Carlos Ferreyra
Dice la conseja popular que no da un paso sin huarache. Y debe ser cierto, porque en 18 año de campaña no se equivocó una sola vez, su obsesión de llegar a donde está se cumplió, aunque quizá no en el plazo previsto.
Pasito a pasito se ha ido apoderando de los organismos autónomos, unos más que otros, cooptó al Congreso, subordinó a la SCJN vía su ministro presidente y ha emprendido una campaña despiadada contra el instituto electoral. La conclusión no puede ser sino una, lo desaparecerá como está y lo pondrá bajo el control de algún clon de la señora Piedra Ibarra, la de Derechos Humanos.
La parte más difícil para ejercer un control total, absoluto sin tropiezos, son los uniformados. Tanto la Marina como el Ejército que pretenderían o presumen de total lealtad a las instituciones, pero traducido a quien las encarna, todas, que es el presidente.
No juran lealtad al Legislativo o al Judicial, mucho menos a los órganos soberanos que a través de décadas de lucha y de muchas víctimas fatales, fueron consolidados como garantes de un gobierno sin posibilidades de atropellar a los ciudadanos ni restarles garantías.
Sibilinamente decidió sacar a los verdes de la guerra al narco. A cambio les entrega obras y concesiones para convertirlos, con Riobóo y Romo, en los constructores del sexenio.
Bajo la égida de los militares, los otros participarán en la construcción de la Terminal Avionera de Santa Lucía, que costará mil 700 millones de dólares. El desechado aeropuerto de Texcoco, avanzado en 35 por ciento, habría costado mil millones de dólares. 700 menos que el cuestionado capricho pejiano.
Los verdes deben estar permanentemente ocupados. Claro, tienen tareas como el DNIII, plan de auxilio a la población en desastres, pero es indispensable que no tengan malo pensamientos; para ellos será también la construcción de entre tres mil y cinco mil oficinas bancarias cuya erección no debe ser una ciencia, especialmente si toman como modelo las tiendas de Elektra, otro bendito de la 4T quien manejará, con René “ligas” Bejarano, el dinero de los ninis y vagos similares y conexos amparados por YSQ.
Los marinos desde luego no quedarán desamparados. Como recordaremos, un grupo muy especial fue llevado a Estados Unidos, entrenado en asaltos y rescates y estrenado con la muerte de El Barbas.
Los marineros en poco tiempo registraron mejores estadísticas en captura de contrabandos de drogas y en el abatimiento de los traficantes. En detenciones casi no hubo, porque los delincuentes se morían al momento de la captura.
Demasiada eficiencia que no era conveniente cuando existe el tácito y hoy cuidadosamente observado compromiso de no perseguir jefes, sino mandos medios y sicarios.
Los pescaditos fueron concentrados en las zonas litorales y fueron dejando paulatinamente La región central del país, donde manda el Cártel Jalisco, Nueva Generación, cuya actividad durante un tiempo se centró en combatir a los marinos, que asesinaron en diversos puntos en Jalisco, Michoacán y Guanajuato.
Quedó, sin tocar, el centro de entrenamiento del Ajusco bajo el control de la Embajada de Estados Unidos en México, vía sus dizque agregados castrenses que no son sino “contratistas” que adiestran a nuestros elementos en técnicas de combate, de extracción y de interrogación. Incluye tortura física y sicológica.
De este asunto conocemos el incidente en el que una camioneta con diplomáticos o representantes gringos fue detenida por agentes federales en esa zona. Se armó el gran despapaye, pero no pasó a mayores porque hubiese despertado la curiosidad de los periodistas metiches. Y habrían descubierto que se trata de un enclave castrense yanqui en el corazón de la Patria, cantaría un poeta.
Bastaron dos visitas en mes y medio del procurador gringo, William Burr, para que se cambiaran criterios, se aceptara reanudar el combate al narcotráfico y, dicho por el visitante, se enviara a los marinos a la guerra. Sólo en ellos confiamos, advirtió.
Los marinos no habían quedado desamparados; a su cargo estarán las aduanas, no sólo litorales sino terrestres. El mayor negocio del mundo. “Si cabe por el puente, pasa”, informaba un jefe de la Aduana de Nuevo Laredo a quien deseaba introducir al país un enorme piano.
En esa frontera del otro lado, Laredo Texas, las tiendas se alineaban y peleaban hasta con los dientes al cliente mexicano. Y no era para menos, con un catálogo en mano, iban tasando el costo del contrabando, si sólo se pretendía llevarlo a Nuevo Laredo, si pasaba del kilómetro 25, si llegaba a Monterrey y de allí sin problema hasta la ciudad de México.
La oferta más atractiva era la de ordenar por catálogo, depositar en un banco determinado y esperar, sin agobio, que llegara a casita lo adquirido. Todo organizado con los adecuados engrases a las autoridades aduaneras mexicanas. Todos ganaban.
Todo cambió, hoy a nadie le interesa una pantalla a colores. Ni un estéreo. Sin embargo, hay otros productos no sólo atractivos sino superiores en utilidad. Y se refieren, como es fácil adivinar, a la base para la elaboración de drogas. O las drogas mismas. O los insumos de las industrias que prefieren dar mordida que pagar impuestos leoninos.
Los marinos, pues, están considerados en los proyectos de cooptación y control para mantenerlos tranquilos, que no haya malas influencias y que se mantengan fieles, más que leales, a YSQ y a sus proyectos de continuidad en programas, obras, sin descartar mandato.
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