años fueron madres y 87.000 bebés nacieron de madres menores de 20 años. El recién elegido Alberto Fernández enarboló el aborto en su campaña y en breve enviará la ley al Congreso. Los aplausos ante este anuncio fueron largos dentro y fuera del Congreso. Los pañuelos verdes, que popularizó Argentina para exigir un aborto libre y seguro, ya encuentran eco en el poder.

México ha convocado para el 9 de marzo una huelga de mujeres que algunos destacados miembros del poder se han apresurado a apoyar tras varias meteduras de pata en las semanas precedentes que les han costado algún disgusto. Las declaraciones del presidente Andrés Manuel López Obrador sobre feminismo han tenido el efecto de un palo en un avispero. En este país matan a un promedio de 10 mujeres cada día y el machismo es patente en numerosos ámbitos de la vida, a pie de calle. Las medidas reclamadas no acaban de llegar, pero la furiosa llamada de las tropas moradas ante el Palacio del gobierno han cambiado el discurso y la diligencia policial antes los últimos feminicidios, que en otras ocasiones se tomaban como un mal casi inevitable.

Latinoamérica tiene problemas similares: altas tasas de feminicidios, una impunidad judicial sonrrojante, violencia de género muy extendida, secuestros y desapariciones de mujeres y niñas, muertes por abortos clandestinos, difícil acceso a la salud obstétrica y una pobreza que, como en todo el mundo, se ceba con la población femenina. Con este panorama, el machismo sutil contra el que luchan en otras zonas del mundo no es la prioridad en esta. Aquí el machismo mata en grandes dosis y para combatir eso están alzando sus voces estos días las mujeres latinoamericanas. No en todos los países el viento sopla a favor de la igualdad, pero sí parece que este 8-M tendrá sabor latino. Así enfrentan las tropas moradas del Día Internacional de la Mujer.

CHILE. Una Constitución con perspectiva feminista

El feminismo tiene veteranía en este país. El domingo se esperan multitudinarias marchas. La potencia del movimiento feminista ha sido punta de lanza de las revueltas que mantienen al poder contra las cuerdas desde hace cuatro meses y que exportó al mundo Un violador en tu camino, el himno global contra la violencia sexual hacia las mujeres, compuesto por el colectivo feminista Lastesis. Nuevamente, miles de mujeres de países lejanos y lenguas diferentes corearán el violador eres tú en un grito conjunto contra el patriarcado.

“El movimiento feminista ha sido siempre un impulsor de la revuelta social”, explica la escritora Alia Trabucco en referencia al mayo feminista de 2018 en Chile, cuando las estudiantes universitarias paralizaron las clases durante semanas exigiendo una educación no sexista. Para la autora de la novela La resta, cuando se desataron las movilizaciones de octubre pasado, “el feminismo ya estaba articulado y, de hecho, ha sido uno de sus protagonistas”. “Es importante no separar la revuelta social del movimiento feminista”, analiza la escritora.

Este 8-M encontrará también a Chile en pleno proceso constituyente que, según determinó este miércoles el Parlamento, será paritario.‪ El 26 de abril próximo, Chile definirá en un plebiscito si reemplaza la Constitución de Pinochet de 1980 y, de hacerlo, el órgano que estará encargado de redactar una nueva Carta Fundamental. La convención, según determinó hoy el Congreso, será paritaria entre hombres y mujeres, lo que fue celebrado esta tarde por las congresistas vestidas de camisetas moradas. “Es necesario instalar el proceso constituyente desde una perspectiva feminista, lo que no solamente tiene relación con la paridad, sino con una discusión de fondo de los contenidos de una Constitución para que efectivamente incorpore una dimensión que resguarde los derechos de las mujeres y disidencias sexuales”, explica Sofía Brito, egresada de Derecho de la Universidad de Chile, activista de la Asamblea Feminista Plurinacional, cuya denuncia por acoso sexual y laboral a un académico de su facultad fue un emblema dentro de las paralizaciones de las estudiantes universitarias de 2018.

Para Brito, “la Constitución de 1980 ­–donde la palabra mujeres solo aparece una vez en el texto– siempre ha permitido y amparado un sistema en el que se nos ha instalado como ciudadanas de segunda categoría”.

