La desigualdad es una constante en América Latina, advierte el escritor Mario Vargas Llosa. Manifestaciones de inconformidad como las recientes en Chile o las expresiones de populismo en México, piensa, son ejemplo de la disparidad de oportunidades de progreso.
Las desigualdades son tradicionales en América Latina y la democracia es la que debe ir eliminando esas desigualdades e ir creando igual de oportunidades en las instituciones democráticas. Hay un hecho sorprendente que es el fenómeno de Chile porque es un país que había progresado de una manera extraordinaria desde el punto de vista económico y de pronto esa explosión de rechazo al sistema es porque no ha habido suficientes oportunidades de igualdad”, asevera el Premio Nobel de Literatura 2010.
En entrevista con Sergio Sarmiento, colaborador de El Heraldo Radio, el novelista peruano afirma que México padece la enfermedad del populismo, lo que representa un retroceso para un proyecto democrático. Dice que el país, al ser geográfica y políticamente importante para América Latina, debería preocuparse por el rumbo de su política.
“Desgraciadamente México tiene un presidente que es populista, y el populismo es uno de los grandes peligros de la democracia, es una enfermedad que está presente en las democracias del primer mundo, del tercer mundo, gangrena las democracias, se sacrifica el futuro en nombre de un presente muy efímero y yo creo que eso está ocurriendo en México”, señala.
El autor de La fiesta del Chivo estuvo en México, de visita en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, donde promocionó su más reciente novela Tiempos recios, la historia del golpe de Estado contra Jacobo Árbenz, presidente de Guatemala, en la década de los 50.
En una fusión entre la realidad y la ficción, Vargas Llosa relata cómo un publicista estadounidense y la CIA orquestaron una campaña para declarar a Árbenz comunista, y justificar su derrota. El presidente guatemalteco terminó exiliado en México y, aún ahora, su muerte es una incógnita.
En medio de esa desinformación surge esta fantasía de que Guatemala está siendo convertida en la cabecera de la Unión Soviética y no sólo quiere apoderarse de su territorio, sino del canal de Panamá. Todo eso era un puro disparate, no había un solo ciudadano soviético viviendo en Guatemala en esa época”, dice el autor.
Fuente: El Heraldo de México