5 vueltas de honor. Así fue la carrera de Lewis Hamilton en el Yas Marina. Dominó a placer. Podría haberse permitido incluso el lujo de pilotar a una mano mientras saludaba , giro tras giro, a los espectadores del Yas Marina, despidiendo así una temporada perfecta para él en la F1 en la que ha conquistado su sexto título mundial. Este domingo, el inglés firmó su undécima victoria del año en el GP de Abu Dhabi. Sin sudar lo más mínimo. Le bastó imprimir un buen ritmo de inicio con un Mercedes demoledor en el tercer sector. No necesitó ni usar su famoso ‘Hammer time’ para imponerse ante Verstappen (2º) y Leclerc (3º).
Victoria fácil del de Stevenage, sin tener que tomar riesgos, aburrida, aplastando a todos sin exprimirse al máximo, iniciando de algún modo ya sus vacaciones de invierno, esta vez dentro de su cockpit. Y es que tras una salida sin complicaciones, a mitad de carrera ya contaba con 29 segundos de margen respecto al segundo clasificado.
La historia se repitió en una cita sin sobresaltos, es lo que tiene el Yas Marina, sinónimo de pocas peleas y sobre todo, de dominio de Mercedes, territorio en el que las flechas de plata continúan con un pleno de poles y victorias en la era híbrida, desde 2014. La de este domingo fue la quinta de Lewis en esta pista, la segunda consecutiva en un trazado en el que solo Bottas en 2017 y Rosberg en 2015 han sido capaces de ganarle en los últimos 6 años y en la que celebró su segundo Mundial en 2014, el primero con Mercedes.
Verstappen, que arrancaba segundo, parecía el único que le podía echar mano al campeón. Pero un mal inicio del holandés, al que le robó la cartera en la salida Leclerc, le dejó sin opciones, dejando que Lewis se escapara sin problemas. El neerlandés incluso sufrió en las primeras vueltas para defenderse ante un Vettel que no tardó mucho en diluirse y en arrojar la toalla tras otro error más de Ferrari, esta vez tardando demasiado en su pit stop.
Sin embargo, Max no hincó la rodilla y volvió a intentarlo. Mejoró su ritmo y se aprovechó de un problema de Leclerc tras la parada del monegasco. Charles se quejaba por radio. No entendía por qué no podía ser más veloz. Y mientras, en su retrovisor ya veía al correoso holandés, mal compañero para un baile que empezaría muy pronto. En la vuelta 32, a la primera que pudo, Max le pegó un magnífico hachazo a Charles en la primera curva, por el interior.
El ferrarista quiso devolverle la jugada por el exterior con un intento de adelantamiento espectacular justo después. Los dos se quedaron en paralelo. Max no se iba a apartar ni por asomo, y no lo hizo. Se tocaron en plena curva y el neerlandés pudo mantener la segunda plaza con la que confirmó su tercera posición en el Mundial por delante del joven de Ferrari.
Fuente: Mundo Deportivo