Carlos Ferreyra
Debo explicar a mis tres o cuatro amigos, quizá son familiares, que pierden su tiempo leyendo mis inanes escritos.
Acumulados en mi arcón de los recuerdos, tengo múltiples anécdotas e historias que resultan de gran interés. Para mí, desde luego.
Pero ante las actuales circunstancias y la acumulación infame de temas, pienso que debo campechanear mis escritos entre las memorias y las gansadas.
¿Qué son las gansadas? Bueno, afirma un diccionario ubicado en las redes, que se trata de sandeces, majaderías, tonterías y estupideces. A su vez el Larousse de sinónimos y antónimos, nos ilustra: ganso: necio, patoso, inoportuno, soso, tardo, perezoso, gandul, torpe, lerdo, bobo, memo y para rematar, en Cuba, homosexual.
Bien, me canso ganso es la expresión particularmente en las ceremonias religiosas matutinas que se celebran en el Palacio Virreinal, ocupado por su majestad YSQ.
Para más claridad, la gansada de ayer fue el anuncio de que los pastores evangélicos cuyos principales dirigentes asociados en una agrupación que reúne a todas las sectas cristianas ajenas al catolicismo, podrán disponer de los jóvenes que recibirán becas del gobierno, para impartirles clases de doctrina religiosa, una hora al día. Después, serán ellos los encargados de difundir la palabra de ¿Yahvé, Jehová?
Esta gansada viola todos los preceptos constitucionales que hablan de una nación laica en la que cada quien practica la creencia que le es más cómoda. O ninguna si así le place.
Las gansadas son repetitivas, cotidianas y llegan a los ciudadanos en forma masiva, despiadadamente abundante. No hay tiempo siquiera de digerirlas.
Otra violación, el uso de la tribuna presidencial para vender libros de dudosa calidad, como han decretado los especialistas. Y bien dicho, si Andrés Manuel en sus 18 años de universitario nunca pudo asimilar los criterios economicistas, cómo es posible que ahora sin más, nos aseste una obra analítica de tal tema.
Sabido, aunque no demostrado, que el presidente no escribe sus obras. Tanto así que la más reciente de la economía moral, debió leerla para anunciar que en su siguiente edición habría rectificaciones. No tiene tiempo.
Más gansadas: la señora que desapareció y luego la exhibieron de parranda, punto de partida para que el gobierno pejista vía la Cheimbaun anuncie la elaboración de un directorio público de agresores sexuales.
No hay razón válida para condenar a Karen, si hubiese sido un joven el reaparecido ni siquiera merecería un comentario en las redes. Pero es mujer y por tanto condenable.
La otra cara de estos sainetes. Conozco al menos un caso donde un joven fue encarcelado cuando la señora que le alquilaba una habitación fue rechazada. La mujer, despechada, lo acusó de violación a una niña de tres años. La pequeña no tenía síntomas de tal abuso ni se permitió el examen necesario para establecerlo bajo el argumento de no someterla a tal trauma.
Como inmediata respuesta al retorno de la extraviada Karen, una periodista novel reclamó su parte en la fama: narró una película de horror que nunca pudo comprobarse, y que culminó cuando dijo que se había bajado del auto que le daba miedo.
Incomprensible, informó que iba a las Lomas, pero el chofer del auto de alquiler la llevaba por Viaducto rumbo al centro. Sé que hay otras vías, pero esa es la lógica para conectar con la zona de Chapultepec.
Hay historias anteriores incluso de otra periodista de tele (son muy protagónicas) que aseguró que un hombre le bajó los calzones por detrás. En un video callejero, se aprecia a la mujer, al hombre y ninguna agresión.
Menciono lo anterior sin descalificar a la dama que quería divertirse y lo hizo, lo que no encuentro justificación es acusar a una persona y en estos tiempos de linchamientos cibernéticos, exponerlos en un documento público no sólo a la pérdida de un empleo sino, peor, a posibles agresiones y hasta linchamientos físicos. Que se están dando también.
Otra gansada más: el presidente convoca a la gente a bajar el consumo de drogas, para reducir los índices de inseguridad. O sea, de nuevo a no tocar a los narcos y dejar en manos de los ciudadanos la solución: conformidad y se acabó.
El mandatario da por supuesto que los consumidores de drogas son gente de baja estofa, de recursos modestos. Por ese hecho habrá que entender que el consumo de drogas se da en los estratos más adinerados de la población. Donde hay total indiferencia a lo que pasa en el México popular. No les afecta y seguirán usando las drogas como consumo social, según aducen.
Pide otro año más para empezar a ver resultados ¿de qué? ni él lo sabe, pero todo plazo juega en su favor para el siguiente paso. Alargamiento del periodo presidencial. Y de eso, me canso ganso…