En un pequeño ejercicio de memoria, pensemos en cuando teníamos 11 años, o bien, pensemos en alguien que conocemos de esa edad… ¿qué pensábamos?, ¿qué estábamos haciendo? No sufríamos depresión, estábamos más preocupados por salir a la calle a jugar después de hacer los deberes escolares y lo hacíamos con la confianza de que la calle era un sitio seguro, donde correr y esconderse y jugar a los quemados…
Hoy… ¿por qué un menor de 11 años de edad abrió fuego en el Colegio provocando la muerte de una maestra e hiriendo a varios de sus compañeros?
La mañana del 10 de enero, nuestro país se conmocionó al enterarse de que un niño que cursaba el sexto grado de primaria ingresó su escuela con dos armas; y tras pasar unos minutos en el baño abrió fuego contra sus compañeros y su maestra.
De acuerdo con las investigaciones, los padres del menor vivieron situaciones fuertes de violencia e incluso hay indicios de que el abuelo del niño se dedica a actividades ilícitas. La madre del niño fue asesinada, aparentemente degollada, mientras que su padre estuvo preso en Estados Unidos por el delito de narcotráfico.
Según la Oficina de Prisiones de Estados Unidos, el padre del menor, fue detenido y sentenciado durante el mes de julio de 2017 a cuatro años de cárcel, que cumplió en la prisión federal de Big Spring, en Texas.
Tras cumplir una pena de dos años y tres meses de condena, obtuvo su libertad y fue deportado a México por las autoridades estadounidenses en octubre de 2019, sin embargo no regresó a vivir con su hijo.
Todos nos quedamos muy consternados por la decisión de este niño, sacudió de golpe nuestra realidad y no hay manera de juzgarlo… porque todos tuvimos la culpa de lo que le pasó. Tenemos la culpa por ser parte de una sociedad que se ha vuelto violenta, y que desafortunadamente está corriendo el riesgo de acostumbrarse a ello.
Era un niño listo, pero nadie lo escuchamos, ni pusimos atención, le fallamos. Podemos culpar a los videojuegos, a otras situaciones como la suya, a las redes o al bulliyng. Pero ¿Alguien le dijo que lo amaba? ¿O lo importante que era? No, no fue su culpa, fuimos los demás por estar ocupados en cosas sin importancia.
No fue “Natural selection”, o su vestimenta. Sufrió un severo golpe para alguien de su edad y creció en un entorno que no le ayudó, ¡no le ayudamos!
Hoy, la depresión ha dejado de ser una enfermedad solo de adultos. Actualmente cada vez más hay niños diagnosticados con trastornos depresivos. Los niños pueden comunicar o mostrar sentimientos de infelicidad, tristeza, desaliento, irritabilidad, pero la mayoría de ellos serán reactivos a un suceso externo, servirán para adaptarse a las diferentes situaciones a las que se enfrenta y el niño se recuperará progresivamente de estos estados de ánimo. Sin embargo, un pequeño porcentaje de ellos tendrá síntomas depresivos.
No es sólo tristeza, la tristeza es una emoción universal de la condición humana y tiene una función adaptativa, mientras que la depresión es una alteración grave del estado de ánimo, cualitativamente distinta de la tristeza y requiere tratamiento específico.
Necesitamos, todos, abrir los ojos, actuar más empáticamente con los demás, cejar en el empeño de discusión y abrirnos más a las personas que nos necesitan, poner atención en los demás y tendernos la mano siempre que podamos, ser íntegros y comprometidos entre nosotros, es la forma de transformar nuestra sociedad a un sitio más feliz donde convivir, un mejor sitio para nosotros, pero también para nuestros niños, ofrezcámosles lo mejor de nosotros, para poder ver florecer en ellos lo mejor de sí mismos.
Aletia Molina
@AletiaMolina