Mario Ávila
La voz de los estados
Si bien el penal de Topo Chico fue cerrado el pasado mes de octubre, su demolición, iniciada este martes, marca, físicamente, el fin de su existencia.
Un inmueble penitenciario que alcanzó su obsolescencia, sin embargo, las fallas más grandes en su operación estarán siempre en la suma de malas decisiones administrativas y la corrupción.
Será recordado sí, por los motines, las riñas mortales, sus mafias y sus excesos, pero poco se dirá sobre la ineptitud de los gobernadores que, durante sus sexenios, lo toleraron y fueron omisos, de manera señalada, desde Canales Clariond hasta Rodríguez Calderón.
Sin duda, el recrudecimiento de la violencia y el crecimiento del crimen organizado, abonaron para que este sitio se convirtiera en el infierno de Nuevo León, pero no todo puede ni debe achacarse a los reclusos.
Desafortunadamente no es el único centro de reclusión estatal con un historial negro, lo son todos y todos, en el olvido conveniente de los gobernadores.