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La Revolución Cubana (Parte VI): Francisco Fonseca

Publicado por
José Cárdenas

Francisco Fonseca N.

 

Inicio de una Odisea Fidel sostiene que la Policía Federal creyó en un principio que ellos eran miembros de una organización delictiva que se dedicaba al contrabando de mercancías de Estados Unidos, pues en esa época “el problema de la droga no existía en México”.

Luego retoma el hilo de su relato. Califica como “fortuito” el incidente con la Policía Federal y dice que “fue una suerte” que agentes de esta corporación los hubieran detenido, debido a dos razones: primero, porque la Policía Federal –a diferencia de la Policía Secreta—“era más seria, más profesional, con más sentido de su función institucional”; y segundo, porque la persona que encabezó la captura de los cubanos era un capitán que después “resultó amigo nuestro”: Fernando Gutiérrez Barrios.

Fidel dice que cuando las autoridades mexicanas se percataron de que él y sus compañeros no eran delincuentes sino revolucionarios con una misión política, “comenzaron a vernos con mucho más respeto”. Eso sí, se empeñaron en aclarar y desenredar todo lo que hacía ese grupo de cubanos en México.

Fidel reconoce que la intervención del general Lázaro Cárdenas fue decisiva para la liberación: intercedió por ellos ante el presidente Adolfo Ruiz Cortines. El general “no sólo nos sacó de la cárcel, sino que nos
cubrió con una aureola de una amistad prestigiosa, fuerte”. Fidel y el Che fueron los últimos en salir de la estación migratoria el 24 de julio de 1956.

Fidel sabía que los exiguos dólares con los que contaban no les alcanzarían para la compra de una embarcación, gasolina y municiones para sus armas. Necesitaba reunirse con Carlos Prío Socarrás, ex presidente cubano, y quien lo vería en la ciudad de McAllen, en Texas.

Gutiérrez Barrios intervino para auxiliarle en el rápido viaje, y Fidel regresó con lo necesario para iniciar su odisea y liberar a su amada Cuba del tirano. Gutiérrez Barrios sería en adelante su amigo. México también.

Tras la salida de los establecimientos de la policía mexicana, se aceleró la conspiración revolucionaria. Antonio del Conde compró el yate Granma (abuela) construido en 1943, hecho de madera y motor de aceite con una sola cubierta, sin mástil, proa inclinada y popa recta.

La nave estaba matriculada en el puerto de Tuxpan, con el objetivo de realizar navegación de altura y emplearse como embarcación de recreo. Fidel inspeccionó el yate y decidió utilizarlo en la expedición. Zarparon hacia Cuba en la madrugada del 25 de noviembre de 1956, desde el Río Tuxpan, con 82 combatientes a bordo cuya edad promedio era de 27 años.

Bajo la lluvia y con las luces apagadas el yate comenzó a navegar por las aguas del río Tuxpan. Debía burlar la vigilancia del faro y del puesto naval de la marina mexicana existente en la salida al mar abierto. Ya allí, comenzaron los vientos fuertes y el batir de las olas, originando bandazos en la embarcación.
De los 82 expedicionarios muy pocos tenían experiencia marinera por lo que se marearon y fueron afectados por el oleaje. Ernesto Guevara, quien iba como médico de la expedición describió la situación que imperaba en el yate: “….el barco presentaba un aspecto ridículamente trágico: hombres con la angustia reflejada en el rostro, agarrándose el estómago. Unos con la cabeza metida dentro de un cubo y otros tumbados en las más extrañas posiciones, inmóviles y con las ropas sucias por el vómito..…”

Alejados de la costa mexicanas y burlando la guardia fronteriza, encendieron las luces y cantaron el Himno Nacional de Cuba, la Marcha del 26 de julio y concluyeron pronunciando consignas revolucionarias. Entre el 25 y el 27 de noviembre los expedicionarios navegaron por el Golfo de México.

Los días 28, 29 y 30 se adentraron y navegaron en el Mar Caribe. El día 30 la radio del Granma captó las noticias en las que se hablaba que se había sofocado un levantamiento en Santiago de Cuba que debería ser simultáneo con la llegada del yate.

Batista tenía información de la salida del yate y su propósito, y los mandos militares habían circulado la descripción del barco, con instrucciones para su captura. Había fallado una de las premisas fundamentales del plan táctico que era la simultaneidad del alzamiento en Santiago con el desembarco para distraer las fuerzas de la dictadura.

En una punta costera nombrada Los Cayuelos, a dos kilómetros de la playa Las Coloradas — que es donde planeaban desembarcar— encalló el Granma, lo cual obligó a adelantar el desembarco. Eran las 6:50 horas del 2 de diciembre de 1956.

Se iniciaba la odisea para liberar a Cuba. (Continuaré)

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José Cárdenas