El volcán Taal sigue expulsando nubes de ceniza y Filipinas se prepara para una más que posible nueva erupción.
A pesar de mostrarse algo menos activo, las autoridades mantienen el nivel de alerta 4, que significa que en cuestión de días u horas podría tener lugar una nueva erupción.
En la provincia de Batangas, donde se ha declarado el estado de emergencia, cerca de 125.000 personas han tenido que abandonar sus hogares, muchos de ellos sepultados por la ceniza.
«Rezo para que el volcán se detenga y para que podamos regresar a nuestras casas», cuenta una mujer. «Es muy difícil tener que estar en las casas de otras personas».
El Departamento de Salud recomienda no permanecer al aire libre. Los ciudadanos que no han se han marchado hacen como pueden al al humo tóxico generado por la ceniza.
El Instituto de Vulcanología y Sismología de Filipinas recomienda la evacuación de todas las poblaciones ubicadas dentro de un radio de 14 kilómetros del volcán. Los habitantes del pueblo de Agoncillo, que huyeron de sus casas prácticamente con lo puesto, esperan en refugios improvisados, con suministros para dos semanas. Nadie sabe cuando se podrá volver a la normalidad.
Con todo, hay quien ha sabido sacar provecho a la complicada situación. Los funcionarios del Departamento de Medio Ambiente mezclan estos días la invasiva ceniza con arena, cemento y desechos plásticos para formar con ello ladrillos, hasta 5000 por el momento. Una manera más que original con la que hacer frente tanto a la crisis actual como a la de los residuos que ahogan desde hace años este país.