Qué ocurre el día después del Brexit

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Aletia Molina

No habrá carreteras colapsadas en la frontera irlandesa. Ni expatriados en el Reino Unido o la Unión Europea (UE) sin derecho a sanidad o prestaciones sociales. Tampoco escasez de alimentos, medicinas ni combustible. Las llamadas costarán lo mismo. El Brexit llegará este 1 de febrero con un amanecer tan parecido al del día anterior que se arriesga a decepcionar tanto a precursores de la catástrofe aislacionista como a los que interpretan la fecha como la llegada de la ansiada independencia británica tras 47 años recluidos en una especie de cárcel europea. La tantas veces pospuesta salida oficial del Reino Unido de la UE llega finalmente este sábado, pero aunque las banderas se arríen con solemnidad, los documentos de divorcio se firmen entre flashes, y la fecha se imprima en los libros de historia, el paso tiene más de simbólico que de práctico. Empieza ahora un periodo transitorio donde casi nada cambia, una forma de pavimentar el camino para el verdadero suelte de amarras, fijado para el 1 de enero de 2021.

La consecuencia más visible del Brexit será institucional. Los 73 eurodiputados británicos no volverán a sentarse en su escaño, tienen hasta el 7 de febrero para vaciar sus despachos, podrán enviar a casa hasta 15 cajas con sus pertenencias a cargo de la Eurocámara, devolverán el ordenador portátil y la acreditación, y a cambio recibirán una credencial que les permite acceder como antiguos parlamentarios. Solo 27 despachos serán ocupados por parlamentarios de otros 14 Estados miembros, entre ellos cinco españoles, con lo que el hemiciclo reducirá su tamaño y pasará de tener 751 escaños a 705.

Lo mismo sucederá en otras instancias. El primer ministro británico no volverá a acudir a una cumbre de jefes de Estado y Gobierno. Ni sus ministros a las reuniones celebradas periódicamente en Bruselas con sus homólogos. El juez británico del Tribunal de Justicia de la UE abandonará su puesto, igual que el del Tribunal General de la UE. La abogada general seguirá algo más hasta que le encuentren sucesor. La representación permanente del Reino Unido en la UE pasará a llamarse Misión ante la UE, y los Veintisiete han nombrado al portugués João Vale de Almeida como su primer embajador pos-Brexit en Londres. Los funcionarios británicos en la UE mantendrán su puesto, pero no se beneficiarán de ascensos.

La estampida se producirá mientras el Reino Unido sigue obligado a cumplir con las normas europeas durante el periodo transitorio, entre ellas, seguirá vinculada a la política pesquera común de la UE. El descubrimiento provocó recientemente la airada reacción de la eurodiputada británica del Partido del Brexit June Mammery, compañera de Nigel Farage. «La gran pregunta ahora es, ¿quién estará aquí para pedir cuentas a estas personas mientras aún controlan las aguas de Gran Bretaña sin que el Reino Unido tenga representación?».

El 1 de febrero comienza el periodo transitorio, un plazo durante el cual la relación entre la UE y el Reino Unido seguirá funcionando sin cambios para ciudadanos, consumidores, empresas, inversores, estudiantes e investigadores. Londres continuará dentro del mercado interior y la unión aduanera, y los ciudadanos de ambos lados del canal de la Mancha podrán seguir residiendo sin trabas y desplazándose como hasta ahora. Está previsto que finalice el 31 de diciembre de 2020, pero la UE y el Reino Unido pueden acordar prorrogarlo, solo una vez, durante uno o dos años más, siempre que se haga antes del 1 de julio de 2020.

En los 11 meses de periodo transitorio, el Reino Unido tendrá que respetar todos los acuerdos internacionales firmados por la UE, seguirá bajo la jurisdicción del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, y deberá cumplir las leyes comunitarias bajo amenaza de que se le abra un procedimiento de infracción, como a cualquier otro Estado miembro. El Reino Unido podrá negociar acuerdos internacionales con terceros países, pero su entrada en vigor tendrá que esperar al final del periodo transitorio a no ser que Bruselas lo autorice.