Lorena Astudillo, portavoz de la Red chilena contra la violencia hacia las mujeres, valora los avances que pueda lograr una nueva Constitución, pero apunta los problemas de fondo de una cultura machista incrustada hace siglos en la sociedad: “Si se aprueba una nueva Constitución no significará que al día siguiente nos van a dejar de violentar, por lo que la lucha que tenemos por delante es larga”.

ARGENTINA. El triunfo de los pañuelos verdes

En Argentina, el gran objetivo de los movimientos feministas para este 8-M es dar el último empujón a la legalización del aborto, algo que presumiblemente se apruebe este año. “Por la autonomía de nuestros cuerpos y contra los fundamentalismos religiosos” es el lema de la convocatoria del colectivo Ni Una Menos para el Día Internacional de la Mujer, una jornada en la que han convocado a las mujeres a una huelga contra la explotación y la precariedad laboral y el “trabajo gratuito de cuidados”. El lunes 9 de marzo celebrarán una concentración frente al Congreso para exigir al Poder Legislativo que vote a favor de una ley de plazos.

“Nos enfrentamos a las iglesias que quieren gobernar nuestras vidas, cuerpos e identidades y porque no aceptamos que el Vaticano siga impidiendo el derecho al aborto legal, seguro y gratuito”, señala el manifiesto de Ni Una Menos. Es una respuesta a la misa anunciada por la jerarquía católica argentina para el mismo 8 de marzo bajo el lema “Sí a las mujeres, sí a la vida”.

Las convocatorias antagónicas anticipan la pelea que se librará en las calles cuando el Congreso debata el proyecto legislativo sobre la interrupción voluntaria del embarazo.

Poner freno a la violencia machista y a su forma extrema, el feminicidio, será otra de las reivindicaciones del próximo 8 de marzo en Argentina. En los dos primeros meses del año, 63 mujeres han sido asesinadas, en su mayoría por sus parejas o exparejas, según datos extraoficiales.

MEXICO. A la huelga

El feminismo en México vive momentos de alta reivindicación en la calle. Las sobrecogedoras cifras de feminicidios, unas 10 mujeres asesinadas al día, no han conseguido que la población se acostumbre al horror y guarde silencio. Dos de los últimos crímenes, sacudieron de nuevo la indignación popular y han interpelado con fuerza al Gobierno sobre las políticas contra la violencia de género y la impunidad, alrededor del 90%, en que se disuelven estos casos. La prioridad es tan manifiesta, que ha situado en un segundo plano otras reclamaciones y ha contribuido a que los feminismos mexicanos hablen con una sola voz, al menos por unos días.

El país vivirá, con mayor o menor éxito, una huelga de mujeres el 9 de marzo, bajo el lema El nueve nadie se mueve. Prueba del vigor que vive el movimiento, ha bastado la convocatoria al paro de una joven organización, las Brujas del Mar, desde el Estado de Veracruz, para que las redes hayan extendido la pólvora en unos pocos días.

El gobierno se ha visto obligado a rectificar, a veces con nuevas torpezas, los desatinos cometidos al expresarse sobre la lucha de las mujeres. Prueba de los pasos inciertos que da el Ejecutivo sobre la agenda feminista es el movimiento pendular de la mujer del presidente, Beatriz Gutiérrez, en sus cuentas de Internet: primero apoyó la huelga con un mensaje y a las pocas horas dejó de apoyarla con otro al contrario.

Si se tienen en cuenta las últimas manifestaciones de las mujeres en Ciudad de México, cabe aventurar que la del 8-M será nutrida y no estará exenta de algunos altercados contra el mobiliario urbano, ante la contención de las fuerzas policiales. La ira es uno de los motores que imprime fuerza a la lucha feminista en México. A la ola de mujeres en la calle seguirá el posible silencio del lunes. Un día sin nosotras es la etiqueta que ha llamado a las mujeres a permanecer en la casa, a no salir a la calle, ni a la compra, ni al trabajo. Tratan de dramatizar un mundo en el que a cientos de mujeres las hacen desaparecer de un momento a otro o las recluye en casa al caer el día. Lo que algunas han criticado como una renuncia de las mujeres a ocupar legítimamente el espacio público el lunes, en México cobra otro significado. Pero cualquier significación quizá quede desvirtuada por la rifa del avión presidencial, que se celebrará ese día. No es la primera vez que la aeronave enturbia la lucha contra la violencia de género.

