El comisionado Shane Fitzsimmons, del servicio rural contra incendios de Nueva Gales del Sur, compartió en su muro de Facebook el cálido recibimiento a un grupo de bomberos de Estados Unidos que arribó al aeropuerto de Sydney, con el propósito de auxiliar en la lucha contra los incendios forestales que asolan a la región de Victoria.
«Esta semana, el último equipo de bomberos de los Estados Unidos llegó al aeropuerto internacional de Sydney, en camino para ayudar con la lucha contra incendios. A medida que pasaron por la puerta de arribo, recibieron una ronda de aplausos, larga y espontánea, reflejando la gratitud y admiración que todos tenemos por su generosidad y asistencia», escribió Fitzsimmons.
El fuego se movía en distintas direcciones la semana pasada y Doug Schutz y su equipo tenían que tomar decisiones rápidas. Desplazaron una aplanadora desde otro sector y la usaron para despejar un terreno. Eso probablemente evitó que cientos de viviendas se quemasen.
Si alguien estaba calificado para tomar esa decisión era Schutz. Empezó a trabajar como bombero voluntario en el estado de Nueva Gales del Sur hace 23 años, cuando tenía 13, en una época en la que los Land Rovers eran usados como camiones de bomberos. Hoy capitán de la brigada de Tomerong, Schutz ha sido víctima de los incendios forestales que tienen en vilo a Australia y que destruyeron su negocio el día de Navidad del 2001.
Schutz es parte de un ejército de 72.000 personas de todo el estado que constituyen el ejército de bomberos voluntarios más grande de que se tenga noticias. Combaten las llamas desde septiembre y tres de ellos figuran entre las 26 personas muertas hasta ahora como consecuencia de los incendios.
«He vivido aquí toda mi vida y he visto numerosos incendios. Este no quiere comportarse como se supone que deben hacerlo», expresó Schutz. «Se maneja por su cuenta. En cierto sentido, es como si pensase. Cuando crees que lo tienes controlado, se escabulle y te muerde el trasero».
Los incendios destruyeron 2.000 viviendas y los bosques siguen ardiendo. Amenazan con tomar más fuerza pues se pronostica un aumento de las temperaturas.
Para los residentes del estado, la gente como Schutz son héroes. En todas las casas de esta zona rural hay carteles de agradecimiento a los bomberos voluntarios, una actitud que contrasta con las críticas despiadadas a la forma en que se está manejando el gobierno del primer ministro Scott Morrison para hacer frente al desastre.
Igual que los otros voluntarios, Schutz nunca cobró un centavo por su trabajo. En esta ocasión ha trabajado sin tomarse un día de descanso desde el 29 de noviembre, descuidando su negocio. Sonríe ante la ironía: Produce y vende grandes cantidades de leña para chimeneas en su propiedad de 48 hectáreas.
A las personas de otros países acostumbradas a servicios profesionales de bomberos les cuesta comprender este modelo que depende en gran medida de bomberos voluntarios imperante en Australia, pero Schutz dice que es el sistema preferido por los australianos.
Gary Creer, bombero voluntario con 20 años de experiencia, dijo que tiene la suerte de ser empleado del estado, que no descuenta el sueldo a quienes ayudan a combatir las llamas.
«Pero hay mucha gente que trabaja por su cuenta, que tiene negocios, y que está perdiendo miles y miles de dólares», señaló.
La semana pasada Schutz y otros dos líderes de su brigada decidieron ignorar las objeciones de otros que se negaban a desplazar la aplanadora. Creer dijo que se comprobó que ellos tenían razón cuando cambiaron los vientos.
«Nos ayudó a encaminar el fuego hacia el norte, manteniéndonos a salvo», expresó Creer.
Esta semana Schutz vio cómo otros voluntarios deliberadamente prendieron fuego en matorrales usando una mezcla de diésel y gasolina con el fin de consumir el combustible y prevenir la expansión de los incendios si llegaban a ese sector.
Schutz dijo que lleva la lucha contra el fuego en la sangre. Su padre fue miembro fundador de la brigada de voluntarios de Tomerong, localidad con 1.000 habitantes. Cuenta que su padre recaudaba dinero en los bailes para comprar cosas como rastrillos.
«Me crié en medio de todo esto. En una comunidad como esta, el conocimiento de la zona es vital», dijo Schutz. «Te puedo llevar por cualquier sendero y decirte exactamente lo que hay más adelante. Es algo que no se aprende en cinco minutos».
Schutz asegura que el incendio del 2001 fue el más intenso que ha experimentado. Llovían bolas de fuego del tamaño de una pelota de básquet sobre los bomberos que trataban de salvar viviendas. Schutz dijo que él y su compañera, Colleen Brittain, quien es también bombera voluntaria, estaban demasiado atareados tratando de salvar las casas de otros como para pensar que la suya podría correr peligro.
«Hasta que uno de los bomberos me dijo, `mejor que vayas a tu casa»’, relató. «Estaba ardiendo. También los leños de mi negocio».
Schutz dijo que él y otros voluntarios pudieron salvar su casa, pero que le tomó años recuperarse de los perjuicios causados por el fuego a su negocio.
«Teníamos 4.000 toneladas de madera», expresó. «Y al día siguiente lo único que quedaba eran cenizas».
Dice que el tamaño de los incendios actuales es difícil de comprender y se pregunta qué se puede hacer para contenerlos.
«En otros países tal vez piensen que somos un puñado de idiotas», dijo Schutz. «Pero así son las cosas aquí. Y en los montes de Australia, si bien son un sitio hermoso, se corre mucho peligro por los incendios, que pueden surgir en cualquier momento».
Fuente: Excélsior