En estos días hemos recordado la lealtad del Ejército Mexicano a las instituciones de la República. El 13 de febrero de 1913 un grupo de cadetes del Colegio Militar acompaño al presidente Madero del Castillo de Chapultepec al Palacio Nacional en un camino luminoso de lealtad y patriotismo. Lamentablemente a los nueve días de ello, es decir el 22 de febrero Madero caía muerto bajo las balas de un traidor. Con ese episodio sangriento se daba fin La Decena Trágica en la ciudad capital.
Hablar del Ejército Mexicano es hablar de una Institución dedicada a preservar la paz y a custodiar la soberanía nacional. Las fuerzas armadas aseguran, y siempre ha sido así en todo tiempo y lugar, la tranquilidad y la paz sociales, el respeto al orden constitucional y la estabilidad política. Nuestro ejército actual es la misma y digna fuerza armada creada en 1821 a raíz de la consumación de la Independencia Nacional; es la misma figura que acompañó a Juárez, a Madero y a Carranza en sus luchas contra las invasiones territoriales y contra las traiciones; es la misma institución que se esfuerza por salvar las vidas de sus semejantes en casos de desastre, o en luchar a brazo partido contra el flagelo del tráfico de drogas, o en llevar a cabo diversas labores sociales. No es un ejército de guerra y de violencia, sino un ejército de paz. No es una fuerza armada para atacar a sus connacionales, sino para volver por sus vidas y por los intereses supremos de la Nación.
No podría yo relatar o narrar la interminable y heroica historia de nuestro instituto armado. Sí puedo decir que las relaciones civiles-militares en México reflejan la naturaleza y el nivel de desarrollo que predomina en nuestra sociedad y en nuestro sistema de gobierno. A nivel social él es parte integrante de la sociedad.
El estamento militar es coincidente con nuestra sociedad; por otro lado, si hablase yo de lo opuesto, el orden militar estaría altamente diferenciado de nuestra sociedad, y sus miembros desempeñarían funciones exclusivamente militares. En México, como en muchos otros países que han entrado a un proceso de modernización, los valores de los grupos dominantes del ejército corren paralelos a los de nuestra clase media, nacionalista, progresista y civil, que lucha por ascender. En los actuales estados modernos los altos jefes militares defienden las necesidades de la seguridad militar dentro de la estructura gubernamental, formulando peticiones al alto nivel político sobre los recursos necesarios para la seguridad; también aconsejan y asesoran sobre implicaciones y contingencias militares; además reflejan en la esfera militar las decisiones políticas del gobierno.
Nuestro ejército, incluida la Fuerza Aérea, desarrolla, en colaboración con otras dependencias del gobierno, diversos proyectos y programas de acción social como son: auxilio en ocasión de fenómenos naturales y accidentes, la campaña permanente contra el narcotráfico, la campaña de despistolización, labores de índole social, el combate al abigeato.
Hace cinco días, el presidente Andrés Manuel López Obrador encabezó la conmemoración del 107 aniversario de la Marcha de la Lealtad desde la explanada del Castillo de Chapultepec. El presidente estuvo acompañado por los secretarios de la Defensa Nacional y de Marina, Luis Crescencio Sandoval y Rafael Ojeda Durán, respectivamente, así como representantes de los poderes Legislativo y Judicial. Entre ellos estuvieron el ministro Arturo Zaldívar, presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; Laura Rojas, presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados; y Mónica Fernández, líder del Senado de la República. También estuvo presente la jefa de Gobierno capitalina, Claudia Sheinbaum.
En la ceremonia participaron integrantes del Colegio Militar, del Colegio del Aire, de la Escuela Nacional de Enfermería y Naval Militar. El primer mandatario pasó lista de presente a los héroes de 1857 y 1914.
Como único orador en la ceremonia, el secretario de Defensa, Luis Crescencio Sandoval, reiteró al presidente la lealtad del Ejército Mexicano, asegurando que sus tareas las cumplen con profesionalismo y lealtad.
«La lealtad es una virtud necesaria para la estabilidad de la nación, hoy como ayer defendemos la democracia porque sabemos que ese el camino correcto para avanzar como país.
«Señor presidente, los ideales de paz, democracia, libertad, justicia, prosperidad y engrandecimiento de la patria y el bienestar del pueblo, por las que luchó Madero, siguen vigentes hasta nuestros días y se pueden observar en su gobierno, y nosotros, las fuerzas armadas, nos unimos a ese propósito.
«La confianza que usted ha manifestado en las fuerzas armadas será correspondida con profesionalismo, honestidad, pero sobre todo con lealtad inquebrantable, en toda acción que emprenda su gobierno por el bien de México ahí estaremos las fuerzas armadas para acompañarlo».
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