VENEZUELA. Las mujeres, “a parir”

“¡A parir, pues, a parir. Todas las mujeres a tener seis hijos!”. Con esta arenga, que recuerda a la España nacionalcatólica de Franco o a cualquier otra dictadura del estilo, recibe el presidente venezolano, Nicolás Maduro, el Día Internacional de la Mujer.

Las venezolanas, mujeres, adolescentes y niñas, viven al límite. La lucha feminista en este país sudamericano se libra contra todo, contra una profunda crisis política, económica y social, en medio de una situación de emergencia que ha obligado al despliegue de equipos humanitarios. En la pobreza, las mujeres llevan la peor parte.

La Alta Comisionada de Derechos Humanos, Michelle Bachelet, lo destacó el año: en ese contexto, las venezolanas están más expuestas a otros daños colaterales como la trata sexual y la separación familiar, la privación alimenticia para darle de comer a los hijos y el riesgo de morir al parir en hospitales sin insumos, tras embarazos que no pudieron controlar ni evitar por el desabastecimiento de métodos anticonceptivos, lo que ha llevado a un repunte de la mortalidad materna que se mantiene en la opacidad como otras cifras, incluidas las de los femicidios.

Este 8 de marzo los grupos feministas exigirán cifras oficiales de feminicidios y justicia. Pero no hay grandes marchas ni paros convocados, solo protestas en redes sociales para visibilizar los datos de violencia, que se están incrementando, según las activistas. La desconfianza en conseguir algo del Estado desmoviliza, pero de nuevo es la situación de emergencia social, la subsistencia, la que impide a miles de mujeres una lucha más activa por sus derechos.

COLOMBIA. El aborto sigue estancado

El aborto, uno de los objetivos clásicos de la agenda feminista, es también este año el objetivo más visible en Colombia. La interrupción del embarazo solo es legal en caso de violación, malformación fetal, o peligro para la salud física o mental o la vida de la mujer. La semana no empezó con buenas noticias para el colectivo. La Corte Constitucional se puso de perfil ante una demanda de una abogada antiaborto que buscaba la penalización total. El El presidente de la Corte Constitucional, Alberto Rojas declaró: “Se concluyó que no resultaba viable jurídicamente volver a analizar la constitucionalidad de la norma acusada. Debe tomarse en consideración que en casos en los que se discute la existencia de cosa juzgada, al existir una decisión previa en relación con el texto normativo demandado, el Tribunal debe ser mucho más exigente en el cumplimiento de los requisitos de la demanda debido a que deben existir razones poderosas que justifiquen que se vuelva a analizar una norma que ya fue objeto de control de constitucionalidad”. La decisión sobre inhibirse acerca del aborto la apoyaron 6 magistrados y 3 votaron en contra.

Uno de los magistrados, Alejandro Linares, propone que el aborto sea libre hasta la semana 16 y después si se dan solo alguno de los tres casos mencionados, o sea, una ley de plazos a la europea. La realidad, dice el magistrado en su ponencia, es que el delito de aborto, que otorga penas uno a tres años de cárcel para las mujeres, “carece de eficacia”, es innecesario y se constituye en una forma de castigo social para las mujeres. Pero la batalla política no va a cesar.

La situación de violencia sexual y los feminicidios siguen siendo otro de los desafíos del gobierno de Iván Duque. Entre enero y octubre de 2019, fueron asesinadas 799 mujeres en Colombia. Además, el Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer ha expresado su preocupación por la diferencia salarial en Colombia por razón de género pues las mujeres continúan ganando menos que los hombres, con una brecha salarial del 19%. Igualmente, el 13,1% de las mujeres están desempleadas, comparado con el 8,1% de los hombres”.

BRASIL. Las invisibles políticas de género

Las movilizaciones feministas que sacuden América Latina no han llegado a Brasil, como tampoco llegaron las protestas sociales. La desigualdad de género no está, en ninguna de sus múltiples formas, entre los grandes asuntos del debate público o político pese a que existen datos desgarradores: cada hora de 2018 fueron violadas cuatro niñas menores de 13 años, según el Anuario de la Seguridad Pública. Son más de 35.000 menores que quién sabe si superarán el trauma. Es un dato eclipsado por el torrente de polémicas que protagoniza el presidente, Jair Bolsonaro, un misógino notable, y la extendida preocupación por la salud de la democracia brasileña.