La consumación del Brexit está lejos de suponer una vuelta a la calma en las relaciones entre la UE y el Reino Unido. Tras sentar las bases del acuerdo de retirada, ahora llega el turno de discutir cómo será la relación futura. El francés Michel Barnier liderará la negociación por el lado europeo, y David Frost por el británico.

El primer ministro británico, Boris Johnson, temeroso de quedar atrapado en las redes del periodo transitorio, aprobó en diciembre una ley que declara ilegal extenderlo, una forma de presionar para que las negociaciones avancen lo más rápido posible. Pero dados los precedentes, nadie descarta que tenga que recular de nuevo si las negociaciones encallan. «Johnson también dijo que prefería morir en una zanja antes que pedir otra prórroga a Bruselas y acabó haciéndolo. Su discurso es que no lo van a extender, pero lo que van a hacer en realidad nadie lo sabe», explica Nicolas Veron, economista de Bruegel y del Peterson Institute.

Un desencuentro en la negociación es el mayor peligro que afronta el proceso ahora mismo. Si el 1 de enero de 2021 no se ha cerrado el acuerdo y no se prolonga el periodo de transición, la separación sería abrupta y dejaría un reguero de damnificados, pero ese es solo el peor escenario.

Seguirá pagando a la UE

El Reino Unido seguirá abonando, tras su salida de la UE, todos los compromisos del presupuesto de la Unión del período 2014-2020. Los beneficiarios de los programas europeos, incluidos los del Reino Unido, disfrutarán de ellos hasta su conclusión. El dinero seguirá fluyendo mucho más allá de la ruptura. Por ejemplo, Londres pagará su parte de las pensiones y otras prestaciones de los funcionarios comunitarios o el mecanismo para los refugiados en Turquía.

Un club más pequeño

Con la marcha de 66 millones de británicos, la población de la UE pasará a ser de aproximadamente 446 millones, y su territorio disminuirá en un 5,5%. Ante la tentación de que el divorcio con la UE pueda repetirse en otro Estado miembro, los mandatarios comunitarios llevan tiempo advirtiendo de que los socios europeos son demasiado pequeños para competir por sí solos en un escenario de superpotencias liderado por Estados Unidos y China, y a la espera del potencial ascenso de otras como India, ambas por encima de los 1.000 millones de habitantes.

¿Qué pasa con el Erasmus?

Los estudiantes que elijan el Reino Unido como destino para una beca Erasmus el próximo curso no notarán el Brexit. Pese a que parte del curso se desarrollará en 2021, cuando puede que el periodo de transición ya haya concluido, al haber empezado antes de su finalización podrán completar sus estudios exactamente igual que ahora. Para los que pretendan matricularse en 2021, la cosa cambia, dado que dependerá del resultado de la negociación futura.

El lado simbólico

La partida británica supondrá la retirada de la bandera británica del Parlamento Europeo. El momento, de gran carga simbólica, todavía no tiene fecha y hora, según informan desde el hemiciclo. Tras descender del mástil donde ha permanecido 47 años, el próximo destino de la Union Jack será el Museo de Historia Europea, situado muy cerca de la Eurocámara.

El Brexit también tendrá un lado lúdico. Diversas fiestas, unas de triste despedida, y otras de celebración, están convocadas en Londres y Bruselas para seguir en compañía la noche del adiós. El divorcio pondrá fin a casi medio siglo de convivencia y plantea interrogantes sobre el futuro de la UE. «Tenemos que reinventar la forma de hacer política en Europa, y esa reinvención no está conectada a las viejas ideologías, sino a la capacidad de los políticos de no desconectar de los ciudadanos», asegura Dacian Ciolos, el líder del grupo Renew en el Parlamento Europeo.

Fuente: El País

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Aletia Molina