Se conocía la bomba, pero no pudo ser desactivada. La pandemia actual ya se vislumbraba desde 2007, cuando en un artículo de la Sociedad Americana de Microbiología (ASM, por sus siglas en inglés), se pronosticaron algunas de las circunstancias de su surgimiento.
“La presencia de una gran reserva de virus similares al SARS-CoV en murciélagos de herradura, junto con la cultura de comer mamíferos exóticos en el sur de China, es una bomba de tiempo”, se afirma en dicho escrito. Y la bomba finalmente explotó.
La publicación también decía que no debía descartarse “la posibilidad de la reaparición del SARS y otros virus nuevos de animales o laboratorios y, por tanto, tampoco la necesidad de tomar previsiones”. Sin embargo, las advertencias fueron echadas en saco roto.
Hace 13 años, integrantes de la comunidad científica internacional demostraron, a través de más de 4 mil publicaciones en línea, un gran empeño en la comprensión y el control de la epidemia del SARS, un tipo de coronavirus que en aquel tiempo se consideró como el peor del siglo y que infectó a más de 8 mil personas y cobró la vida de otras 774. Aquella ocasión tan sólo fue un prolegómeno de la pandemia que actualmente ha puesto en jaque a la humanidad.
Los científicos ahora han redoblado los esfuerzos para averiguar el origen del actual brote global del virus COVID-19, y han concluido que tiene mucho que ver con un grupo de la población de pangolines portadores de un coronavirus relacionado con la cepa causante de la pandemia. Esto de acuerdo con un artículo publicado el 26 de marzo en la revista Nature.
El texto sugiere explícitamente que los pangolines “deben eliminarse de los mercados húmedos para evitar la transmisión”. Esto porque en Asia dichos mamíferos en peligro de extinción han sido convertidos en una mercancía ilegal muy codiciada en el mercado negro. Se sabe que cada año las escamas de miles de pangolines son utilizadas por practicantes de la medicina tradicional china, además de que su carne es empleada en la preparación de platillos por algunos habitantes de China y Vietnam.
Es justamente en un mercado de Wuhan, China, donde probablemente se dio el primer contagio de COVID-19 en el mundo, según un documento filtrado a los medios de comunicación. Se trata de Wei Guixian, una mujer comerciante de mariscos, de 57 años, quien comenzó a sentirse mal a partir del 10 de diciembre, de acuerdo con The Wall Street Journal.
La idea de que el virus que hoy por hoy mantiene a raya a la población mundial, haya sido transmitido de un animal a un ser humano, es consistente con la forma en que normalmente se desarrollan las pandemias, de acuerdo con Felipe Muñoz González, especialista del Instituto Nacional de Medicina Genómica.
“Las pandemias provienen de virus zoonóticos, o sea, de origen animal. Se conocen muy pocos virus de animales que finalmente infecten al ser humano, sólamente unos 263 han sido catalogados”, explica el también químico de la UNAM.
El experto expresa que el viroma global (cantidad de virus en el planeta) es enorme, pues se calcula que existen en el mundo alrededor de 1.67 millones de virus de diferentes especies. Además, se considera que entre 631 mil y 827 mil podrían ser zoonóticos.
El riesgo de infección, de acuerdo con Muñoz González, se incrementa por el aumento de la población, la destrucción de los ecosistemas y las alteraciones ambientales. Se sabe, por ejemplo, que los cambios en los patrones climáticos provocan que nuevas poblaciones de virus estén expuestas a nuevas poblaciones de humanos, y entonces el contagio aumenta.
Esto no es intrínsecamente perjudicial, puesto que la expansión generalizada de un virus es también una estrategia evolutiva de autorregulación.
“La Inmunidad de rebaño ocurre cuando un virus está completamente esparcido en una población. Esto es muy benéfico porque, de esta manera, la mayor parte de la población desarrolla anticuerpos a dicho virus. Entonces si alguien lo porta y entra en contacto con otra persona, lo más seguro es que ambos ya hayan desarrollado anticuerpos y, por lo tanto, ya no habría ningún problema”, comenta González.
El experto también dice que la humanidad es una población que siempre ha intercambiado virus, pero cuando llega un nuevo virus, en este caso, el COVID-19, los anticuerpos no “saben” cómo combatirlo, se genera una sobrerreacción del sistema inmune y, entonces, se detonan exponencialmente los contagios.
“Sin embargo, la pandemia de manera natural llegará a un máximo y luego tenderán a bajar los contagios, porque para entonces ya se habrá desarrollado un mayor número de anticuerpos en la población, o sea, mayores defensas”, concluye el especialista.
Fuente: tecreview.tec.mx