Aunque el feminismo gana espacio pasito a pasito y el não é não contra el acoso sexual ha sido una de las proclamas más populares de este Carnaval, con la ministra de Mujer y Familia, la pastora evangélica Damares Alves, animando a denunciar ante la policía, la violencia machista recibe escasa atención, aunque mucha más que antes. Los feminicidios han aumentado un 7% en un momento en que los asesinatos en general, las violaciones y otros delitos disminuyen.

Más de 1.300 feminicidios se contabilizaron el año pasado según los datos recopilados por el diario Folha de S.Paulo. Aunque Brasil tiene 210 millones de habitantes y es uno de los países más violentos del mundo, son más de tres mujeres asesinadas al día por el mero hecho de ser mujeres. A falta de una definición consolidada de feminicidio, la cifra puede ser una subestimación.

En un Brasil aún exhausto por las grandes protestas de los últimos años, el poder adquirido por las Iglesias evangélicas y su ideario ultraconservador se refleja en los múltiples proyectos legislativos que avanzan sin hacer mucho ruido en los Parlamentos estatales para limitar el derecho al aborto, legal solo en tres supuestos. Una acampada hostigó durante semanas a las pacientes que acudían a un hospital público de referencia para abortos legales en São Paulo.

De la ministra Alves, muy popular entre el electorado más pobre y conservador, se suele destacar que es pastora evangélica, pero también es una superviviente de abusos sexuales que ha colocado ese asunto entre sus prioridades junto a la defensa de la vida y de la familia tradicional. Recientemente protagonizó una polémica cuando su ministerio admitió que pretendía considerar la abstinencia sexual como política pública de prevención de los muy extendidos embarazos juveniles.

NICARAGUA. El feminismo amordazado

“Todo está por hacerse en materia de reconocimiento y efectivo ejercicio de los derechos de las mujeres en Nicaragua”, dice María Teresa Blandón, una de las feministas de mayor trayectoria en Nicaragua. Aunque para las feministas la mejor manera de reivindicar sus demandas este 8-M sería salir a las calles a protestar, el ejercicio ciudadano de la libre movilización está confiscado por el gobierno de Daniel Ortega y Rosario Murillo, en especial después de que se impuso un estado policial tras las protestas sociales de abril de 2018.

El movimiento feminista ha sido siempre el movimiento social más beligerante en Nicaragua. Sin embargo, desde que Ortega retornó al poder en 2008, el régimen ha atacado a las mujeres. El gobierno sandinista –que se presenta como de izquierda– inició penalizando el aborto terapéutico para congraciarse con la Iglesia católica, en un contexto político en el que necesitaba la bendición política del clero. Luego, arremetió contra las feministas que protestaban por la penalización, y demandaban un compromiso real para erradicar la violencia machista. Finalmente, se aprobó una ley para castigar la violencia de género, pero pronto fue debilitada por el gobierno, permitiendo la mediación con los agresores.

La vicepresidenta Rosario Murillo gusta decir que son un gobierno ejemplo para el feminismo por la paridad, aunque en la práctica las mujeres en esos puestos tienen nulo poder decisión. Se limitan a obedecer –como el resto de funcionarios públicos—las órdenes de presidencia.

Antes del regreso de Ortega al poder, las mujeres marchaban el 8-M en Nicaragua. Sin embargo, la posibilidad de manifestación para las feministas cambió radicalmente a partir de 2015. Se inauguró la práctica de colocar decenas de policías antimotines -con mujeres en primera fila-, obligando a las mujeres y jóvenes a permanecer en un solo punto no mayor a 100 metros.

“A partir del 2018 ya sin ningún tapujo, el régimen Ortega-Murillo prohíbe cualquier tipo de marcha. El año pasado las organizaciones feministas nos vimos obligadas a realizar una conmemoración bajo techo, y hasta ahí llegaron los antimotines para impedir cualquier tipo de movilización”, relata María Teresa Blandón. 2020 no será la excepción. La situación de la represión y suspensión de facto del derecho a la libertad de expresión y de movilización no ha variado.

Las feministas sobre todo urgen la despenalización del aborto aún en los límites de las 3 causales: salvar la vida de la madre, violación y malformaciones grave del feto. Según los movimientos de mujeres, en Nicaragua falta educación sexual integral en los colegios, una reducción de la pobreza que dote de empleos decentes a las mujeres, y el acceso a las tierras para las campesinas.

Fuente: El País

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Aletia Molina