Internacional

Las ejecuciones extrajudiciales, al alza en Brasil; matan a 17 civiles cada día

Publicado por
Aletia Molina

Los hombres armados enmascarados llegaron a Wanda’s Bar a las 3:49 p. m. del 19 de mayo y comenzaron a disparar en cuanto salieron de sus vehículos. Dos personas, incluida la propia Wanda, murieron en el patio.

Dos hombres abrieron fuego contra clientes desarmados en el bar y en el cuarto principal, mientras un tercero iba detrás de ellos con un arma en cada mano disparando tiros de gracia a quien siguiera con vida.

Mataron a 11 personas. Sólo dos sobrevivieron.

Durante la última década se han repetido ataques como el perpetrado en la ciudad brasileña de Belém.

Los agresores no son pandilleros o traficantes, son policías que desafían la ley, roban, extorsionan y asesinan a civiles.

De las siete personas que fueron acusadas del crimen, cuatro eran policías que no se encontraban en servicio.

“Hemos descubierto un cáncer dentro de la policía”, dijo Armando Brasil, uno de los procuradores. “Ahora estamos viendo qué tanto se ha extendido”.

Los asesinatos a manos de la policía incrementaron en años recientes.

El año pasado el número oficial de personas asesinadas por la policía alcanzó su cifra más alta en cinco años, al elevarse a seis mil 220, un promedio de 17 personas cada día, de acuerdo con el Foro Brasileño de Seguridad Pública, que compila datos del gobierno.

Defensores de los derechos humanos denuncian el enfoque de mano dura como una medida tanto inhumana como ineficiente, mientras que sus proponentes afirman que es la única manera de enfrentar una ola delictiva que ha puesto a la nación entera en riesgo.

Existe una forma paralela de violencia policiaca, oculta al público y llevada a cabo por milicias ilegales que llenan sus filas de agentes con poca paciencia y respeto por el debido proceso, de acuerdo con entrevistas a miembros de las milicias en Belém.

Los integrantes de las milicias reconocen que grupos de policías fuera de servicio y retirados cometen ejecuciones extrajudiciales de manera regular, en contra de personas que consideran criminales, ladrones y asesinos de policías sin siquiera presentar una orden de arresto.

“He matado a más de 80 criminales en mi carrera como agente de policía”, dijo otro líder de las milicias.

En Brasil, 57 sospechosos mueren por cada policía asesinado, aseguran analistas.

Para llenar sus bolsillos, algunos miembros de las milicias dijeron que cobraban a los negocios por servicios de seguridad, con lo que obtienen grandes sumas a cambio de promesas de mantener la paz.

Las milicias también extorsionan a criminales y matan a aquellos que no pagan.

En Belém, cientos de miembros de milicias operan en más de una decena de diferentes facciones, a menudo con ayuda de policías fuera de servicio, de acuerdo con los propios agentes y miembros de las milicias.

El gobierno del estado de Pará, cuya capital es Belém, dijo que la mayoría de los agentes de policía “no se desvían de sus deberes”, pero reconoce que otros lo hacen. Dijo que ha arrestado a 50 agentes este año.

Según el registro oficial, la policía de Pará mató a 626 personas el año pasado, 12 cada semana.

Eso representa más de 150 veces el número de tiroteos policiacos fatales que hubo en Nueva York el año pasado.

De manera desproporcionada, en Belém, las personas asesinadas por la policía son personas negras y pobres, al igual que en cualquier parte de Brasil. En todo el país, dijeron los investigadores, 75% de las personas baleadas y asesinadas por la policía es de raza negra.

Días después de la masacre en Wanda’s Bar comenzaron los arrestos. Detuvieron a cuatro policías —dos provenientes de la fuerza élite ROTAM— y a otros tres sospechosos.

Analistas forenses encontraron numerosos casquillos calibre .40 en la escena del crimen, una bala a la que sólo tiene acceso la policía militar, dijo un procurador.

Ningún familiar de las víctimas aceptó ser entrevistado. Algunos se mudaron, otros cambiaron su número telefónico y los que todavía están ahí rehusaron contestar mensajes.

Maria Auxiliadora Nevis en Belém, Brasil, el 13 de noviembre de 2019, se convirtió en una activista que exige atención para los tiroteos de la policía en toda la ciudad, después de que su nieto fue asesinado en 2014.

No obstante, un amigo cercano de la familia de la dueña del bar, Maria Ivanilza Pinheiro Monteiro —conocida por muchos como Wanda—, afirmó que todas las personas en el bar eran inocentes. Todos eran amigos, divirtiéndose, y el bar en sí era un lugar que frecuentaban muchos miembros de las milicias, dijo con la condición de mantener su anonimato.

Todos conocían a los miembros de las milicias o incluso eran sus amigos. Algunas de las personas que murieron en el ataque apoyaban la labor de las milicias porque pensaban que era la única manera de purgar a la comunidad.

De hecho, el amigo todavía se siente de esa manera.

“Hacen la vida más sencilla para la gente buena”, dijo. “En general, todavía pienso que son una fuerza para el bien”.

Fuente: Excélsior

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Aletia Molina